El ataque aéreo del sábado 7 de diciembre por la noche fue el cuarto esta semana en una campaña para desmantelar el centro estratégico iraní de Al Quds, que alberga a milicias chiítas iraquíes en las afueras de Abu Kamal, cerca de la frontera entre Siria e Irak. El objetivo de los ataques no solo es detener el flujo de convoyes de armas procedentes de Irak, sino también nivelar sus edificios para dejar la instalación permanentemente fuera de servicio.
Las fuentes militares de DEBKAfile reportan que la intensidad de la campaña se está incrementando gradualmente. El último bombardeo fue, por lo tanto, el más pesado. Los daños causados fueron excesivos y el número de víctimas se elevó a docenas, según estimaciones de los servicios de inteligencia y militares occidentales, en su mayoría milicianos chiítas iraquíes, pero también oficiales iraníes de Al Quds.
El Ministro de Defensa Naftali Bennett tenía en mente esta incursión cuando el domingo dijo: “Debemos pasar de la prevención a la ofensiva, como la única manera de expulsar a la agresión iraní de Siria”. En la típica hipérbole, declaró: “Les decimos (a los iraníes) que Siria será su Vietnam. ¡Sangrarás hasta que tus fuerzas abandonen Siria!”.
El este de Siria se está convirtiendo en un escenario de operaciones aéreas combinadas de Estados Unidos e Israel, frente a las cuales Irán y las milicias iraquíes han guardado silencio hasta ahora. DEBKAfile postula tres razones para su falta de respuesta:
No tienen unidades de la fuerza aérea disponibles en la arena para la defensa.
El comandante supremo de Irán en la región, el general Qassem Soleimani, jefe de Al Quds, está profundamente inmerso en un esfuerzo total para salvar el control de Teherán sobre la comunidad chiíta de Irak contra la creciente resistencia antiiraní en el sur y en Bagdad. Irak ocupa el primer lugar en el orden de prioridades de Teherán por delante de Abu Kamal.
Soleimani está esperando un momento oportuno para devolver el golpe.