Los residentes de Sweida y un grupo de derechos humanos informaron el domingo que la ciudad siria permanecía en calma tras la retirada de combatientes beduinos, lo que puso fin a una semana de enfrentamientos sectarios que dejaron más de 1.000 muertos. Según el Ministerio del Interior sirio, las milicias abandonaron los barrios y cesaron los combates. Estados Unidos exhortó a todas las facciones a cesar las hostilidades de inmediato.
La presidencia siria declaró el sábado un nuevo alto el fuego entre combatientes beduinos y drusos, pero este se rompió poco después. El presidente interino Ahmed al-Sharaa, considerado cercano a los beduinos, intentó dialogar con la comunidad drusa sin respaldar a las milicias, y posteriormente solicitó a los beduinos que se retiraran de la ciudad. En un discurso televisado, Sharaa afirmó: “Agradecemos a los beduinos por sus posturas heroicas, pero exigimos que se comprometan plenamente con el alto el fuego y cumplan con las órdenes del Estado”.
Un vocero del consejo tribal de Siria declaró a Al-Jazeera que los combatientes se retiraron como respuesta al llamado de la presidencia y a los términos del acuerdo. Un residente de la periferia indicó que no se oyeron disparos el domingo por la mañana. Una fuente drusa confirmó que predominaba la calma en gran parte de la región, mientras que un dentista local, Kenan Azzam, describió la situación como tensa y denunció la falta de servicios básicos.
“El estado de los hospitales es crítico y permanecen fuera de servicio. Todavía hay muchos muertos y heridos”, afirmó Azzam por teléfono. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos señaló que Sweida había permanecido en relativa calma desde la medianoche. Según el informe, las fuerzas de seguridad del gobierno bloquearon las rutas de acceso para impedir el ingreso de combatientes tribales a la provincia.
La Media Luna Roja Siria anunció el envío de 32 camiones con alimentos, medicinas, combustible y agua hacia Sweida, afectada por apagones y desabastecimiento. La agencia estatal SANA indicó que el Ministerio de Salud también despachó un convoy médico. Por su parte, Israel informó que prepara el envío de asistencia médica a un hospital local.
Los enfrentamientos se originaron por secuestros entre miembros de ambas comunidades en distintas localidades de la provincia. La violencia escaló hasta alcanzar la ciudad, lo que provocó el despliegue de tropas por parte de Damasco, acusadas de cometer abusos contra la población drusa. Durante esa semana, Israel efectuó decenas de ataques aéreos contra convoyes del gobierno sirio y bombardeó la sede del ministerio de Defensa en Damasco, argumentando que actuaba en respaldo a la comunidad drusa.
El domingo, el embajador de Estados Unidos en Turquía y enviado especial a Siria, Tom Barrack, respaldó la decisión del presidente Donald Trump de levantar las sanciones contra Siria y pidió el fin inmediato de los enfrentamientos. En su publicación, escribió: “La decisión del presidente Trump de levantar las sanciones fue un paso de principios, que ofrece al pueblo sirio la oportunidad de superar años de sufrimiento y atrocidades inimaginables”. Añadió que “los actos brutales de las facciones enfrentadas en el terreno socavan la autoridad del gobierno y alteran cualquier apariencia de orden”.
Según el Observatorio, los enfrentamientos dejaron 1.000 muertos. Entre ellos había 326 combatientes drusos y 262 civiles de la misma comunidad, 165 de los cuales fueron ejecutados de forma sumaria. También se reportaron 312 efectivos del gobierno muertos y 21 beduinos suníes, incluidos tres civiles ejecutados por milicianos drusos. Otros 15 soldados del régimen murieron durante los bombardeos israelíes.