El partido Baath, que gobernó Siria desde 1963, enfrenta su disolución tras el derrocamiento del régimen de Bashar al-Asad por insurgentes.
La retirada del partido Baath tras seis décadas de dominio
Un cambio inesperado marcó la política siria cuando el partido Baath anunció la suspensión de sus actividades, días después de que los insurgentes derrocaron a Bashar al-Asad. Este movimiento político, que controló el país durante más de seis décadas, enfrenta un futuro incierto.
Numerosos líderes del partido optaron por esconderse o abandonar el país. En tanto, la sede central del Baath en Damasco se transformó en un centro de registro, donde antiguos miembros del ejército y de las fuerzas de seguridad entregan sus armas.
Las demandas para disolver oficialmente al Partido Árabe Socialista Baath aumentan, señalando su rol en dañar relaciones internacionales y fomentar la corrupción que agravó la crisis en Siria.
Exmiembros del partido, como Mohammed Hussein Ali, quien renunció en 2011 durante el inicio de las protestas antigubernamentales, expresaron satisfacción por el fin de la era Baath. Según sus palabras: “El partido no solo debería disolverse, sino que debería irse al infierno”.
Datos clave sobre el partido Baath y su caída
- Fundado en 1947 por Michel Aflaq y Salaheddine Bitar con una visión panárabe.
- Gobernó Siria desde 1963 y también estuvo al mando en Irak bajo Saddam Hussein.
- En 2012, se eliminó de la Constitución la exclusividad del Baath como líder de la nación.
- La sede del partido en Damasco ahora funciona como centro de desarme y reconciliación.
La influencia del Baath en la política y la sociedad siria
El Baath se consolidó como un pilar del régimen al asociarse estrechamente con la familia Asad, que utilizó la ideología panárabe para mantener el control. Altos cargos militares fueron ocupados por miembros de la secta alauita, garantizando lealtad a la familia gobernante.
Para muchos ciudadanos sirios, la membresía en el partido era obligatoria para acceder a empleos gubernamentales, el ejército o los servicios de inteligencia. La afiliación comenzó incluso desde la escuela primaria a través de las Vanguardias Baath.
A pesar de la abolición en 2012 del párrafo constitucional que consagraba al Baath como líder, el partido continuó controlando el Parlamento y el gobierno. Esto reforzó la percepción de que el cambio político era superficial.
Abdul-Rahman Ali, un exmiembro del partido, expresó alivio por la caída del Baath: “Nos hemos liberado del miedo”. La frase refleja el clima de vigilancia y represión que caracterizó al régimen durante décadas.
Temores de purgas políticas tras la caída del régimen
La caída del Baath en Siria ha generado preocupaciones sobre posibles purgas similares a las ocurridas en Irak tras la salida de Saddam Hussein. En aquel país, el proceso de desbaasificación provocó tensiones sectarias y contribuyó al surgimiento de grupos extremistas.
En Siria, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo insurgente que lideró la ofensiva contra Asad, no ha tomado decisiones definitivas sobre el futuro del partido. Sin embargo, su líder, Ahmed al-Sharaa, afirmó que quienes cometieron crímenes contra el pueblo enfrentarán la justicia.
Las declaraciones oficiales del partido Baath pidieron a sus miembros entregar armas y vehículos públicos a las nuevas autoridades. Este gesto busca evitar represalias y facilitar la transición.
Mohammed Merhi, exmiembro del partido y coronel retirado, entregó su arma en un acto simbólico y expresó su deseo de participar en la construcción de una nueva Siria: “Quiero volver a ser un ciudadano sirio normal”.
Un futuro incierto para los antiguos miembros del Baath
Aunque el fin del partido Baath es visto como positivo por la mayoría, algunos temen que la mayoría sunita pueda aprovechar su control para implementar medidas sectarias. Esta preocupación resalta el desafío de mantener la estabilidad en un país devastado por años de conflicto.
Ghadir, un exsoldado alauita, relató que unirse al Baath fue una necesidad económica para asegurar un ingreso estable. Sin embargo, ahora teme represalias debido a su afiliación pasada.
El futuro político de Siria dependerá de cómo se gestione la transición y si se establecen bases sólidas para una democracia multipartidista. Aunque algunos, como Merhi, creen en los principios del Baath, el consenso general apunta a la necesidad de nuevos enfoques.
La caída del régimen de Asad y del partido Baath marca el fin de una era, pero plantea interrogantes sobre cómo se evitarán las tensiones sectarias y se garantizará una reconstrucción inclusiva para todos los sirios.