El embajador de Estados Unidos en Turquía, Thomas Barrack, quien también actúa como enviado especial para Siria, afirmó que “no hay un plan B” para colaborar con las autoridades sirias actuales en el proceso de reunificación nacional. Siria permanece fragmentada tras casi 14 años de guerra civil y enfrenta nuevos enfrentamientos entre milicias drusas y beduinas en la ciudad sureña de Sweida.
Barrack declaró que “los asesinatos, las venganzas, las masacres en ambos lados” resultan “intolerables”. Añadió que “el actual gobierno de Siria, en mi opinión, se ha comportado lo mejor que ha podido como un gobierno naciente con muy pocos recursos para abordar la multiplicidad de problemas que surgen al tratar de unir a una sociedad diversa”, según declaraciones a Associated Press.
Respecto a los ataques israelíes contra objetivos militares sirios en Damasco, Barrack indicó que “a Estados Unidos no se le preguntó, ni participaron en esa decisión, ni fue responsabilidad de Estados Unidos en asuntos que Israel siente que es para su propia defensa”. No obstante, consideró que la intervención israelí “crea otro capítulo muy confuso” y “llegó en un muy mal momento”.
Israel afirmó haber atacado a fuerzas del gobierno sirio que, según reportes, asesinaban a drusos en colaboración con milicianos beduinos. A raíz de esos hechos, cientos de drusos israelíes cruzaron la frontera para combatir, lo que llevó a las fuerzas de seguridad israelíes a intervenir para repatriarlos. No se reportaron bajas israelíes durante el operativo.
En declaraciones a Reuters, Barrack señaló que Washington no impondrá a Israel ninguna acción respecto a sus operaciones contra Hezbolá en el Líbano, a pesar de expresar su oposición a los ataques en Siria y manifestar respaldo al nuevo gobierno sirio. “Estados Unidos no tiene por qué tratar de obligar a Israel a hacer algo. Estados Unidos solo podía influir”, afirmó en una rueda de prensa en Beirut tras reunirse con el presidente libanés, Joseph Aoun, y el primer ministro, Nawaf Salam.
Barrack hizo referencia a la solicitud del gobierno libanés para que Israel se retire de cinco puntos fronterizos que todavía controla. El Líbano ya había solicitado anteriormente a Estados Unidos ejercer presión sobre Israel para facilitar dicha retirada. Hasta el momento, no se ha informado de un avance concreto en ese frente diplomático.
Según reportó LBCI, Barrack también manifestó que el desarme de Hezbolá constituye un asunto interno del Líbano. Añadió que Washington únicamente desempeñaría un rol de mediador y asesor. “No vamos a tener más botas sobre el terreno en un entorno adverso en ningún lugar”, declaró ante medios locales tras sus reuniones oficiales.
El presidente libanés ha prometido mantener el monopolio estatal del uso de armas, una afirmación que alude de manera indirecta al grupo armado Hezbolá, financiado por Irán. Esta organización, considerada terrorista por Estados Unidos, sufrió un debilitamiento político y militar tras una guerra de 13 meses con Israel, finalizada el 27 de noviembre mediante un acuerdo de alto el fuego.
Desde la entrada en vigor del acuerdo, las Fuerzas de Defensa de Israel han mantenido presencia en cinco puntos estratégicos del sur del Líbano. En ese periodo, han efectuado ataques selectivos contra objetivos de Hezbolá que, según el ejército israelí, infringieron los términos del alto el fuego pactado.