Las tropas de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) lideradas por los kurdos y ayudadas por las tropas estadounidenses reforzaron el asedio a una prisión que alberga a sospechosos del Estado Islámico después de que los reclusos tomaran el control de las instalaciones, según dijeron el domingo residentes y funcionarios.
Al menos 70 reclusos murieron en el ataque a la prisión en el noreste de Siria, que comenzó el jueves. Los militantes detonaron un coche bomba cerca de las puertas de la prisión, lo que ayudó a decenas de reclusos y a huir al vecino distrito de Ghweiran de al-Hasaka, dijeron testigos y funcionarios.
Las FDS dijeron inicialmente que habían frustrado la fuga y detenido a 89 militantes que se refugiaban en las inmediaciones, pero más tarde reconocieron que los reclusos se habían apoderado de partes de las instalaciones.
El domingo dijo que 17 de sus fuerzas murieron en los disturbios más mortíferos en los centros de detención que albergan a miles de presuntos militantes arrestados después de ser derrotados con el apoyo de Estados Unidos en el norte y el este de Siria.
El Pentágono confirmó que la coalición liderada por Estados Unidos había llevado a cabo ataques aéreos en apoyo de las FDS a en su intento de poner fin a la fuga de prisioneros.
Figuras tribales árabes en contacto con residentes de la zona dijeron que las tropas de la coalición estadounidense habían tomado posiciones alrededor de la prisión y que se habían visto aviones sobrevolando la zona.
No estaba claro cuántos reclusos había en la prisión, la mayor instalación donde las Fuerzas de Autodefensa han mantenido a miles de detenidos. Los familiares de muchos reclusos dicen que se trata de niños de corta edad y de otros detenidos por cargos endebles o por resistirse al reclutamiento forzoso de las FDS.
La mayoría de los reclusos árabes han sido retenidos sin cargos ni juicio, lo que ha alimentado el resentimiento de los miembros de la tribu que acusan a las fuerzas kurdas de discriminación racial, acusación que niegan las fuerzas dirigidas por los kurdos.
Human Rights Watch, con sede en Estados Unidos, afirma que las Fuerzas de Autodefensa mantienen retenidos a unos 12.000 hombres y niños sospechosos de pertenecer al Estado Islámico, entre ellos entre 2.000 y 4.000 extranjeros de casi 50 países.
Otros miles están retenidos en centros de detención secretos en los que la tortura es habitual, según los grupos cívicos. Las fuerzas kurdas sirias niegan las acusaciones.
Los presos están recluidos en cárceles superpobladas donde las condiciones son inhumanas en muchos casos, según Human Rights Watch y otros grupos de derechos.
Algunos árabes, que constituyen la mayoría de los habitantes de las zonas bajo control de la milicia kurda siria YPG, acusan a los kurdos de discriminación, acusación que rechazan los funcionarios kurdos.
Los ancianos locales dicen que el apoyo al Estado Islámico, que ha recurrido a los ataques de la guerrilla desde que perdió su último pedazo significativo de territorio en Siria en 2019, ha crecido con el creciente resentimiento local contra el gobierno dirigido por los kurdos.