El gobierno sirio anunció un acuerdo con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) para incorporar las instituciones de la administración autónoma kurda en el noreste del país dentro del control estatal. Este pacto, firmado el lunes, busca consolidar la autoridad de Damasco tras la caída de Bashar al-Assad en diciembre.
Desde el ascenso del presidente interino Ahmed al-Sharaa, las nuevas autoridades han trabajado para desmantelar grupos armados y restablecer el dominio gubernamental en todo el país. El acuerdo, previsto para implementarse antes de fin de año, se produce en un contexto de violencia en la región alauita de Siria, que representa la mayor amenaza para la estabilidad nacional desde la destitución de Assad.
En un comunicado oficial, el gobierno sirio declaró que el pacto implica la integración de todas las estructuras civiles y militares kurdas, incluyendo el control de fronteras, aeropuertos y yacimientos de petróleo y gas. Una fotografía publicada por medios estatales mostró a al-Sharaa estrechando la mano del líder de las FDS, Mazloum Abdi, tras la firma del acuerdo.
El documento subraya que “la comunidad kurda es un componente esencial del Estado sirio”, asegurando su ciudadanía y derechos constitucionales. También rechaza “llamamientos a la división, discursos de odio y cualquier intento de provocar conflictos internos”. Hasta el momento, las FDS no han emitido una respuesta oficial sobre el acuerdo.
Control de recursos y lucha contra remanentes de Assad
Las FDS, que han administrado de facto el noreste de Siria, controlan la mayoría de los yacimientos petroleros y gasíferos del país, recursos fundamentales para el gobierno en su esfuerzo de reconstrucción. Como parte del acuerdo, el grupo kurdo se comprometió a “respaldar al Estado sirio en su lucha contra los remanentes de Assad y cualquier amenaza a la seguridad y unidad nacional”.
Paralelamente, las autoridades sirias anunciaron el fin de una ofensiva contra simpatizantes de Assad, operación que, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, dejó al menos 1.068 civiles muertos. La mayoría de las víctimas pertenecían a la minoría alauita y fueron ejecutadas por fuerzas de seguridad o grupos aliados.
Los enfrentamientos estallaron el jueves pasado en la región costera de la comunidad alauita, cuando milicianos leales al exmandatario atacaron a las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno. Según el Observatorio, la violencia también provocó la muerte de 231 agentes de seguridad y 250 combatientes pro-Assad.
Kurdos: de la marginación a la autonomía
Históricamente marginados bajo el régimen de los Assad, los kurdos enfrentaron restricciones sobre su lengua, festividades y, en muchos casos, incluso la nacionalidad siria. La retirada de las tropas gubernamentales tras el inicio de la guerra civil en 2011 permitió a las FDS establecer un gobierno autónomo en el norte y noreste del país.
Las FDS, respaldadas por Estados Unidos, fueron clave en la lucha contra el Estado Islámico, derrotándolo en su último bastión territorial en 2019. Aunque los kurdos han mostrado disposición para negociar con el nuevo gobierno sirio, su negativa a desarmarse los dejó fuera de una reciente conferencia de diálogo nacional.
El acuerdo llega poco después de un llamado histórico de Abdullah Öcalan, líder encarcelado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), para que el grupo militante deponga las armas y se disuelva. Aunque las FDS sostienen que son independientes del PKK, su estructura está dominada por las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), grupo considerado por Turquía como una extensión del PKK.
Reacciones de Turquía y ataques en el norte de Siria
Turquía, aliada del nuevo gobierno sirio, clasifica al PKK como organización terrorista, al igual que Estados Unidos y la Unión Europea. Mantiene tropas en el norte de Siria y lleva a cabo ataques regulares contra posiciones kurdas. Desde noviembre, grupos respaldados por Ankara han intensificado sus ofensivas contra áreas bajo control de las FDS.
Con este acuerdo, el gobierno sirio busca consolidar su autoridad y reducir la fragmentación territorial, mientras enfrenta desafíos de seguridad internos y la presión externa de Turquía.