El sábado, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, anunció que junto a sus homólogos de Turquía e Irán coincidieron en la necesidad de un alto inmediato a las “hostilidades” en Siria durante una reunión en Doha.
Desde 2017, estos tres países han participado en las conversaciones del formato Astaná, diseñadas para alcanzar una solución política al conflicto sirio. Sin embargo, los acontecimientos recientes han transformado drásticamente la situación en el terreno.
En los últimos días, las fuerzas rebeldes lideradas por grupos islamistas, que se oponen al presidente sirio Bashar al-Assad, respaldado por Irán, han logrado avances significativos, complicando aún más el panorama.
Según Lavrov, durante el encuentro en Doha se reiteró la necesidad de poner fin a las “hostilidades” de inmediato. Además, destacó que Moscú aboga por un diálogo entre el gobierno sirio y lo que definió como la “oposición legítima” en el país.
El ministro ruso también señaló que considera al grupo insurgente islámico Hayat Tahrir al-Sham como “terroristas” sin importar sus declaraciones de cambio de postura. Subrayó que permitir que “grupos terroristas” controlen territorio sirio es “inadmisible”.
Al ser consultado sobre el futuro de Siria y el destino de las bases militares rusas en el país, Lavrov respondió que “no está en el negocio de adivinar”, evitando especular sobre posibles escenarios.
Por último, advirtió que, sin la creación de un Estado palestino, el extremismo seguirá creciendo en el Medio Oriente.