En el norte de Siria se ha recrudecido la violencia en los últimos días. Las fuerzas del régimen bombardearon un hospital el domingo, matando al menos a seis civiles. Los combates entre las fuerzas de la oposición siria y Turquía y sus representantes se han intensificado. Al parecer, Rusia ha bombardeado una localidad cercana a
la frontera turco-siria. La escalada es posiblemente una lucha de última hora para asegurar las ganancias antes de la esperada injerencia estadounidense, sugiere un experto.
Un hospital de la ciudad de al-Atareb, situada al oeste de Alepo, fue bombardeado el domingo por un regimiento del régimen de Assad respaldado por Rusia. Al menos seis civiles murieron, entre ellos un niño y un médico. Un comunicado del Comité Internacional de Rescate, cuya organización asociada gestiona el hospital, dijo que la devastación causada por el ataque ha dejado al hospital fuera de servicio.
Un comunicado de la organización opositora siria Los Cascos Blancos calificó el ataque al hospital como “un crimen terrorista y una nueva masacre”. La declaración también dijo que “este crimen es una continuación de la política sistemática del régimen y de Rusia de atacar instalaciones médicas y hospitales”, y exigió que la comunidad internacional tome medidas contra el régimen de Assad.
También se ha informado de ataques de las fuerzas rusas en el norte de Siria. Los recientes ataques aéreos llevados a cabo por aviones rusos en la provincia septentrional de Idlib, cerca de la frontera turca, han tenido como objetivo una parada de camiones, una fábrica de cemento y una instalación de gas. Los equipos locales se vieron obligados a combatir los incendios provocados por los ataques.
En la zona también se ha intensificado la actividad turca. El sábado, aviones turcos atacaron posiciones de las Fuerzas Democráticas Sirias en la provincia de Al Raqqa, el primer ataque de este tipo en 17 meses, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres.
Concomitantemente, los representantes turcos aumentaron sus esfuerzos en la provincia para avanzar contra las fuerzas de la oposición.
Ilan Berman, vicepresidente senior del Consejo de Política Exterior de Estados Unidos en Washington DC y experto en seguridad regional en Oriente Medio, dijo que los intereses más grandes de Rusia y Turquía están en juego en el norte de Siria, dirigiendo estos acontecimientos recientes. “Creo que todo esto parece un poco como si los turcos trataran de utilizar este momento -cuando todavía no hay una verdadera estrategia seria de Estados Unidos hacia Siria bajo la administración de Biden- para consolidar las ganancias, eliminar la oposición y solidificar su posición en el norte del país”, dijo Berman a The Media Line.
Turquía controla actualmente amplias zonas del norte de Siria, situadas en su frontera común. Los territorios fueron capturados en una serie de operaciones militares, la última de las cuales ocurrió en 2019. Cuando Turquía invadió Siria en 2019, tras la retirada de Estados Unidos de la región, el presidente turco Recep Erdogan dijo que la operación era contra los “terroristas del norte de Siria” del prokurdo Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las milicias de las Unidades de Protección Popular (YPG) y el Estado Islámico (ISIS), con la intención de impedir la creación de un corredor del terror a través de nuestra frontera sur y llevar la paz a la zona.
Los rusos, por su parte, “quieren quedarse, pero no quieren pagar”, según Berman.
El experto afirma que, a medida que la conversación sobre Siria se desplaza hacia la reconstrucción, a Moscú le interesa “maniobrar esa conversación para que se asuma que los rusos están allí, que proporcionan la fuerza de protección. Y esa es su contribución, no van a contribuir más económicamente”.
Rusia ha ganado mucho con su presencia en Siria, que utilizó como “una especie de trampolín para volver a entrar” en Oriente Medio, dijo Berman. Para preservar su posición, Moscú tiene que asegurarse de que el régimen de Assad siga siendo débil y fiable, y que siga actuar como su protector. La reciente actividad rusa debe entenderse en este contexto, dijo.
Sin embargo, es poco probable que los dos actores extranjeros se enfrenten si la situación actual persiste y Turquía se mantiene en el norte. A ambos países les gustaría que Assad permaneciera débil, lo que les permitiría seguir persiguiendo sus propios intereses en Siria. En este sentido, los rusos están “perfectamente dispuestos a que los turcos se hagan con una zona de influencia en el norte del país”, según Berman.
Zvi Magen, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv, también vincula los atentados a una dinámica de poder regional más amplia, pero ve estos acontecimientos en el contexto de un conflicto en curso por el control de Siria, en el que Turquía y
Turquía y Rusia son rivales. La reciente escalada no es “nada nuevo”, dijo Magen a The Media Line, calificándolo de “conflicto en curso” que tiene “sus bajas y sus picos, de vez en cuando”.
Sin embargo, últimamente los combates han alcanzado “nuevos máximos históricos” porque “los turcos no están dispuestos a cooperar”, dijo.
Magen dijo que Turquía acoge a los rebeldes que sobrevivieron a la guerra civil siria en los territorios que posee y, desde allí, lanzan ataques fuera de las zonas turcas. Rusia, por su parte, pretende “crear orden”, lo que significa que los rebeldes y sus protectores turcos se oponen a esos esfuerzos.
Magen también afirma que Rusia está utilizando Siria como base de acción en la región. “Son muy activos en el Mediterráneo oriental, el Mar Rojo y el Golfo, y Siria es una base para ello”, dijo. Los intentos de Rusia por restablecer el orden en Siria forman parte de un esfuerzo por convertirse en una potencia en Oriente Medio, añadió.
En consecuencia, los ataques son en realidad parte de un conflicto mucho más amplio por la superioridad regional. “Es una especie de competición entre superpotencias regionales por la influencia regional”, concluye Magen.