No todos los anglicanos están de acuerdo con la reciente protesta del arzobispo de Canterbury contra la extensión de la soberanía israelí sobre la parte de Judea y Samaria que contiene 132 ciudades judías. En una carta que escribió junto al cardenal católico romano Vincent Nichols, Justin Welby objeta el plan del gobierno israelí de “anexar” el territorio de Judea y Samaria. Sugiere que esto amenazaría las “perspectivas de paz”.
Soy un sacerdote y teólogo anglicano que cree que Israel está justificado en su extensión de la soberanía israelí sobre esta parte de Judea y Samaria. No es una “anexión” como se define legalmente en el derecho internacional, y el Israel judío tiene mucho mejores derechos sobre la tierra que los palestinos.
Esto no es un plan de soberanía. Según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, “la ‘anexión’ israelí mediante el uso de la fuerza del territorio de otro Estado” es un “crimen grave de agresión”. Significa una guerra ofensiva contra otro estado en la que el estado que está siendo invadido tiene su territorio confiscado. Piense en la anexión de Crimea por parte de Rusia en el 2014 y la invasión de Chipre por parte de Turquía en 1974. Pero Israel recuperó el control de Judea y Samaria en 1967 después de una guerra defensiva y cuando estos territorios no eran un estado.
El estatus político moderno de Judea y Samaria se remonta al tratado de San Remo de 1920, que dio al pueblo judío el derecho legal de reconstituir su patria. El tratado fue firmado por cada uno de los 51 miembros de la Sociedad de Naciones, que era la comunidad internacional en ese momento. El mandato para Palestina (la palabra que entonces se usaba para la patria judía) se dio a Gran Bretaña, y en él se pedía el poblado de los judíos al oeste del río Jordán. Esta tierra incluía no solo la mayor parte de lo que hoy es Israel propiamente dicho sino también lo que hoy se llama “Cisjordania”. El tratado de San Remo también dio el derecho de autodeterminación a los árabes en los mandatos para Siria, Líbano y Mesopotamia (Irak). Más tarde, a los árabes se les dio también Transjordania, que es ahora el Reino de Jordania. El mandato para Palestina se estableció con la expectativa de que los judíos de allí formaran eventualmente un estado. Los intereses árabes debían ser protegidos, pero no se preveía ningún estado para ellos en Palestina. Presumiblemente esto fue porque sus mandatos esperaban estados en Siria, Líbano, Mesopotamia y Transjordania.
Cuando se establecieron las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial, el Artículo 80 de su carta presentó todos los derechos asegurados por la Sociedad de Naciones, incluyendo el mandato para Palestina, que daba a los judíos el derecho de reconstituir su patria al oeste del Jordán. El Plan de Partición de las Naciones Unidas de 1947 habría dado a los árabes el derecho a establecer un estado en Palestina junto con uno para los judíos, pero el rechazo árabe del plan lo hizo nulo y sin efecto.
Luego, cuando los árabes invadieron el nuevo estado judío (que había sido reconocido por la ONU) en 1948, su guerra de agresión fue ilegal según el derecho internacional. Así que cuando Jordania “anexó” Samaria en 1950, ni la ONU ni la Liga Árabe reconocieron la legalidad de su anexión. Jordania comenzó a llamar a Samaria “Cisjordania”, y el nuevo nombre se mantuvo.
Cuando los Estados árabes lanzaron otra guerra ofensiva contra Israel en 1967, violando así nuevamente el derecho internacional, Israel pudo reafirmar su derecho a Samaria que la comunidad internacional le había otorgado en la Conferencia de San Remo en 1920 y que luego ratificó en el mandato para Palestina en 1922. Jordania renunció a su reclamación a Samaria en 1988 y mencionó que estaba dando el territorio a los palestinos. Pero, como ha observado el coronel británico retirado Richard Kemp, esto violaba el principio del derecho internacional de que los actos ilegales no pueden crear ley.
En resumen, el llamado “plan de soberanía” de Israel no es lo que el derecho internacional define como “anexión”. Además, las autoridades internacionales nunca han reconocido a Judea y Samaria como perteneciente a los árabes. Las recientes resoluciones de las Naciones Unidas que condenan el asentamiento judío en Judea y Samaria nunca han sido más que recomendaciones y nunca han dado lugar a enmiendas de los tratados vinculantes existentes, como la Resolución de San Remo de la Sociedad de Naciones o el Artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas que refuerza el tratado de San Remo.
Al arzobispo anglicano Welby le preocupa que esta medida de Israel amenace el proceso de paz. No se da cuenta de que el mayor impedimento para el proceso de paz no es la reafirmación por parte de Israel de un derecho concedido hace mucho tiempo por el derecho internacional, sino la negativa de los dirigentes palestinos a reconocer el derecho de Israel a existir. Añádase a eso su negativa a entablar conversaciones de paz en absoluto. Sin que los líderes hablen entre sí sobre la paz, no se puede tener un proceso de paz.