El vertido de aguas residuales de ácido fosfórico en 2017 en el arroyo Ashalim, en el sur de Israel, fue un tremendo desastre medioambiental, pero los científicos de la Universidad Ben-Gurion del Néguev han ideado un medio para reciclar estas aguas residuales.
Después de que la pared de una piscina utilizada para almacenar fosfato, un subproducto de la producción de fertilizantes, cediera, unos 100.000 metros cúbicos de agua ácida y otros contaminantes se inundaron a lo largo de una popular ruta de senderismo.
El Ministerio de Protección Medioambiental informa de que en las dos semanas siguientes al vertido de las minas de fosfato de Rotem Amfert, en el desierto del Néguev, al suroeste del mar Muerto, se encontraron muertos al menos ocho íbices (un tercio de los que viven en la zona) e innumerables zorros y aves.
No todo ha vuelto a la normalidad en la región.
Los fertilizantes industriales dependen en gran medida del ácido fosfórico, y la industria es enorme y consume mucha agua en todo el mundo.
BGU, en el sur de Israel, ha creado un método de reciclaje que convierte los residuos peligrosos para el medio ambiente en agua potable, ácidos valiosos y roca fosfórica reutilizable.
El doctorando Lior Monat, que trabaja bajo la dirección del científico del agua Oded Nir, supervisó el estudio.
“La fabricación de ácido fosfórico genera una gran cantidad de aguas residuales industriales que no pueden tratarse con éxito debido a su bajo pH y a su fuerte potencial de precipitación”, señaló Nir, el co-investigador principal. Los estanques de evaporación son el método estándar de almacenamiento de aguas residuales en la actualidad. Pero se rompen con facilidad, tienen fugas y se inundan.
La acidez, la salinidad y la dureza del efluente hicieron que los procedimientos tradicionales de tratamiento fueran ineficaces, continuó.
Por lo tanto, ideamos un procedimiento de tres etapas que incluye la electrodiálisis selectiva, la ósmosis inversa y la neutralización para tratar las aguas residuales de ácido fosfórico.
El procedimiento se probó con éxito con efluentes de laboratorio. La técnica resultó eficaz para reducir el volumen de las aguas residuales en un 90 % y recuperar agua limpia y fosfato. Además, no causó ninguna incrustación mineral que perjudicara a la membrana.
Según un comunicado de prensa de la Universidad Ben Gurion, la tecnología puede ser sostenible y económicamente viable por la poca energía que requiere.
El co-investigador Roy Bernstein comentó: “Este enfoque es bastante prometedor, e invitamos a los participantes de la industria a evaluar su potencial y aplicabilidad en sus empresas”.
Entre los miembros del Instituto Zuckerberg de Investigación del Agua del campus Sde Boker de la Universidad Ben-Gurion se encuentran Nir, Roy Bernstein, Monat, Wei Zhang, Alice Jaroková y Hao Haung. Cabe señalar que Nir también está afiliado a la Escuela Goldman Sonnenfeldt de Sostenibilidad y Cambio Climático.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología financió el estudio que dio lugar a un artículo en ACS Sustainable Chemistry and Engineering (una publicación de la American Chemical Society).