Científicos israelíes afirman haber desarrollado un método nuevo y potencialmente más fiable para evaluar la seguridad de las vacunas: utilizar sensores inteligentes en lugar de confiar en que los pacientes informen sobre cómo se sienten.
Un equipo de investigación de la Universidad de Tel Aviv colocó sensores electrónicos en el pecho de 160 israelíes que recibían su segunda vacuna contra el coronavirus. Los resultados de su estudio han sido revisados por expertos y publicados en Communications Medicine, una revista de la cartera de Nature.
Los sensores midieron las reacciones fisiológicas desde un día antes hasta tres días después de recibir la vacuna. Controlaron el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, los niveles de oxígeno en sangre, el volumen de los latidos, la temperatura, el gasto cardíaco y la presión arterial.
Según el Dr. Dan Yamin, del Centro de Investigación de Epidemias de la Universidad de Tel Aviv, el estudio proporcionó una visión mucho más detallada de la reacción del cuerpo a la vacuna que cualquier otra investigación anterior.
“Normalmente, los ensayos de vacunas se basan en gran medida en lo que la gente dice de sí misma y en cómo se siente, pero este estudio abre la posibilidad de que podamos adoptar un enfoque mucho más objetivo”, dijo Yamin a The Times of Israel.
“Equipamos a las personas con sensores que recogieron información precisa durante días después de la vacunación, y es posible que los ensayos de vacunas del futuro adopten este enfoque”.
Dijo que el estudio proporcionaba la “prueba de concepto” que su equipo buscaba, y añadió: “Esto podría cambiar las reglas del juego”.
Yamin subrayó que los resultados generales no ponen en duda la idea de que las vacunas contra el coronavirus son seguras, y afirmó que lo importante es que los ensayos fueron lo suficientemente detallados como para señalar los efectos secundarios.
El estudio detectó signos fisiológicos de notables efectos secundarios a corto plazo. En el caso de las vacunas COVID, la mayoría de ellos desaparecen al cabo de 48 horas y no causan problemas de salud más allá de la somnolencia. Pero el sistema está preparado para detectar efectos secundarios más duraderos, y se pondrá a prueba con otras vacunas a su debido tiempo, dijo Yamin.
Sugirió que, si se despliegan, los sensores inteligentes podrían llegar a reducir el número de personas necesarias para los ensayos, ya que si los datos son más objetivos y fiables, podría bastar con muestras más pequeñas.
El Dr. Yftach Gepner, colega de Yamin, que dirigió la investigación, comentó: “El mensaje de nuestro estudio es claro. En 2022 ha llegado el momento de realizar pruebas continuas, sensibles y objetivas de la seguridad de las nuevas vacunas y terapias. No hay razón para confiar en los autoinformes o esperar a que se produzcan efectos secundarios raros. Los signos preliminares que predicen tales afecciones pueden detectarse con sensores avanzados”.
Gepner añadió: “En la actualidad, se invita a los participantes en los ensayos a acudir a la clínica para que se les tome la tensión arterial, pero a menudo esta aumenta solo porque la situación es estresante. La monitorización continua en casa resuelve estos problemas con medios sencillos, cómodos, baratos y precisos. Este es el tipo de medicina al que debemos aspirar”.