Durante las últimas decenas de miles de años, los animales de gran tamaño con cerebros más grandes (en relación con el tamaño de su cuerpo) tenían menos probabilidades de extinguirse, según un nuevo estudio de colaboración entre la Universidad de Tel Aviv y la Universidad de Nápoles (Italia).
El tamaño sí importa
La investigación, publicada en la revista Scientific Reports, concluye que un cerebro grande significa una inteligencia relativamente alta, lo que ayuda a las especies a adaptarse. Sin la capacidad de adaptarse y evitar a los cazadores, se sabe que las especies se extinguen.
Los científicos recopilaron datos de la literatura paleontológica sobre 50 especies extintas de mamíferos de todos los continentes, con pesos que iban desde los 11 kg (un equidna gigante extinto) hasta las 11 toneladas (el elefante de colmillos rectos, que también se encontró en Israel).
Compararon el tamaño de su cavidad craneal con el de 291 especies de mamíferos evolutivamente cercanos que sobrevivieron y existen en la actualidad, y que pesan desde 1,4 kg. (el ornitorrinco) hasta cuatro toneladas (el elefante africano). Los datos se introdujeron en modelos estadísticos que incluían la ponderación del tamaño corporal y la filogenia entre las distintas especies.
¿Por qué es importante un cerebro grande?
“Sabemos que la mayoría de las extinciones fueron de animales grandes y, sin embargo, no está claro qué es lo que distingue a las grandes especies existentes de las que se extinguieron”, explica el estudiante de doctorado Jacob Dembitzer, de la Universidad de Nápoles. “Nuestra hipótesis es que la flexibilidad del comportamiento, posibilitada por un cerebro grande en relación con el tamaño del cuerpo, dio a las especies supervivientes una ventaja evolutiva: les ha permitido adaptarse a los cambios que han tenido lugar en las últimas decenas de miles de años, incluidos el cambio climático y la aparición de los humanos”.
“Estudios anteriores han demostrado que muchas especies, especialmente las de gran tamaño, se extinguieron debido a la caza excesiva por parte de los humanos que entraron en sus hábitats”, dijo Dembitzer. “En este estudio, pusimos a prueba nuestra hipótesis para los mamíferos en un periodo de unos 120.000 años, desde que comenzó la última Edad de Hielo y el momento en que el hombre moderno empezó a extenderse por todo el mundo con armas letales, hasta 500 años antes de nuestra época”.
“Esta hipótesis nos ayuda incluso a explicar el gran número de extinciones en Sudamérica y Australia, ya que los grandes mamíferos que vivían en estos continentes tenían cerebros relativamente pequeños”, dijo.
“Descubrimos que los animales supervivientes tenían cerebros un 53% más grandes de media que las especies extintas evolutivamente relacionadas de un tamaño corporal similar”, dijo el profesor Shai Meiri. “Nuestra hipótesis es que los mamíferos con cerebros más grandes han podido adaptar su comportamiento y afrontar mejor las condiciones cambiantes -principalmente la caza humana y posiblemente los cambios climáticos que se produjeron durante ese periodo- en comparación con los mamíferos con cerebros relativamente pequeños”.
Los investigadores ofrecieron perezosos terrestres gigantes que pesaban cuatro toneladas y un armadillo gigante que pesaba una tonelada como algunos ejemplos de animales grandes con cerebros más pequeños afectados por la extinción generalizada durante la Edad de Hielo. En cambio, los elefantes, rinocerontes e hipopótamos sobrevivieron a este periodo.