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Portada » Ciencia y Tecnología » Estudio israelí vincula genética de TEA y esquizofrenia

Estudio israelí vincula genética de TEA y esquizofrenia

por Hadar Malka
15 de mayo de 2025
en Ciencia y Tecnología

Un estudio de 2012 del Centro Médico Sheba y Suecia identifica conexiones genéticas entre trastorno del espectro autista y esquizofrenia.

Hallazgos genéticos del Centro Médico Sheba en 2012

En 2012, un equipo del Centro Médico Sheba en Israel, en colaboración con instituciones suecas, publicó un estudio que identificó conexiones genéticas entre el trastorno del espectro autista (TEA) y la esquizofrenia. La investigación, basada en análisis de datos poblacionales de Israel y Suecia, examinó registros médicos de miles de individuos para detectar patrones genéticos compartidos. Los resultados sugieren que ciertos genes, como NRXN1 y CNTNAP2, están implicados en ambos trastornos, lo que apunta a mecanismos biológicos comunes. Este trabajo, liderado por investigadores como Joseph Buxbaum, proporcionó una base sólida para futuras investigaciones sobre neurodivergencias y trastornos psiquiátricos.

El estudio recopiló datos de Israel entre 2000 y 2011, y de Suecia entre 1998 y 2007, abarcando a más de 2 millones de personas. De este grupo, 22,156 fueron diagnosticadas con TEA, lo que permitió un análisis estadístico robusto. Los investigadores emplearon modelos genéticos para estimar la heredabilidad, concluyendo que los factores genéticos representan aproximadamente el 80% del riesgo de TEA, con una contribución menor de factores ambientales. La colaboración internacional fortaleció la validez de los hallazgos al comparar poblaciones genéticamente diversas.

Los vínculos genéticos identificados incluyen deleciones y duplicaciones en regiones como 22q11.2 y 15q13.3, asociadas tanto al TEA como a la esquizofrenia. Estas alteraciones, conocidas como variaciones en el número de copias (CNV), afectan la estructura cerebral y la conectividad neuronal. El estudio también destacó que los genes Shank3 y 7q11.23 presentan mutaciones que incrementan la susceptibilidad a ambos trastornos. Estos hallazgos subrayan la complejidad de las bases genéticas de las condiciones neuropsiquiátricas.

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El trabajo del Centro Médico Sheba se centró en la intersección de síntomas entre el TEA y la esquizofrenia, como dificultades en la comunicación social y comportamientos repetitivos. Los investigadores observaron que estas similitudes fenotípicas reflejan un solapamiento genético significativo. La identificación de estos vínculos permite un enfoque más preciso para el diagnóstico y el desarrollo de tratamientos personalizados.

Datos clave sobre conexiones genéticas entre TEA y esquizofrenia

  • Genes implicados: NRXN1, CNTNAP2, Shank3, y regiones 22q11.2 y 15q13.3 muestran mutaciones compartidas.
  • Población estudiada: Más de 2 millones de personas en Israel y Suecia, con 22,156 casos de TEA.
  • Heredabilidad: Factores genéticos explican el 80% del riesgo de TEA, según modelos estadísticos.
  • Método: Análisis de variaciones en el número de copias (CNV) y datos poblacionales.
  • Impacto: Base para diagnósticos precisos y tratamientos personalizados en neuropsiquiatría.

Metodología y colaboración internacional

La investigación combinó datos de registros médicos de Israel y Suecia, enfocándose en nacimientos únicos para evitar sesgos relacionados con gemelos. En Israel, los datos incluyeron nacimientos entre 2000 y 2011, mientras que en Suecia abarcaron de 1998 a 2007. Los investigadores rastrearon la salud de los participantes hasta los 16 años, recopilando información de tres generaciones. Este enfoque longitudinal permitió identificar patrones genéticos heredados y su relación con el TEA y la esquizofrenia.

El equipo utilizó técnicas de hibridación genómica comparativa y secuenciación de exoma para detectar variaciones genéticas. Estas herramientas identificaron CNVs raras pero significativas en genes clave. La colaboración con instituciones suecas, como el Instituto Karolinska, aportó experiencia en epidemiología genética, mientras que el Centro Médico Sheba proporcionó infraestructura de punta para el análisis molecular. La combinación de estas capacidades se saldó con un estudio de gran escala y alta precisión.

El análisis estadístico incluyó modelos que estimaron la contribución de factores genéticos frente a ambientales. Los resultados confirmaron que las influencias genéticas son predominantes, aunque factores como complicaciones obstétricas y edad paterna avanzada también incrementan el riesgo. Estos hallazgos son consistentes con estudios previos, pero la magnitud del estudio de 2012 lo convirtió en un referente en el campo de la genética psiquiátrica.

La cooperación entre Israel y Suecia no solo amplió el alcance del estudio, sino que también demostró la importancia de bases de datos poblacionales robustas. Los registros médicos digitalizados de ambos países facilitaron el acceso a información detallada, un factor crítico para el éxito del proyecto. Este modelo de colaboración ha inspirado investigaciones posteriores en otros países.

Contexto y relevancia de los hallazgos

El estudio de 2012 se publicó en un momento en que la comunidad científica buscaba esclarecer las causas genéticas de los trastornos neuropsiquiátricos. Antes de esta investigación, el TEA y la esquizofrenia se consideraban condiciones etiológicamente distintas, a pesar de sus similitudes sintomáticas. El trabajo del Centro Médico Sheba desafió esta noción al demostrar que ambos trastornos comparten mecanismos patogénicos comunes, como alteraciones en la formación de sinapsis y la conectividad cerebral.

La identificación de genes como NRXN1 y Shank3 ha impulsado estudios posteriores sobre terapias dirigidas. Por ejemplo, investigaciones recientes han explorado cómo estas mutaciones afectan la transmisión sináptica, un proceso clave en la función cerebral. Aunque el estudio no propuso tratamientos específicos, sentó las bases para enfoques farmacológicos y genéticos personalizados.

En Israel, el Centro Médico Sheba continúa liderando investigaciones en genética neuropsiquiátrica. Sus laboratorios han ampliado el análisis a otros trastornos, como el TDAH y la depresión mayor, que también comparten variantes genéticas con el TEA y la esquizofrenia. Estos esfuerzos reflejan el compromiso de Israel con la innovación médica y el avance del conocimiento científico.

El impacto del estudio trasciende las fronteras académicas. Los hallazgos han influido en las guías clínicas para el diagnóstico de trastornos neuropsiquiátricos, promoviendo un enfoque integrado que considera la comorbilidad entre el TEA y la esquizofrenia. Además, han resaltado la necesidad de estudios genéticos a gran escala para abordar la heterogeneidad de estas condiciones.

Antecedentes y marco científico

Antes de 2012, los estudios sobre el TEA y la esquizofrenia se centraban en factores genéticos individuales, con resultados inconsistentes. La hipótesis de un solapamiento genético ya había sido planteada, pero carecía de evidencia sólida. Investigaciones previas, como las de Sullivan et al. (2012), sugirieron que las CNVs raras estaban asociadas con ambos trastornos, pero no contaban con muestras poblacionales tan extensas como el estudio del Centro Médico Sheba.

El marco teórico del estudio se basó en la idea de que los trastornos neuropsiquiátricos forman un continuo genético, donde múltiples genes interactúan con factores ambientales para producir fenotipos diversos. Esta perspectiva, respaldada por el Consorcio de Genómica Psiquiátrica, ha transformado la comprensión de las bases biológicas de la mente humana.

En el contexto israelí, el estudio se benefició de un sistema de salud avanzado que permite el acceso a registros médicos detallados. La población de Israel, con su diversidad genética debido a migraciones históricas, ofreció un escenario único para analizar variaciones genéticas. Suecia, por su parte, aportó una base de datos homogénea y bien documentada, complementando el enfoque del estudio.

El trabajo de 2012 marcó un hito en la genética de los trastornos neuropsiquiátricos. Aunque no resolvió todas las preguntas sobre el TEA y la esquizofrenia, proporcionó un mapa genético que sigue guiando la investigación actual. Su legado perdura en los esfuerzos globales por entender y tratar estas condiciones complejas.

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