Investigadores del Instituto Weizmann identifican principios físicos que explican la propagación asimétrica de grietas, con aplicaciones en ingeniería y medicina.
Leyes físicas explican asimetría en propagación de grietas
Un equipo de físicos del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel publicó un estudio en mayo de 2025 que identifica las leyes físicas detrás de la asimetría en la propagación de grietas en materiales. Los investigadores, liderados por Baruch Barzel y Itamar Kolvin, demostraron que las grietas no se propagan de manera simétrica, como se asumía, sino que siguen patrones asimétricos gobernados por principios universales. Este hallazgo, publicado en la revista Nature Physics, establece un marco teórico que explica por qué las grietas desvían su trayectoria en materiales bajo tensión. Los resultados tienen implicaciones directas para el diseño de materiales más resistentes en sectores como la ingeniería estructural y la medicina regenerativa.
El estudio se centró en experimentos controlados con materiales frágiles, como el vidrio y polímeros, sometidos a tensiones mecánicas. Los científicos observaron que las grietas, al avanzar, tienden a desviarse hacia un lado en lugar de seguir una línea recta. Este comportamiento, conocido como ruptura asimétrica, desafía los modelos clásicos de mecánica de fractura, como los propuestos por Alan Griffith en 1920, que asumían una propag “‘`ación simétrica en materiales homogéneos. Los investigadores utilizaron simulaciones computacionales y análisis matemáticos para modelar la dinámica de las grietas, identificando que la asimetría surge de interacciones locales entre las tensiones en la punta de la grieta y las propiedades microestructurales del material.
El equipo de Weizmann desarrolló un modelo teórico que cuantifica la asimetría en función de parámetros como la energía de fractura y el factor de intensidad de tensiones (K). Según Kolvin, “las grietas no solo rompen el material, sino que lo hacen siguiendo reglas universales que podemos predecir y controlar”. Este modelo predice que la desviación de la grieta depende de la distribución de tensiones en la región cercana a su punta, un fenómeno que los investigadores denominaron “sesgo direccional”. Los experimentos confirmaron que este sesgo es universal, aplicable a diversos materiales, desde metales hasta tejidos biológicos.
Las aplicaciones prácticas del descubrimiento son amplias. En ingeniería, el modelo permite diseñar estructuras que resistan mejor las fracturas, como puentes, edificios o componentes de aeronaves. En medicina, los principios identificados pueden aplicarse al desarrollo de biomateriales para prótesis óseas o tejidos artificiales, donde la resistencia a la fractura es crucial. El estudio también abre la puerta a métodos no destructivos para detectar defectos en materiales, utilizando ondas elásticas para identificar patrones de propagación de grietas antes de que causen fallos catastróficos.

Datos clave sobre la física de grietas en materiales
- Energía de fractura: La energía requerida para propagar una grieta varía según la microestructura del material, con valores típicos de 1 J/m² para vidrio.
- Factor K: El factor de intensidad de tensiones (K1C) mide la resistencia a la fractura; en aceros estructurales, oscila entre 50 y 100 MPa·m^0.5.
- Asimetría universal: La desviación de grietas sigue patrones predecibles, independientemente del tipo de material, desde polímeros hasta tejidos biológicos.
- Aplicaciones: Los modelos de Weizmann mejoran el diseño de materiales para ingeniería (puentes, aviones) y medicina (prótesis, tejidos sintéticos).
Aplicaciones en ingeniería y medicina de las leyes de grietas
El descubrimiento del Instituto Weizmann tiene un impacto directo en la mecánica de fractura, una disciplina que estudia cómo los materiales fallan bajo tensión. Los modelos tradicionales, como la mecánica de fractura elástica lineal (MFEL), asumen que las grietas avanzan de forma estable hasta alcanzar un tamaño crítico. Sin embargo, el nuevo modelo israelí incorpora la asimetría como un factor clave, permitiendo predicciones más precisas sobre el comportamiento de materiales bajo cargas dinámicas. Esto es particularmente relevante para industrias como la aeronáutica, donde los componentes deben soportar ciclos repetitivos de tensión sin fracturarse.
En el ámbito médico, los principios descubiertos por el equipo de Barzel y Kolvin se aplican al diseño de biomateriales. Por ejemplo, los implantes óseos requieren materiales que resistan la propagación de microgrietas causadas por el movimiento corporal. Los investigadores señalaron que el modelo de asimetría puede optimizar la durabilidad de estos implantes, reduciendo el riesgo de fallos. Además, el estudio sugiere que las grietas en tejidos biológicos, como el cartílago, siguen patrones similares, lo que podría guiar el desarrollo de terapias regenerativas.
El trabajo del Instituto Weizmann también aborda la detección de grietas en materiales. Técnicas como la propagación de ondas de Rayleigh, estudiadas por instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, se benefician de los nuevos modelos al predecir cómo las grietas subsuperficiales afectan la integridad estructural. Los investigadores israelíes colaboraron con expertos internacionales para validar sus resultados, utilizando equipos de alta precisión como generadores de pulsos de ondas mecánicas con frecuencias de hasta 200 MHz.
El estudio se basa en décadas de investigación en mecánica de fractura. En 1961, Paul C. Paris introdujo la ecuación que relaciona la velocidad de crecimiento de grietas con el factor de intensidad de tensiones, conocida como la ley de Paris. Sin embargo, esta ecuación no consideraba la asimetría en la propagación. El modelo de Weizmann extiende este marco, incorporando variables como la anisotropía del material y las tensiones locales, lo que mejora la precisión de las predicciones sobre la vida útil de estructuras.
Contexto histórico y avances en mecánica de fractura
La mecánica de fractura como disciplina comenzó a principios del siglo XX con los trabajos de Alan Griffith, quien estableció que la fractura ocurre cuando la energía libre alcanza un valor crítico. Su teoría, publicada en 1920, sentó las bases para entender cómo las grietas debilitan los materiales. Sin embargo, los modelos de Griffith eran limitados a materiales frágiles y no explicaban fenómenos como la asimetría observada en materiales modernos. En las décadas siguientes, científicos como George Irwin desarrollaron la mecánica de fractura elástica lineal, introduciendo el concepto de factor de intensidad de tensiones (K).
En la actualidad, la mecánica de fractura abarca materiales complejos, desde aceros estructurales hasta polímeros y biomateriales. Los avances en técnicas experimentales, como la difracción de rayos X y la microscopía electrónica, han permitido estudiar la propagación de grietas a nivel microestructural. Por ejemplo, investigaciones en la Universidad Tecnológica de Pereira han demostrado que las grietas en metales se originan en defectos cristalográficos, como dislocaciones, que actúan como concentradores de tensión.
El estudio del Instituto Weizmann se distingue por su enfoque en la universalidad de la asimetría. A diferencia de investigaciones previas, que se centraban en materiales específicos, el modelo israelí aplica principios generales a una amplia gama de materiales. Los investigadores utilizaron simulaciones de dinámica molecular para analizar cómo las interacciones atómicas influyen en la trayectoria de las grietas, un enfoque que complementa los métodos experimentales tradicionales.
La colaboración internacional ha sido clave para validar los resultados. Equipos de instituciones como el Instituto Mexicano del Transporte y la Universidad de Guanajuato han aportado datos sobre la propagación de grietas en aceros y concretos, confirmando que la asimetría es un fenómeno universal. Estos esfuerzos destacan la importancia de la mecánica de fractura en la prevención de fallos estructurales, como los observados en accidentes históricos, como el colapso del ala de un F-111 en 1969, atribuido a una grieta no detectada.