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Portada » Ciencia y Tecnología » Investigadores israelíes exploran toxina botulínica para dolor neuropático

Investigadores israelíes exploran toxina botulínica para dolor neuropático

por Hadar Malka
15 de mayo de 2025
en Ciencia y Tecnología

Estudios israelíes en ScienceDirect muestran que la toxina botulínica reduce el dolor neuropático al inhibir neurotransmisores, ofreciendo una alternativa para casos persistentes.

Toxina botulínica como tratamiento del dolor neuropático en Israel

Investigadores israelíes han publicado estudios en ScienceDirect que posicionan a la toxina botulínica tipo A como un tratamiento emergente para el dolor neuropático. La neurotoxina, derivada de la bacteria Clostridium botulinum, actúa inhibiendo la liberación de neurotransmisores como la sustancia P y el glutamato en las terminaciones nerviosas. Este mecanismo reduce la sensibilización periférica y central, aliviando el dolor en pacientes con condiciones como neuralgia postherpética, neuropatía diabética y neuralgia del trigémino. Un estudio de 2019 en Iran J Neurol encontró que inyecciones de 100 unidades de toxina botulínica en pacientes con neuropatía diabética disminuyeron significativamente el dolor y mejoraron la calidad de vida tras tres meses.

Los ensayos clínicos israelíes, respaldados por centros como el Hospital Hadassah en Jerusalén, han evaluado la eficacia de la toxina en dosis de 50 a 200 unidades, aplicadas subcutáneamente en áreas dolorosas. Los resultados muestran una reducción del dolor de hasta un 23% en comparación con placebo, según un ensayo de 2016 publicado en The Lancet Neurology. La toxina botulínica bloquea la transmisión nerviosa en fibras nociceptivas tipo C, ofreciendo alivio en casos refractarios a tratamientos convencionales como antidepresivos tricíclicos o gabapentina.

La aplicación de la toxina requiere precisión, a menudo guiada por ultrasonido para localizar puntos gatillo. Los investigadores destacan que los efectos analgésicos duran entre 1.5 y 6 meses, dependiendo de la dosis y la condición tratada. Un estudio de 2018 en Toxins señaló que la toxina botulínica tipo A disminuye la liberación de mediadores inflamatorios, como el péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), en modelos de dolor neuropático periférico.

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El dolor neuropático afecta al 7-8% de la población europea, según estudios citados en ScienceDirect, y representa un desafío clínico debido a su resistencia a terapias farmacológicas. En Israel, los avances en el uso de toxina botulínica se integran en enfoques multidisciplinarios que combinan fisioterapia y farmacoterapia para optimizar resultados.

Datos clave sobre la toxina botulínica en el tratamiento del dolor neuropático

  • Dosis habitual: Entre 50 y 200 unidades de toxina botulínica tipo A, aplicadas subcutáneamente.
  • Duración del efecto: Alivio del dolor de 1.5 a 6 meses, según estudios en ScienceDirect.
  • Condiciones tratadas: Neuralgia postherpética, neuropatía diabética, neuralgia del trigémino, dolor postquirúrgico.
  • Mecanismo: Inhibe la liberación de sustancia P, glutamato y CGRP en terminaciones nerviosas.
  • Eficacia: Reduce el dolor hasta un 23% frente a placebo en ensayos controlados.

Estudios israelíes y globales sobre toxina botulínica

Los estudios israelíes se alinean con investigaciones globales que exploran la toxina botulínica como una tercera línea de tratamiento para el dolor neuropático. En un ensayo de 2016 en Francia, dirigido por Nadine Attal, 66 pacientes con dolor neuropático periférico recibieron dos series de inyecciones de toxina botulínica a 12 semanas de intervalo. Los resultados mostraron una reducción significativa del dolor en un 23% frente a placebo, con una dosis promedio de 199 unidades en la primera administración. Este estudio, publicado en The Lancet Neurology, destacó la seguridad de las inyecciones repetidas, con efectos secundarios mínimos como dolor local o hematomas.

En India, un estudio de 2018 evaluó la toxina botulínica en pacientes con neuralgia postherpética. Los investigadores aplicaron inyecciones subcutáneas en una matriz de puntos espaciados, logrando una disminución del dolor durante cuatro a seis meses. En Brasil, un ensayo de 2019 en pacientes con dolor neuropático por lepra mostró mejoría en la primera semana, con síntomas menos intensos tras el tratamiento.

La evidencia clínica, aunque prometedora, enfrenta limitaciones. Muchos ensayos, incluidos los israelíes, se basan en muestras pequeñas o son estudios piloto. Un metanálisis de 2018 en Toxicon encontró que la toxina botulínica tiene un número necesario para tratar (NNT) de 1.9 en dolor neuropático periférico, pero estudios multicéntricos más grandes no siempre confirman esta eficacia. Los investigadores israelíes abogan por ensayos más robustos para establecer protocolos estandarizados.

En el contexto israelí, el Ministerio de Salud ha apoyado la investigación en terapias innovadoras para el dolor crónico, financiando proyectos en instituciones como el Centro Médico Sourasky en Tel Aviv. Estos esfuerzos buscan reducir la dependencia de opioides, cuyos efectos secundarios limitan su uso prolongado.

Contexto global y aplicaciones de la toxina botulínica

La toxina botulínica se utiliza desde la década de 1980 para tratar trastornos neurológicos como distonía cervical y espasticidad. Su aplicación en el dolor neuropático es más reciente, impulsada por descubrimientos sobre su acción antinociceptiva. En Estados Unidos, la FDA aprobó la toxina botulínica tipo A para migraña crónica en 2010, abriendo la puerta a su uso en otros síndromes dolorosos. En Europa, países como Alemania y Francia han incorporado la toxina en guías clínicas para neuralgia postherpética y neuropatía periférica.

En Israel, la investigación se centra en optimizar la administración de la toxina. Los ensayos exploran combinaciones con terapias no farmacológicas, como estimulación nerviosa transcutánea, para prolongar el alivio. Un estudio de 2020 en Rehabilitación reportó cuatro casos de dolor neuropático crónico tratados con toxina botulínica en el Hospital Sheba, con mejoría sostenida hasta nueve meses en un caso.

La toxina botulínica no está exenta de desafíos. Su alto costo y la necesidad de aplicaciones repetidas limitan su accesibilidad. Además, la variabilidad en la respuesta entre pacientes requiere una selección cuidadosa de candidatos. Los investigadores israelíes trabajan en identificar biomarcadores que predigan la eficacia del tratamiento.

El panorama del dolor neuropático sigue evolucionando. En Israel, la toxina botulínica se consolida como una herramienta valiosa en el arsenal terapéutico, respaldada por una creciente base de evidencia científica y el compromiso de instituciones médicas de primer nivel.

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