El Ministerio de Salud de Israel reveló en su informe de equidad de 2023 profundas diferencias en el acceso a servicios médicos entre regiones y comunidades. Publicado el lunes, el documento expone brechas significativas que afectan la calidad de la atención sanitaria en el país.
Los habitantes del centro de Israel y Judea y Samaria cuentan con un acceso notablemente superior a servicios médicos en comparación con los del norte y sur. Esta disparidad se refleja en la disponibilidad de profesionales de la salud, infraestructura hospitalaria y tratamientos especializados, según el informe.
Diferencias sustanciales entre las poblaciones judía y árabe también emergen en el análisis. La mortalidad infantil y la esperanza de vida muestran brechas marcadas, especialmente entre hombres. “Un sistema de salud sólido y equitativo constituye un pilar esencial para la resiliencia social y nacional de Israel”, afirmó el ministro de Salud, Uriel Buso. “Este informe identifica los desafíos clave que debemos enfrentar con determinación para reducir estas desigualdades”, añadió.
La mortalidad infantil revela contrastes alarmantes. En la población general, la tasa es de dos bebés por cada 1.000 nacidos vivos, pero en las comunidades árabes asciende a 5,3. En el sur, esta cifra alcanza 9,2 muertes por cada 1.000 nacimientos, mientras que el Distrito Central y Tel Aviv reportan tasas más bajas, de 1,5 y 1,8, respectivamente. Jerusalén registra 2,6.
En cuanto a la esperanza de vida, el promedio nacional es de 83,3 años. Sin embargo, los hombres judíos alcanzan los 81,5 años, mientras que los hombres árabes promedian 78,2 años, una diferencia que se ha ampliado recientemente. Las mujeres árabes, en cambio, muestran avances: su esperanza de vida creció 2,3 años en la última década, situándose en 83,2 años, acercándose a las mujeres judías, con 85,8 años.
La distribución de profesionales médicos agrava las desigualdades regionales. Haifa, Tel Aviv y el Distrito Central cuentan con 5,5, 5,0 y 4,2 médicos por cada 1.000 habitantes, respectivamente, frente a 3,2 en el norte y 2,7 en el sur. El promedio nacional es de 3,9. La disponibilidad de enfermeras, fisioterapeutas, dietistas y logopedas sigue un patrón similar. Las camas hospitalarias también escasean en la periferia: el norte y el sur tienen 1,5 y 1,4 camas por cada 1.000 habitantes, respectivamente, frente a 2,3 en Haifa y Tel Aviv, y 1,9 en Jerusalén. El promedio nacional de 1.716 camas por cada 1.000 habitantes está muy por debajo del estándar de la OCDE de 2022, que es de 3,81.
La atención especializada, como la oncología y la rehabilitación, enfrenta limitaciones severas en la periferia. El 60 % de los tratamientos oncológicos se concentra en cuatro hospitales del centro, dejando desatendidas amplias zonas del norte y sur.
El informe también destaca la representación desigual en el personal sanitario. Los jaredíes apenas participan en profesiones médicas, con una presencia prácticamente nula entre estudiantes de medicina. Por el contrario, los árabes están bien integrados: representan el 21 % de la población, pero constituyen el 25 % de los médicos, el 27 % de las enfermeras y el 49 % de los farmacéuticos. El 75 % de los estudiantes de medicina árabes estudió en el extranjero.
Para abordar estas disparidades, el Ministerio de Salud destinó entre 2024 y 2025 más de 300 millones de NIS ($85,91 millones) a programas en la periferia, enfocados en mejorar la infraestructura sanitaria, la formación de profesionales y la atención a comunidades árabes, jaredíes y etíopes. Un fondo de 100 millones de NIS ($28,64 millones) se asignó específicamente para desarrollar infraestructura en ciudades árabes. Además, se implementaron reformas para fortalecer profesiones médicas críticas, modernizar clínicas comunitarias y expandir servicios de salud mental, desarrollo infantil y tratamiento de adicciones, con énfasis en la equidad regional.
“Garantizar que cada ciudadano reciba atención médica adecuada, sin distinciones ni barreras, es nuestra responsabilidad”, destacó Buso. Por su parte, el director general del ministerio, Moshe Bar Siman-Tov, señaló: “La desigualdad en la salud, un desafío previo a la guerra, se aumentó tras 20 meses de conflicto”.