Técnicas avanzadas de Israel rehabilitan suelos salinos con cultivos tolerantes y enmiendas, ampliando tierras cultivables en zonas áridas.
Innovaciones israelíes combaten la salinidad del suelo
Investigadores del Instituto Zuckerberg y la Universidad Ben-Gurión han desarrollado técnicas que transforman suelos salinos en tierras productivas. Mediante cultivos tolerantes a la salinidad y enmiendas orgánicas, Israel logra cultivar en áreas antes inutilizables. Estas estrategias, aplicadas en el Desierto del Néguev, incrementan la superficie arable y fortalecen la seguridad alimentaria. Los métodos incluyen el lavado de suelos con agua reciclada y la introducción de variedades de plantas resistentes, como el trigo y la cebada adaptados a condiciones salinas.
El proceso comienza con un diagnóstico preciso de la salinidad del suelo, midiendo la conductividad eléctrica (CE) y el porcentaje de sodio intercambiable (PSI). En suelos con CE superior a 4 dS/m, los investigadores aplican enmiendas como yeso y materia orgánica para mejorar la estructura del suelo. El Instituto Zuckerberg ha perfeccionado el uso de agua reciclada de baja salinidad, que lixivia sales solubles sin dañar el medioambiente. Este enfoque reduce la acumulación de sodio y mejora la permeabilidad del suelo, permitiendo el cultivo en regiones áridas.
Los cultivos tolerantes, desarrollados tras años de investigación genética, son clave en este proceso. Variedades de tomate, alfalfa y hierba de Sudán, diseñadas para resistir altos niveles de sal, prosperan en suelos donde otros cultivos fracasan. Estas plantas no solo producen rendimientos viables, sino que también estabilizan el suelo, previniendo la erosión. La Universidad Ben-Gurión ha liderado estudios que combinan estas especies con microorganismos beneficiosos, como micorrizas, que potencian la absorción de nutrientes.
El impacto de estas técnicas trasciende Israel. Países como Jordania y Egipto han adoptado métodos similares, exportados a través de acuerdos de cooperación. En 2023, un proyecto en el Valle del Jordán rehabilitó 1,200 hectáreas de suelos salinos, aumentando la producción de forraje en un 30%. Estas innovaciones responden a la creciente demanda de alimentos en regiones afectadas por la desertificación y el cambio climático.
Estrategias clave para la rehabilitación de suelos salinos
- Lavado de suelos: Uso de agua reciclada de baja salinidad para lixiviar sales solubles, reduciendo la conductividad eléctrica a niveles aptos para cultivos.
- Enmiendas orgánicas: Aplicación de estiércol y biocompost para mejorar la estructura y permeabilidad del suelo, facilitando el drenaje.
- Cultivos tolerantes: Variedades de trigo, cebada y alfalfa diseñadas genéticamente para resistir salinidad y sodio, ideales para suelos degradados.
- Microorganismos: Inoculación con micorrizas y biofertilizantes para aumentar la absorción de nutrientes y reducir el estrés salino.
- Drenaje eficiente: Sistemas de drenaje entubado en espina de pescado para evitar la acumulación de sales en la zona radicular.
Tecnologías avanzadas para suelos áridos y productivos

Las técnicas israelíes integran tecnologías avanzadas para maximizar la eficiencia. Los sistemas de riego por goteo, desarrollados en Israel, aplican agua de manera precisa, minimizando la evaporación y la acumulación de sales. Sensores de suelo, utilizados por el Instituto Zuckerberg, monitorean en tiempo real la salinidad y la humedad, ajustando el riego según las necesidades del cultivo. En un estudio de 2022, parcelas tratadas con este método en el Néguev redujeron la CE de 8 dS/m a 2 dS/m en 18 meses.
La investigación genética también juega un papel crucial. La Universidad Ben-Gurión ha identificado genes que confieren tolerancia a la salinidad en plantas, permitiendo el desarrollo de cultivos con mayor resistencia. En 2024, un nuevo cultivar de trigo, capaz de soportar niveles de salinidad de hasta 10 dS/m, alcanzó rendimientos de 4 toneladas por hectárea en suelos previamente improductivos. Estos avances se complementan con el uso de biofertilizantes, que estimulan la actividad microbiana y mejoran la fertilidad del suelo.
El enfoque israelí también considera la sostenibilidad. El reciclaje de agua residual, tratado para eliminar contaminantes, reduce la dependencia de fuentes de agua dulce, un recurso escaso en la región. En el Desierto de Aravá, el 90% del agua de riego proviene de plantas desalinizadoras y sistemas de reciclaje. Este modelo ha permitido cultivar hortalizas de alto valor, como pimientos y tomates, en suelos salinos, generando ingresos para comunidades locales.
La cooperación internacional amplifica estos logros. Israel ha compartido su experiencia en foros como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde presentó en 2023 un plan para rehabilitar 10,000 hectáreas de suelos salinos en África. Proyectos piloto en Etiopía y Kenia han mostrado resultados prometedores, con un aumento del 25% en la producción de cultivos forrajeros en suelos tratados.
Contexto global de la salinización y soluciones israelíes
La salinización afecta a más de 800 millones de hectáreas de suelos agrícolas en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Este problema, agravado por el riego inadecuado y el cambio climático, reduce la productividad de las tierras en un 20% anual en algunas regiones. Israel, con un 60% de su territorio clasificado como árido, ha enfrentado este desafío durante décadas, convirtiéndose en líder en la gestión de suelos degradados.
Los métodos tradicionales, como el uso de enmiendas químicas como yeso y azufre, han perdido eficacia debido a su alto costo y resultados inconsistentes. En contraste, las técnicas israelíes combinan enfoques biológicos, químicos y tecnológicos. Por ejemplo, el uso de biopolímeros, desarrollados por el Instituto Zuckerberg, estabiliza la estructura del suelo, facilitando el lavado de sales. En pruebas realizadas en 2021, estos biopolímeros aumentaron la infiltración de agua en un 40% en suelos salino-sódicos.
La experiencia de Israel también se basa en lecciones históricas. Desde la fundación del estado en 1948, el país ha priorizado la agricultura en condiciones adversas. En la década de 1960, los primeros kibutzim en el Néguev experimentaron con cultivos tolerantes y sistemas de drenaje, sentando las bases para las innovaciones actuales. Hoy, el 95% de los alimentos consumidos en Israel se producen localmente, un logro atribuido en parte a la recuperación de suelos salinos.
El futuro de estas técnicas depende de la investigación continua. La Universidad Ben-Gurión planea lanzar en 2026 un centro dedicado a la biotecnología de suelos salinos, con el objetivo de desarrollar nuevos cultivos y microorganismos. Mientras tanto, Israel sigue exportando su modelo, capacitando a agricultores en regiones afectadas por la salinización, desde el Medio Oriente hasta América Latina, donde países como Chile y Perú han mostrado interés en estas soluciones.