En medio de las tensiones políticas del Medio Oriente, un esfuerzo de conservación protagonizado por la lechuza común ha reunido a expertos árabes e israelíes. Esta colaboración, que nació en condiciones improbables, ha comenzado a captar atención internacional.
Un grupo de especialistas de 12 países se congregó recientemente en Grecia para discutir estrategias que respalden a esta ave, cuyo proyecto de conservación comenzó hace décadas entre Israel y Jordania. Con un tamaño comparable al de una caja de zapatos y una distintiva cara en forma de luna, la lechuza es un eficaz controlador de plagas, ayudando a proteger los cultivos al eliminar roedores y otros animales problemáticos.
Según Yossi Leshem, profesor de la Universidad de Tel Aviv, una pareja de lechuzas puede consumir entre 2.000 y 6.000 roedores al año, lo que permite a los agricultores prescindir del uso de pesticidas. Sin embargo, la urbanización ha reducido los espacios naturales para sus nidos, lo que ha afectado sus poblaciones. Las iniciativas para su conservación buscan protegerla de la invasión urbana mediante la creación de nidos artificiales, como cajas de madera modificadas, y la reducción de pesticidas que ponen en peligro su vida.
Leshem, quien inició el proyecto de anidación en los años 80, vio cómo una pequeña iniciativa en un kibutz se transformaba en un esfuerzo nacional con 5.000 cajas distribuidas en Israel y varias alianzas con otros países como Jordania, Palestina, Chipre y Marruecos. En 2002, Leshem se unió al general retirado Mansour Abu Rashid para expandir el proyecto a Jordania, donde introdujeron transmisores de radio livianos para seguir el movimiento de las aves.
“Las lechuzas no entienden de fronteras. Vuelan entre Jordania, Palestina e Israel”, señala Leshem. “Son un símbolo de cooperación”. Esta región, un cruce de rutas migratorias clave, es crucial para la conservación de muchas especies de aves. A pesar de las dificultades derivadas de los conflictos, la colaboración entre científicos árabes e israelíes ha continuado, incluso mediante congresos y encuentros virtuales.
La guerra en Gaza ha tenido un impacto en el programa, especialmente debido a la destrucción de tierras agrícolas y la quema de nidos cercanos a la frontera israelí. Leshem asegura que, a pesar de los obstáculos, el proyecto sigue adelante: “Nunca nos detenemos, simplemente seguimos adelante”. Además, uno de los retos ha sido enfrentar las antiguas supersticiones sobre las lechuzas en la región, donde a menudo se les asocia con la mala suerte. En Jordania, por ejemplo, se recurrió a imanes para contrarrestar estas creencias, involucrando a las comunidades locales en programas de concienciación y presentando a las aves de una manera más positiva.
El general Abu Rashid, quien ha dedicado su vida a la paz tras su carrera militar, considera que la ciencia es una herramienta poderosa para unir incluso a aquellos que han sido adversarios. Tras ser negociador en los acuerdos de paz entre Jordania e Israel, este ex director de inteligencia militar sigue trabajando por la reconciliación a través de proyectos como el de la lechuza.
El proyecto ha atraído a líderes mundiales como el expresidente estadounidense Jimmy Carter, la excanciller alemana Angela Merkel y el Papa Francisco, quienes han mostrado su apoyo. El científico suizo Alexandre Roulin también destacó la importancia de este modelo, que está siendo adoptado en varios países europeos, ayudando a la recuperación de las poblaciones de lechuza tras la desaparición de sus sitios tradicionales de anidación, como graneros y áticos de granjas.
Roulin, profesor en la Universidad de Lausana, explicó que las plumas blancas de estas aves nocturnas reflejan la luz de la luna, lo que les da una apariencia fantasmal que las convierte en depredadores eficaces. Además, las lechuzas tienen una visión excepcional, pudiendo girar su cabeza hasta 270 grados, lo que las hace aún más efectivas en la caza.
La conferencia en Grecia, que finalizó el viernes, fue la tercera de este tipo desde 2018. Este año, se unieron nuevos participantes de países como Alemania, Georgia y Ucrania. Los organizadores esperan que la reunión del próximo año en Ginebra reciba aún más delegaciones. Durante la conferencia, se compartieron conocimientos sobre cómo adaptar lechuzas criadas en zoológicos a su entorno natural y otros métodos innovadores de conservación.
Vasileios Bontzorlos, director del grupo ambiental griego TYTO, organizador del evento, resaltó que el interés en estas iniciativas está creciendo a nivel global, con más funcionarios agrícolas dispuestos a adoptar soluciones naturales. “Hace años visité Israel, Jordania y Palestina y me senté en la misma mesa con personas de las tres nacionalidades. Ser anfitrión de estos debates en Grecia me da esperanza. Esto demuestra que, incluso en tiempos difíciles, la cooperación es posible”, concluyó Bontzorlos.