Un equipo de médicos del Centro Médico Sheba en Tel Hashomer planea llevar a cabo un ensayo clínico con radioterapia de baja dosis para combatir el coronavirus. Sería el primero de su tipo en Israel y uno de los pocos estudios similares en todo el mundo.
Unos 30 pacientes participarán en el estudio durante las próximas 15 semanas, mencionó el Prof. Zvi Symon del Departamento de Oncología Radiológica de Sheba al Jerusalén Post. El ensayo se basa en la hipótesis de que la radioterapia de baja dosis (LDRT) podría mejorar los resultados clínicos, radiográficos e inmunológicos en los pacientes hospitalizados por la COVID-19 con neumonía y síndrome respiratorio agudo severo, añadió.
“Cuando comenzó la crisis de la COVID-19, había algunos radioterapeutas mayores en el mundo que recordaban que hace 70 años algunos médicos utilizaban radioterapia de baja dosis para tratar la neumonía”, afirmó Symon.
Los investigadores comenzaron a investigar esa terapia y encontraron que entre 1905 y 1946, los resultados de unos 700 pacientes con neumonía tratados con LDRT mostraron que conducía a mejoras clínicas mensurables en las horas y días posteriores a la administración. Estas incluían una mejor respiración, menos fiebre y una mejor oportunidad de supervivencia.
Estos estudios tuvieron lugar antes de la era de los ensayos clínicos aleatorios y las revistas revisadas por pares, indicó Symon, y agregó: “Hoy en día no está muy claro cuántas de ellas eran neumonías bacterianas, cuántas eran neumonías virales y cuántas eran neumonías de respuesta inmunológica. Pero ver esos resultados fue muy alentador”.
Poco después, los médicos de Sheba se encontraron con un artículo publicado por investigadores de la Universidad de Emory en Atlanta que mostraba que cuando trataron a cinco pacientes con coronavirus con LDRT y compararon los resultados con un grupo de control, los que lo recibieron tenían un 40% menos de necesidad de ventilación mecánica y cuidados intensivos que los que no lo recibieron.
“Cuando vimos esto, intentamos despertar el interés en Sheba, y el jefe de la unidad de cuidados intensivos a cargo de los pacientes con coronavirus en Sheba quedó impresionado por estos hallazgos y frustrado por el hecho de que a tantos pacientes de la UCI les iba mal y no había buenas terapias”, informó Symon al Post.
El equipo se encontró con mucha oposición por parte de ciertos médicos que tenían miedo de los efectos secundarios de la radiación, pero presentaron una propuesta a la junta de revisión interna para ensayos con humanos y animales, continuó. Hicieron un fuerte argumento para su caso y recibieron la aprobación del Ministerio de Salud esta semana.
“Un proceso que normalmente llevaría meses se completó en dos semanas y media, y después de varias rondas de aclaraciones y enmiendas y explicaciones, el Ministerio de Salud ha aprobado ahora el protocolo”, señaló Symon. “Nuestro objetivo es empezar la semana que viene”.
Si bien la radiación se utiliza generalmente en el tratamiento de las neoplasias malignas, los médicos de todo el mundo han ampliado su aplicabilidad a diversas enfermedades benignas.
El protocolo exige una inyección de radiación a ambos pulmones en una dosis muy pequeña, aproximadamente una 70 o una 100ava parte de la dosis utilizada para tratar el cáncer, manifestó Symon.
“No hay toxicidad aguda o daño asociado con este tipo de dosis de radiación, al menos a simple vista”, explicó.
Pero las células son sensibles y se ven afectadas por el tratamiento, que, en los pacientes que el hospital pudo tratar hasta ahora bajo el paraguas de uso compasivo, ayudó a que se les quitara el oxígeno y se sintieran mejor y se mejoraran rápidamente, señaló Symon.
“Los pacientes que recibieron la radiación mejoraron y lograron dejar de recibir oxígeno y pudieron respirar bien en tres o cuatro días, mientras que otros pacientes que no recibieron la radiación tardaron un promedio de 12 días después de la neumonía”, continuó.
El tratamiento debe administrarse en el momento adecuado, que es el comienzo de los síntomas agudos y antes de que la COVID-19 haya causado un daño multiorgánico abrumador, mencionó Symon.
Llevar a cabo el protocolo es un “enorme problema logístico”, añadió. Cuando el equipo quiere transportar a un paciente que es positivo para la COVID-19, debe asegurarse de que no haya pacientes con cáncer en el departamento de radiación. Hasta ahora, cualquier tratamiento de uso compasivo se ha dado después de horas.
Los pacientes con coronavirus no pasan por los pasillos del hospital; son transportados en un vehículo desde una salida especial en la sala de la COVID-19 hasta una entrada especial en la sala de radiación por un equipo totalmente vestido con equipo de protección personal completo. Reciben la radiación y luego son transportados de vuelta a su sala. El procedimiento dura unos 30 o 40 minutos.
Una vez que los pacientes terminan su tratamiento, un equipo de desintoxicación y saneamiento esteriliza la sala, incluyendo el piso, las máquinas y cualquier otra cosa que pueda haber sido tocada, para garantizar la seguridad de los pacientes con cáncer que necesitarán la radiación al día siguiente.
El ensayo clínico permitirá a Sheba administrar la radiación a los pacientes hasta dos veces por semana, afirmó Symon al Post.
“La radiación sigue siendo la droga más efectiva en todos los cánceres”, expresó. “Creemos firmemente que podremos salvar las vidas de algunos de nuestros abuelos y abuelas”.