El tipo más letal de tumor cerebral, conocido como glioblastoma, ha sido erradicado en ratones gracias a una investigación realizada en Israel.
Los investigadores de la Universidad de Tel Aviv, que dirigieron el estudio que se publicó posteriormente en una revista académica, intentan actualmente encontrar medicamentos que tengan el mismo efecto en los seres humanos. Si todo va bien, esperan poder reutilizar un medicamento ya existente que resulte prometedor en un plazo de dos años.
El Dr. Lior Mayo, inmunólogo cerebral y autor principal del estudio, explicó que el objetivo era “matar de hambre” a los tumores de glioblastoma cortando su suministro de oxígeno.
Cuando es posible, dijo a The Times of Israel, los médicos utilizan la quimioterapia y otros métodos directos para combatir los tumores malignos. En cambio, “decidimos examinar si hay algo que podamos cambiar en el entorno del tumor que pueda afectarlo”, declaró.
Los astrocitos con forma de estrella son un tipo de célula cerebral llamada astrocito. Los astrocitos de la zona que rodea a un tumor de glioblastoma asumen un papel muy activo. Mayo y sus estudiantes de doctorado Adi Tessler y Rita Perelroizen se interesaron por el papel de los astrocitos en el desarrollo de los tumores.
Con la ayuda de la ingeniería genética, pudo crear ratones con tumores de glioblastoma y eliminar después todos los astrocitos de la zona. Los tumores “desaparecieron y permanecieron ausentes mientras inhibimos los astrocitos”, dijo.
“Incluso cuando dejamos de inhibir los astrocitos, alrededor del 85 % de los ratones siguieron en remisión. Sin embargo, todos los ratones del grupo de control, en el que los astrocitos permanecieron inalterados, acabaron sucumbiendo a sus lesiones”.
Como escriben los autores en Brain, “dirigirse a la señalización inmunometabólica de los astrocitos puede ser eficaz para tratar este tumor cerebral uniformemente mortal”.
De este estudio se desprenden dos conclusiones principales: los astrocitos ayudan a los cánceres. En primer lugar, manipulan las células inmunitarias que, de otro modo, defenderían al organismo contra el cáncer. Para ello, los astrocitos secretan proteínas en los tumores.
En un segundo paso, los astrocitos convierten el colesterol del torrente sanguíneo en una fuente de combustible para los tumores. Aunque ya se sabía que los tumores cerebrales pueden obtener su suministro de energía del colesterol, se desconocían los entresijos de dónde y cómo se produce.
“Descubrimos que los astrocitos suministran la energía necesaria para el crecimiento del tumor”, explicó Mayo. “Esta energía se segrega en forma de colesterol”. El colesterol se sintetiza en energía y luego se envía a las células tumorales, que lo utilizan como combustible.
Señaló que el siguiente paso de su equipo es intentar adaptar su descubrimiento a una terapia para pacientes humanos. Somos optimistas, señaló. “Prevemos que tardaremos unos dos años en readaptar un fármaco ya existente, pero si se requiere un medicamento completamente nuevo, el proceso será mucho más largo”.
¿La reunión final? Una mujer griega de 92 años que salvó a judíos durante la Segunda Guerra Mundial visita Jerusalén para reencontrarse con las personas que rescató.