Cada vez hay más pruebas de que la exposición habitual a un grupo de sustancias químicas utilizadas en diversos artículos domésticos, como ollas y sartenes, está relacionada con un aumento de las tasas de cáncer.
Un nuevo estudio que examina la correlación entre el cáncer de hígado y la presencia de estas sustancias químicas en los seres humanos descubrió que las personas con los niveles más altos de exposición tenían cientos de probabilidades más de acabar desarrollando la enfermedad.
Los PFAS son un gran grupo de 4700 sustancias químicas que contaminan el suelo y las aguas subterráneas, ya que las sustancias que contienen se descomponen muy lentamente y se acumulan con el tiempo, y este proceso también ocurre en el cuerpo.
Los PFAS, utilizados en muchos productos industriales y de consumo, se descubrieron por primera vez en la sangre de personas que trabajaban con estas sustancias químicas en la década de 1970. En la década de 1990 se encontraron en la sangre de personas que no trabajaban con sustancias químicas, lo que llevó a una creciente concienciación sobre los posibles riesgos para la salud.
Algunos fabricantes han dejado de utilizar el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y el ácido 1-Octanosulfónico (PFAS), pero como son de larga duración, los PFAS se encuentran en el agua potable, en muchos productos alimentarios y en la sangre de más del 98% de los adultos estadounidenses.
Este estudio, publicado en JHEP Reports, es el primero que demuestra una relación clara entre cualquier tipo de PFAS y el carcinoma de hígado en humanos.
Nuevo estudio que rastrea los cánceres relacionados
Un equipo de investigación de la Facultad de Medicina Krelated eck de la Universidad del Sur de California pudo utilizar muestras humanas recogidas en el marco de un gran estudio epidemiológico, una colaboración entre Keck y la Universidad de Hawái denominada Estudio de Cohortes Multiétnicas.
Este proyecto hizo un seguimiento de más de 200.000 residentes de Los Ángeles y Hawái para comprobar si desarrollaban cáncer y/o otras enfermedades.
Este conjunto de muestras de sangre y tejidos humanos permitió al equipo de investigación encontrar a 50 participantes que acabaron desarrollando cáncer de hígado, evaluar las muestras de sangre tomadas antes de su diagnóstico de cáncer y comparar a 50 personas que no desarrollaron cáncer durante el mismo estudio.
La doctora Veronica Wendy Stevan, profesora de ciencias de la población y la salud pública en Keck, afirma que una de las razones por las que se han realizado pocos estudios en humanos es que se necesitan las muestras adecuadas. Para comprobar si la exposición ambiental es un factor que influye en el desarrollo del cáncer de una persona, se necesitan muestras de sangre y tejidos varios años antes del diagnóstico para poder seguir la progresión de la enfermedad.
Los investigadores encontraron varios tipos de PFAS en las muestras de sangre tomadas antes de que un participante desarrollara cáncer de hígado.
¿Están los PFAS relacionados con el cáncer de hígado?
El estudio descubrió que la relación más fuerte era la existente entre los PFAS y el cáncer de hígado, y que los sujetos que se encontraban en el 10% superior de exposición a los PFAS tenían 4,5 veces más probabilidades de desarrollar cáncer de hígado que los que tenían los niveles más bajos de PFAS en sangre.
El equipo de investigación también pudo mostrar las posibles formas en que los PFAS alteraban la función normal del hígado. Su evaluación de las muestras encontró pruebas de que los PFAS parecen alterar el proceso normal del metabolismo de la glucosa, el metabolismo de los ácidos biliares y el metabolismo de los aminoácidos de cadena ramificada en el hígado.
La alteración de los procesos metabólicos normales en el hígado puede hacer que se acumule más grasa en el hígado, una enfermedad conocida como hígado graso no alcohólico. En los últimos años se ha producido un aumento espectacular e inexplicable de esta enfermedad en todo el mundo, lo que es preocupante porque las personas que la padecen tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar cáncer de hígado.
Según las estimaciones, se espera que la enfermedad del hígado graso afecte al 30% de los adultos estadounidenses en 2030.