La tecnología no salvará a Israel del novedoso coronavirus, según la Dra. Tehilla Shwartz Altshuler.
“La tecnología es una herramienta”, declaró al Jerusalén Post. “No puede reemplazar las pruebas, el rastreo o el distanciamiento social”.
Shwartz Altshuler, jefe del programa Democracia en la Era de la Información del Instituto Israelí para la Democracia, habló con el Post al día siguiente de que ella y su colega Rachel Aridor Hershkovitz publicaron un nuevo documento de política a través de Brookings titulado “Rastreo digital de contactos y el Coronavirus”: Perspectivas israelíes y comparativas”.
Manifestó que Israel no logró detener una segunda oleada de coronavirus porque el Ministerio de Salud asumió que podía confiar en la vigilancia del Shin Bet (Agencia de Seguridad de Israel) para aislar a los pacientes positivos en lugar de aprender a aumentar las pruebas o mejorar la localización de contactos humanos.
Además, el uso de la localización involuntaria, como a través del Shin Bet, “podría convertir a los países democráticos, especialmente a las democracias más débiles, en dictaduras de vigilancia” y podría comprometer los derechos de privacidad personal.
Y, alrededor del 20% de las personas rastreadas por el Shin Bet fueron incorrectamente puestas en aislamiento, lo cual, según Shwartz Altshuler, se debe a que el ministerio usó la tecnología del Shin Bet solo y no en colaboración con la inteligencia humana.
Además de la vigilancia del Shin Bet, Israel ha desplegado su aplicación HaMagen, que puede decir a los usuarios si han estado en presencia de alguien que ha sido diagnosticado con coronavirus. Sin embargo, el informe llegó a la conclusión de que la dependencia exclusiva de aplicaciones voluntarias de telefonía celular no resuelve el dilema del Shin Bet, ya que también proporcionan una solución adecuada para el rastreo de contactos digitales por sí mismos.
La solución: “Centrarse en la búsqueda de soluciones a los problemas relacionados con el uso de aplicaciones de telefonía móvil, incluso si algunas de estas soluciones conducen a una mayor violación de la privacidad que la dependencia voluntaria de aplicaciones descentralizadas”, se lee en el informe. “Teniendo esto en cuenta, es necesario elaborar un plan para una campaña amplia y activa para fomentar la instalación de las aplicaciones y preferir el enfoque centralizado que requiere que los usuarios que den positivo en las pruebas del coronavirus transmitan el historial de contactos almacenado en su teléfono celular al servidor central de los servicios de salud”.
Si se aplica esta solución, hay varios factores que deben tenerse en cuenta: en primer lugar, el propósito del rastreo debe limitarse estrictamente.
“El rastreo destinado a identificar contactos debe limitarse exclusivamente a la necesidad de informar a las personas expuestas a un paciente con COVID-19 confirmado que deben entrar en cuarentena”, escribieron.
En segundo lugar, el rastreo debe ser llevado a cabo por organismos civiles que recopilen información pero que también tengan facultades de investigación o de aplicación de la ley.
Si va a haber alguna violación de la privacidad, debe hacerse solo con el consentimiento individual.
Se debería alentar a la gente a instalar aplicaciones de coronavirus, como HaMagen, a través de una campaña publicitaria sustancial y pública.
“Los conceptos de la economía del comportamiento deben ser utilizados para aumentar la penetración de la aplicación entre los usuarios de teléfonos celulares”, escribieron. “Por ejemplo, a quienes la instalen se les podría dar prioridad para ciertos servicios públicos u ofrecerles beneficios materiales”.
Shwartz Altshuler sugirió que cuando el primer ministro Benjamin Netanyahu y el comisionado de coronavirus Prof. Ronni Gamzu hagan sus apariciones semanales en la televisión, deberían enfatizar la importancia de descargar HaMagen, en vez de solo decirle a la gente que use máascarillas.
Shwartz Altshuler dijo que cuando el Ministerio de Salud desplegó HaMagen unas 800 mil personas lo instalaron instantáneamente. Sin embargo, a los pocos días, muchas personas lo habían quitado de sus teléfonos.
Mencionó que la aplicación, que funciona con Bluetooth pero que también utiliza la tecnología GPS, agota las baterías del iPhone de Apple, un problema que no ha sido rectificado.
Por último, hay que encontrar soluciones para aquellos que no tienen teléfonos inteligentes, como los de la comunidad haredi (ultraortodoxa). Además, todos los que son observadores del Shabat no tendrían sus teléfonos inteligentes con ellos en la sinagoga, donde ha habido una mayor tasa de infección, por ejemplo, así que tendría que haber una solución para esto también.
En el documento se sugiere que se permita a quienes no posean teléfonos inteligentes o no deseen instalar la aplicación utilizar una tarjeta inteligente, del tamaño de una tarjeta de crédito, que funcione de manera similar a la aplicación, como una opción. Esto es algo que se ha propuesto en Nueva Zelanda. En Singapur, se le dio al público brazaletes de rastreo que se pueden usar.
Añadió que es probable que el país tenga más éxito trabajando con una aplicación voluntaria si deja de usar el Shin Bet, incluso por un período pequeño, de modo que los ciudadanos sintieron la necesidad de descargar HaMagen. “Hacer ambas cosas no es bueno”, indicó, señalando que causa confusión y hace que la descarga de HaMagen parezca inútil.
“Cuando hay vidas en juego, es lógico e incluso imperativo hacer uso de toda la tecnología disponible”, añadió Shwartz Altshuler. “La cuestión, como en otros contextos de la vida, es una cuestión de proporción. ¿Quién rastrea? ¿Quién es rastreado? ¿Qué información se recoge? ¿Y quién supervisa todo esto?
“La creencia de que la tecnología puede salvarnos de esta plaga no es correcta”, concluyó. “Al final, la tecnología no puede reemplazar las mejores prácticas básicas”.