Más de 1.000 personas asistieron al cortejo fúnebre del jefe terrorista de Hamás, Saleh al-Arouri, quien fue asesinado el martes en Beirut en un presunto ataque aéreo israelí junto con otras cinco personas.
Arouri fue enterrado junto a otros dos muertos en el campo de refugiados de Shatila, que fue objetivo de una masacre en 1982 a manos de falangistas cristianos libaneses apoyados por Israel.
Se escuchó a los dolientes pedir a Hamás que vengara la muerte de Arouri mientras se reunían en una mezquita para recitar la oración de los muertos antes de dirigirse al campo de refugiados de Shatila.
Los ataúdes de los tres, Arouri, Azzam al-Aqraa, del ala militar de Hamás, Brigadas Ezzedine al-Qassam, y Mohammad al-Rais, estaban cubiertos con banderas palestinas y de Hamás.
Encima de cada féretro había una ametralladora y se oyeron intensos disparos mientras el cortejo fúnebre se dirigía al cementerio, ahogando los cánticos de “Allahu Akbar” (Alah es el más grande) de los dolientes que ondeaban banderas palestinas y de la Yihad Islámica, aliada terrorista de Hamás.
“Abu Obeida, bombardea Tel Aviv”, gritaron los dolientes, dirigiéndose al portavoz en Gaza del ala militar de Hamás por su nombre de guerra.
“El asesinato de Saleh al-Aruri y de cualquier otro palestino es un acto fallido porque la resistencia seguirá produciendo nuevos líderes”, declaró a la AFP uno de los dolientes, Oman Ghannum.