Cinco hombres acusados de planear y ayudar en los ataques terroristas del 11 de septiembre serán juzgados en 2021. Los cinco, actualmente recluidos en la prisión de Guantánamo, podrían ser condenados a muerte si son declarados culpables por el atentado terrorista.
Entre los sospechosos se encuentra Khalid Shaikh Mohammed, el “cerebro” de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y otros planes terroristas. Mohammed, también conocido como KSM, es un líder de Al-Qaeda.
Los otros cuatro acusados han sido identificados por The Guardian como Walid bin Attash, quien supuestamente dirigía un campo de entrenamiento de Al-Qaeda en Afganistán donde dos de los secuestradores fueron entrenados; Ramzi bin al-Shibh, un yemení acusado de ayudar a organizar la logística para el ataque; Ammar al-Baluchi, acusado de haber desempeñado un papel fundamental en la financiación de los secuestradores y en la organización de su formación en la escuela de aviación, y Mustafa Ahmad al-Hawsawi, acusado saudí de adquirir efectivo, tarjetas de crédito y ropa para los secuestradores.
El grupo de cinco, que ha estado recluido en la Bahía de Guantánamo desde septiembre de 2006, ha sido acusado por Estados Unidos de terrorismo, secuestro y casi 3.000 cargos de asesinato, debido a su presunta participación en la planificación y prestación de apoyo logístico a la trama.
Antes de ser llevados a la Bahía de Guantánamo, fueron retenidos en centros de detención de la CIA.
Sus cargos les fueron leídos formalmente en mayo de 2012.
La fecha límite, el 11 de enero de 2021, fue fijada por el coronel de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y el juez militar W. Shane Cohen con el propósito de establecer una fecha límite para la presentación de pruebas. Señaló que el juicio “enfrentará una serie de desafíos administrativos y logísticos”.
Sin embargo, The Guardian señaló que no hay garantías de que el juicio comience antes del vigésimo aniversario de los atentados.
Según The New York Times, Cohen comenzará “una serie de audiencias el próximo mes con testigos en un esfuerzo por parte de los equipos de defensa para excluir las confesiones que los acusados hicieron a agentes del FBI a principios de 2006 por estar manchadas por los años de tortura de la CIA”.