Naim Qassem, líder de Hezbolá, reconoció que el grupo terrorista libanés no anticipó la sofisticación de las capacidades de vigilancia de Israel previas a la operación de localizadores en septiembre. En aquel ataque, miles de bíperes utilizados por miembros de Hezbolá explotaron en Líbano, causando heridas a miles y decenas de muertes.
En declaraciones al medio al-Mayadeen, afín a Hezbolá, Qassem reveló que una investigación interna expuso serias fallas en los procesos de adquisición del grupo, con problemas que datan de más de un año. “Desconocíamos que la cadena de suministro estaba comprometida”, afirmó.
Explicó que los protocolos de seguridad de Hezbolá no detectaron los explosivos insertados en cada localizador. Sin embargo, algunos agentes notaron anomalías días antes del ataque. “Se intentó inspeccionar los dispositivos de forma distinta, incluso abriéndolos, tras detectar irregularidades que generaron dudas”, señaló. Esto, según Qassem, pudo haber llevado a Israel a activar los explosivos antes de lo previsto.
Tras el asesinato de Hassan Nasrallah, Qassem asumió el liderazgo de Hezbolá y admitió que el grupo subestimó gravemente la capacidad de vigilancia israelí. “Sabíamos de posibles interceptaciones, pero no imaginábamos su alcance, que era casi absoluto y extremadamente amplio”, expresó.
El líder estimó que Israel recopila datos mediante vigilancia aérea desde hace 17 años, tras la Segunda Guerra del Líbano. “No logramos comprender la profundidad de su alcance”, confesó. No obstante, rechazó las acusaciones de que Israel haya infiltrado espías en los altos mandos de Hezbolá.