Hamás está presionando a Israel para que libere al archi-terrorista Marwan Barghouti de la cárcel, un paso que inflamaría aún más las ya volátiles tensiones con su principal rival, Al Fatah. Al defender la liberación de Barghouti, Hamás espera aumentar las fisuras dentro de Al Fatah, ejercer presión sobre una Autoridad Palestina (AP) ya estresada y reforzar la posición de Hamás dentro de la sociedad palestina, todo ello con un riesgo mínimo de desencadenar un oponente potencial.
La disputa entre Hamás y Fatah ha dominado la política palestina desde que Hamás expulsó violentamente a Fatah de Gaza en 2007. En noviembre de 2021, Hamás organizó un provocador cortejo fúnebre en Cisjordania, que controla la AP dominada por Al Fatah, por un miembro de Hamás caído. La manifestación pública estaba repleta de banderas de Hamás y de hombres armados, desafiando la primacía de Al Fatah en ese territorio. En respuesta, la policía de la AP reprimió a los miembros de Hamás, deteniendo a varios de ellos e impidiendo estallidos similares. Y el 12 de diciembre, en un funeral por un miembro de Hamás en un campo de refugiados palestino en Líbano, un enfrentamiento entre Hamás y Fatah dejó cuatro muertos.
La defensa de Hamás de la liberación de Barghouti hace más probables futuros disturbios.
Barghouti es un icono nacional. Ha estado activo dentro de Fatah desde principios de la década de 1970 y alcanzó la fama como líder de campo a finales de la década de 1980 en la Primera Intifada. Barghouti dirigió el Tanzim, el brazo armado de Fatah, cuando los palestinos lanzaron la Segunda Intifada en 2000. Durante este periodo, Barghouti se hizo posiblemente más popular que el ex líder de Hamás, el jeque Ahmad Yassin, y el ex presidente palestino Yasser Arafat.
Israel detuvo a Barghouti en 2002 por orquestar atentados terroristas y lo consideró directamente responsable de la muerte de al menos catorce israelíes. Posteriormente, Jerusalén condenó a Barghouti a cinco cadenas perpetuas consecutivas más cuarenta años. Sin embargo, el atractivo y la influencia de Barghouti no han hecho más que aumentar durante su encarcelamiento.
Tratando de aprovechar la popularidad de Barghouti, el actual líder de Hamás, Ismail Haniyeh, ha dado prioridad a su liberación. Desde la guerra entre Hamás e Israel en mayo de 2021, Egipto ha intentado asegurar una tregua a largo plazo que incluya un intercambio de prisioneros. A finales de junio, Haniyeh prometió a Fadwa Barghouti que su marido sería incluido en cualquier futuro intercambio de prisioneros con Israel.
Las exigencias de Hamás pueden parecer poco realistas a la luz de la exclusión de Barghouti de anteriores intercambios de prisioneros y de sus condenas de prisión. Sin embargo, el intercambio de prisioneros de 2011 por Gilad Shalit, que liberó a 1.027 palestinos, entre los que había muchos con las manos manchadas de sangre, parecía entonces descabellado.
Sin embargo, las encuestas palestinas dan la victoria a Barghouti sobre Haniyeh, lo que pone en duda el criterio de Haniyeh al hacer campaña por la liberación de un posible rival. Hamás está asumiendo este riesgo por varias razones. En primer lugar, Hamás obtendría crédito como principal líder palestino incluso si Barghouti no es liberado. En segundo lugar, Barghouti podría ser un potencial aliado de Hamás dada su visión compartida de aniquilar a Israel. Y en tercer lugar, el aislamiento de Barghouti en la prisión israelí y la falta de una infraestructura política que le ayude a hacer realidad sus objetivos políticos minimizan la amenaza que supone para Hamás.
Barghouti también podría ser un gran dolor de cabeza para el presidente palestino Mahmoud Abbas, y probablemente derrotaría a Abbas en unas elecciones, según las encuestas palestinas. Por temor a la competencia, Abbas y sus leales han presionado al parecer a los negociadores israelíes y egipcios para que no liberen a Barghouti. Para agravar el aislamiento de Barghouti, en marzo de 2021 Abbas expulsó de Fatah al partidario más notable de Barghouti, Nasser al-Kidwa, cuando éste anunció que se presentaría por su cuenta a las elecciones palestinas previstas para mayo.
Abbas ya se enfrenta a críticas sin precedentes por parte de los palestinos por la corrupción, el asesinato del activista por la justicia social Nizar Banat por parte del servicio de seguridad palestino y la ineptitud política general de la AP. El índice de desaprobación de Abbas se situó en el 71% en octubre. Aunque la misma encuesta daba a Al Fatah una ventaja de cinco puntos sobre Hamás, este resultado suponía un descenso significativo respecto al margen de 11 puntos que tenía Al Fatah en junio. La liberación de Barghouti pondría en aprietos a un partido Al Fatah cada vez más impopular.
La liberación de Barghouti también reforzaría un campo de escisión de Fatah, aumentando la división dentro del partido de Abbas. Antes de las abortadas elecciones palestinas de mayo, había tres listas para dividir la base de Fatah: Al-Kidwa y Fadwa Barghouti encabezaban una de ellas. Sintiendo la derrota, Abbas canceló las elecciones tres semanas antes de su celebración. Al Fatah parece condenado a repetir su catastrófica actuación electoral en las elecciones legislativas de 2006, en las que presentó múltiples candidatos para los puestos, dividiendo su apoyo y dando a Hamás una victoria abrumadora.
Cuando Abbas negó a Hamás la oportunidad de cimentar su posición a través de las urnas, Hamás optó por las balas -o los cohetes, para ser más precisos- contra Israel para presentarse como el líder de la resistencia palestina. En mayo, Hamás aprovechó la tensión en el controvertido barrio jerosolimitano de Sheikh Jarrah y la intranquilidad siempre latente en la mezquita de Al Aqsa para reivindicar su papel de líder del proyecto palestino. Hamás bautizó su campaña contra Israel como “Saif al-Quds” (Espada de Jerusalén) para presentarse como el protector de la ciudad santa.
Las andanadas de cohetes de Hamás provocaron una guerra con Israel que mejoró el prestigio del grupo terrorista. Una encuesta realizada en Cisjordania y Gaza poco después del conflicto reveló que el 72% de los palestinos creía que el objetivo de Hamás era defender Jerusalén y la mezquita de al-Aqsa. Del mismo modo, la postura de Hamás sobre la liberación de Barghouti pretende mejorar el estatus del grupo como liberador de los palestinos encarcelados.
Así, aunque la estratagema de Hamás de liberar a Barghouti puede resultar infructuosa, el grupo terrorista la considera más bien una moneda sin riesgo: si sale cruz Hamás gana, si sale cara Fatah pierde.