Se considera generalmente que el coronavirus representa una amenaza común para todas las naciones y comunidades. No se diferencia según la religión, la etnia o el origen nacional. La pandemia ha producido incluso ejemplos de enemigos trabajando juntos contra el nuevo enemigo invisible. El personal médico de la Gaza controlada por Hamás, por ejemplo, ha viajado a los hospitales israelíes para aprender técnicas de tratamiento de los infectados.
Pero el virus, y más concretamente su enfoque general, también ofrece una oportunidad a cualquier organización que trate de explotar la distracción a corto plazo de sus enemigos.
El Estado Islámico, comúnmente conocido como ISIS, carece de control administrativo de ningún territorio. Pero a través de una amplia franja de Irak y Siria, ISIS mantiene redes de apoyo, y líneas de comunicación y suministro. Entre 20.000 y 30.000 miembros del grupo permanecen activos en esta área. No hay escasez ni de dinero ni de armas.
Desde el desierto de Badia en Siria en el oeste, hacia el este hasta el valle del río Éufrates y la provincia de Deir al-Zor, y luego en lo profundo de la mayoría sunita del centro de Irak, el califato de ISIS vencido conserva una especie de vida media. Bajo la autoridad nominal de tres administraciones: el régimen de Assad, el Consejo Democrático Sirio liderado por los kurdos y el gobierno de Irak, las estructuras y redes de ISIS están vivas.
Y con estas tres administraciones preocupadas por la actual pandemia, el Estado Islámico está levantando la cabeza. Un fuerte aumento de la actividad de ISIS ha tenido lugar en este espacio durante las últimas dos semanas.
Más al oeste, el 9 de abril, hombres armados de ISIS atacaron y tomaron la ciudad de al-Sukhna en el desierto de la provincia central de Homs. Los aviones rusos respondieron con una serie de ataques aéreos contra las posiciones de los jihadistas. Siguieron extensos enfrentamientos entre los hombres de ISIS y las fuerzas del régimen de Assad. Estas últimas estaban acompañadas por combatientes de una milicia palestina favorable al régimen llamada Brigada Al-Quds. Esta unidad, fundada en Alepo en 2013, está asociada con el FPLP-GC. El recuento de muertes después de que los combatientes de ISIS desaparecieran de nuevo en el desierto fue de 18 en el lado del régimen/al-Quds, y 11 hombres de ISIS, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
En la provincia oriental de Deir al-Zor, los combatientes de ISIS mataron a dos miembros de las Fuerzas de Defensa Nacional, una fuerza auxiliar del régimen establecido en Irán, el 7 de abril. En el mismo período en esta zona, los jihadistas suníes ejecutaron el 6 de abril a una mujer que, según ellos, trabajaba con el régimen, y el 7 de abril detonaron una mina terrestre en la zona de Shola, en el sur de Deir al-Zor, matando a cuatro miembros de la Brigada Al-Quds. ISIS también atacó posiciones del régimen en las ciudades de al-Jala, al-Siyal y al-Abbas en la misma zona el 6 de abril. Según el Observatorio, los últimos ataques provocaron la muerte de personas del régimen y las fuerzas aliadas al oeste del Éufrates a manos de ISIS desde el 24 de marzo hasta la actualidad hasta 377.
La zona controlada por kurdos y Estados Unidos al este del Éufrates también se ha visto afectada por el aumento de la actividad de ISIS. El 3 de abril, una unidad de las Fuerzas de Defensa de Sudáfrica mató a un terrorista suicida de ISIS en la ciudad de Manbij, mientras se preparaba para llevar a cabo su ataque.
La situación en el valle del río Éufrates, principalmente árabe suní, es tensa. Hay cuestiones no resueltas de autoridad y gobierno entre la población tribal árabe suní de la zona y las SDF. ISIS busca sacar provecho de esta situación, y los ataques han ido en aumento desde febrero. El problema de las células durmientes sigue siendo grave.
Sin duda existe una base de apoyo para los jihadistas suníes en esta zona. Están resentidos con el gobierno del “PKK”, ya que se refieren al Consejo Democrático Sirio liderado por los kurdos, que gobierna la zona. Esta cuestión se ve agravada por la incertidumbre en la zona. El anuncio del presidente Donald Trump en octubre de 2019 de la inminente retirada de las fuerzas estadounidenses restantes del noreste de Siria ha reducido la disposición de algunos elementos de la población a cooperar con las SDF, ya que su control de la zona se considera solo temporal.
Una preocupación central tanto para las SDF como para sus socios estadounidenses son los aproximadamente 11-12.000 prisioneros del ISIS que se encuentran en varias instalaciones al este del Éufrates. Los prisioneros de ISIS ya han realizado un intento de fuga. A finales de marzo, 4 miembros de la organización escaparon de la prisión de Ghweran, cerca de la ciudad de Hasakah. Todos fueron recapturados.
La situación de la salud pública en el área controlada por las SDF es frágil. El suministro de agua está sujeto a interrupciones intermitentes, debido al control turco de la estación de agua de Allouk, desde la Operación Rama de Olivo a finales de 2019. También hay una grave escasez de equipo médico, incluidos equipos de pruebas y ventiladores.
Existe la preocupación de que si la COVID-19 ataca en la zona, las instalaciones que albergan a los prisioneros de ISIS podrían volverse inmanejables.
El régimen sirio permite que llegue poco material de ayuda a las zonas controladas por las Fuerzas Armadas de Siria. La coalición liderada por los Estados Unidos ha comenzado en los últimos días a proporcionar algunos materiales para ayudar a preservar la higiene en las instalaciones que albergan a los prisioneros de ISIS.