Con el enfoque principal de la administración de Trump, comprensiblemente concentrado en una variedad de asuntos internos apremiantes, desde la próxima campaña para las elecciones presidenciales hasta la lucha contra la pandemia del coronavirus, existe una creciente preocupación de que los fanáticos del ISIS estén tratando de explotar la situación para reconstruir su infraestructura terrorista en todo Medio Oriente.
En países como Irak, Afganistán y Libia, hay cada vez más pruebas de que los dirigentes del ISIS están tratando de superar las catastróficas derrotas que han sufrido en los últimos años y reconstruir su fuerza de combate.
En Afganistán, la manifestación más mortal de la nueva fuerza del grupo se demostró cuando los funcionarios de los Estados Unidos culparon al ISIS del brutal ataque del mes pasado a una maternidad en la capital del país, Kabul, en el que murieron 24 personas, entre ellas varias madres, niños y recién nacidos.
El caos cada vez más profundo en Libia causado por la amarga guerra civil del país también ha suscitado el temor de que el ISIS esté tratando de explotar la situación para reconstruir su fuerza operativa en el país más importante del norte de África. El año pasado, los aviones no tripulados estadounidenses llevaron a cabo una serie de ataques contra las posiciones del ISIS en el desierto de Libia, y los funcionarios de inteligencia occidentales siguen preocupados por el hecho de que el grupo esté colocando partidarios ocultos en algunas de las principales ciudades del país.
Sin embargo, la mayor preocupación de los funcionarios de seguridad occidentales es, con mucho, la perspectiva de que el ISIS reconstruya su infraestructura en Irak, país en el que su exlíder, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamó de manera célebre el establecimiento de su llamado califato en junio del 2014.
Para cuando Baghdadi encontró la muerte durante una operación de las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos en la provincia siria de Idlib, al noroeste del país, en octubre pasado, su organización había sido diezmada como resultado de la campaña militar altamente efectiva de la coalición dirigida por los Estados Unidos contra el ISIS, que tuvo como resultado la destrucción del califato.
Desde ese punto, los funcionarios de seguridad iraquíes han identificado un resurgimiento de la actividad patrocinada por el ISIS en Irak en los últimos meses, con la mayor parte de la actividad concentrada en las provincias al este y al norte de Bagdad. Solo en abril, la organización logró llevar a cabo 108 ataques en Irak, incluyendo un asalto a una sede de inteligencia en Kirkuk. A principios de mayo los militantes del ISIS mataron al menos a 10 milicianos iraquíes en un asalto coordinado a su base en la ciudad central de Samarra.
Los oficiales de la coalición creen que hay similitudes entre las tácticas que el ISIS está empleando durante su actual actividad en Irak y las que utilizó durante el inicio de su campaña en el norte de Irak en el 2013, que finalmente dio lugar a que la organización controlara grandes extensiones del país.
La creciente confianza de los líderes del ISIS en Irak se refleja en un mensaje online publicado por el nuevo líder de la organización, Abu Ibrahim al-Qurashi, a finales del mes pasado, que decía de forma inquietante: “Lo que están presenciando estos días son solo señales de los grandes cambios en la región que ofrecerán mayores oportunidades que las que tuvimos anteriormente en la década pasada”.
Los oficiales de seguridad iraquíes dicen que el número de combatientes del ISIS en Irak es ahora entre dos mil y tres mil, lo que incluye alrededor de 500 militantes que han llegado a Irak después de escapar de las prisiones de Siria. Además, la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para hacer frente a la amenaza del ISIS se ha visto obstaculizada por el hecho de que el ejército iraquí ha visto un 50% de disminución en el número de personal militar disponible como resultado de la pandemia. Esto ha permitido al ISIS cambiar el énfasis de sus ataques, pasando de llevar a cabo actos locales de intimidación contra funcionarios del gobierno a llevar a cabo misiones más complejas, incluyendo ataques con IED, tiroteos y realización de emboscadas contra la policía y el ejército.
La creciente fuerza del ISIS en Irak ha llevado a las fuerzas de la coalición a renovar los ataques aéreos contra los objetivos del ISIS en el país. El mes pasado, aviones de guerra estadounidenses y británicos llevaron a cabo una serie de ataques contra una red de cuevas en el norte de Irak que estaban siendo usadas como base por los combatientes del ISIS, matando entre cinco y diez terroristas.
Fuentes de seguridad occidentales creen que hay una serie de factores que explican el resurgimiento del ISIS en Irak. Además de explotar la reciente pérdida de personal en las fuerzas de seguridad iraquíes debido a la pandemia del coronavirus, los líderes del ISIS también han aprovechado la parálisis política que ha sufrido el país tras las recientes olas de protestas antigubernamentales.
El aumento de la actividad del ISIS en Irak debería ciertamente actuar como una llamada de atención para la administración de Trump al revisar el compromiso militar de los Estados Unidos con Irak tras el reciente nombramiento del ex jefe de inteligencia iraquí, Mustafa al-Kadhimi como el nuevo primer ministro pro-occidental del país.
La razón por la que Irak puede tener elecciones en primer lugar es por los enormes sacrificios realizados por las fuerzas estadounidenses y otras fuerzas de la coalición para reconstruir el país después del derrocamiento del dictador iraquí, Saddam Hussein en el 2003, un logro que la administración de Trump no puede permitir que sea dañado por un resurgimiento del ISIS.