Bombardero estratégico supersónico capaz de transportar hasta 34 toneladas de armamento convencional, con gran alcance, amplia trayectoria operativa y previsto relevo por el B-21 Raider.
Velocidad del B-1B Lancer y papel como bombardero estratégico principal
El B-1B Lancer es un bombardero estratégico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos con capacidad para volar a aproximadamente Mach 1,2, una velocidad superior a 900 millas por hora, en torno a 1.450 km/h. Se diseñó para transportar hasta 34 toneladas de armamento convencional a muy larga distancia, lo que lo sitúa dentro del reducido núcleo de bombarderos de largo alcance estadounidenses junto al B-52H Stratofortress y al B-2 Spirit desde su entrada en servicio operativo en 1986.
Las cifras oficiales de la Fuerza Aérea sitúan al B-1B en una posición singular dentro del arsenal estadounidense. La institución atribuye al Lancer una velocidad máxima superior a 900 millas por hora, equivalente a Mach 1,2, mientras que el B-52H figura con unas 650 millas por hora, aproximadamente Mach 0,84. Un análisis de referencia sobre el B-2 Spirit lo sitúa en torno a 628 millas por hora, cerca de 1.010 km/h, claramente por debajo del B-1B.
Diversas publicaciones especializadas en defensa y análisis de armamento describen al Lancer como el bombardero más rápido de todo el inventario estadounidense, en línea con las diferencias de prestaciones que recogen las fichas técnicas. La combinación de velocidad supersónica, gran capacidad de carga y alcance intercontinental lo convierte en un vector de ataque de largo alcance que complementa al B-52H y al B-2 dentro de una flota que mantiene solo tres modelos de bombarderos estratégicos.

Desde el punto de vista operativo, el concepto del B-1B prioriza la penetración a gran velocidad y baja altura sobre territorio hostil, con capacidad para recorrer largas distancias y entregar grandes cantidades de munición convencional. La configuración del avión permite misiones de ataque de precisión y de interdicción a larga distancia, en las que el aparato actúa como plataforma de lanzamiento para municiones guiadas y de caída libre contra objetivos fuertemente defendidos.
Diseño, dimensiones, motores y armamento convencional del B-1B Lancer
La arquitectura del B-1B combina un fuselaje integrado con un sistema de alas de geometría variable que modifica el ángulo de las superficies en vuelo. Con las alas adelantadas, el aparato despega, aterriza y se reabastece en el aire con mayor sustentación; con las alas completamente barridas hacia atrás, adopta su configuración de combate adecuada para el vuelo supersónico y para cruceros subsónicos rápidos en misiones de penetración a baja altura.
Las dimensiones reflejan su carácter de bombardero pesado de largo alcance. El B-1B mide unos 44,5 metros de longitud y su envergadura varía entre 41,8 metros con las alas totalmente desplegadas y 24,1 metros con las alas barridas. La altura en tierra ronda los 10,4 metros. La estructura básica vacía se sitúa en torno a las 86 toneladas y el peso máximo al despegue llega a unas 216,6 toneladas, sostenido por un tren de aterrizaje reforzado de múltiples ruedas. La tripulación la forman cuatro militares: comandante de aeronave, copiloto y dos oficiales de sistemas de combate responsables de la navegación, el empleo del armamento y la guerra electrónica.
El sistema de propulsión se compone de cuatro motores General Electric F101-GE-102 del tipo turbofán con poscombustión, cada uno con más de 30.000 libras de empuje adicional cuando activa esa fase. Para alimentarlos, el avión dispone de una capacidad interna de combustible cercana a las 120 toneladas, lo que permite un alcance intercontinental sin reabastecimiento y un alcance prácticamente global con repostaje en vuelo, además de un régimen de crucero subsónico rápido a altitudes superiores a 9.000 metros.
En materia de carga de combate, el B-1B ofrece la mayor capacidad de armamento convencional de toda la aviación estadounidense. La estructura interna integra tres bodegas en línea con una capacidad conjunta de 75.000 libras, unos 34.000 kilogramos, según datos de la Fuerza Aérea. Ese volumen permite transportar hasta 84 bombas de propósito general de 500 libras o 24 de 2.000 libras, minas navales, municiones de racimo, bombas guiadas por sistema de posicionamiento global y misiles de ataque de largo alcance como el AGM-158

El equipamiento electrónico integra un radar de apertura sintética con modos de seguimiento de terreno, cartografiado, indicación de blancos móviles y designación de objetivos, junto con un sistema de navegación inercial apoyado por señales de posicionamiento global y un enlace de datos táctico con capacidad Link 16, que actualiza la situación táctica y permite recibir datos de objetivos desde centros de mando o plataformas de vigilancia.
La supervivencia en entornos defendidos se apoya en la reducción de la firma radar del B-1B respecto al B-1A y en un sistema de guerra electrónica ALQ-161 con receptor de alerta radar, dispensadores de chaff y bengalas y un señuelo remolcado ALE-50, combinado con perfiles de vuelo a baja altura.
Datos clave del B-1B Lancer para valorar su capacidad
- Velocidad máxima superior a 900 millas por hora, equivalente a aproximadamente Mach 1,2 según las fichas técnicas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
- Capacidad interna de armamento convencional de 75.000 libras, unos 34.000 kilogramos, distribuida en tres bodegas de armas alineadas dentro del fuselaje.
- Alcance intercontinental sin reabastecimiento y alcance prácticamente global mediante repostaje en vuelo con apoyo de aeronaves cisterna aliadas.
- Tripulación formada por cuatro militares: comandante de aeronave, copiloto y dos oficiales de sistemas de combate encargados de navegación, empleo del armamento y guerra electrónica.
- Flota operativa reciente de 45 bombarderos B-1B distribuidos en dos alas de bombardeo con base en Dyess, Texas, y Ellsworth, Dakota del Sur, bajo el Mando de Ataque Global.
Origen del programa B-1, producción en serie y cambio de misión nuclear
El origen del programa se sitúa a finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando el Departamento de Defensa de Estados Unidos buscó un sustituto del B-52 dentro del proyecto Advanced Manned Strategic Aircraft. Boeing, General Dynamics y North American Rockwell presentaron propuestas, y esta última recibió la selección para desarrollar un nuevo bombardero supersónico de largo alcance, designado inicialmente B-1A, del que se construyeron cuatro prototipos de ensayo.
El primer vuelo del B-1A tuvo lugar el 23 de diciembre de 1974. La configuración original alcanzaba velocidades cercanas a Mach 2,2 a gran altitud y contemplaba carga externa adicional y lanzamiento de misiles de crucero además de la carga interna. En 1977, el presidente Jimmy Carter decidió cancelar el programa al considerar que las nuevas defensas antiaéreas soviéticas, los misiles de crucero estadounidenses y un futuro bombardero furtivo reducían sus ventajas frente al coste previsto.

A pesar de aquella decisión, la campaña de ensayos con los prototipos continuó hasta 1981 y acumuló cientos de horas de vuelo. Ese mismo año, ya bajo la presidencia de Ronald Reagan, la Casa Blanca ordenó reactivar el programa con una variante modificada que adoptó la designación B-1B. El nuevo modelo reforzó la estructura para admitir una carga útil superior, incorporó un radar mejorado y redujo de forma significativa la firma radar del avión a cambio de limitar la velocidad máxima a Mach 1,2.
La producción del B-1B comenzó a mediados de los años ochenta. El primer aparato de serie voló en octubre de 1984 y la primera unidad se entregó a la base de Dyess, en Texas, en junio de 1985; la capacidad operativa inicial se declaró el 1 de octubre de 1986. La última unidad de producción se entregó el 2 de mayo de 1988, hasta un total de 100 bombarderos B-1B que sirvieron como bombarderos nucleares pesados bajo el Mando Aéreo Estratégico.
De bombardero nuclear a plataforma convencional y de precisión aérea
Tras el final de la Guerra Fría, la función nuclear del Lancer sufrió una revisión profunda. En 1994, Estados Unidos retiró la misión nuclear del B-1, y en la segunda mitad de la década el aparato pasó a un papel exclusivamente convencional, centrado en el ataque de precisión y la interdicción a larga distancia. Aunque la Fuerza Aérea dejó de mantener su capacidad nuclear operativa, el avión siguió durante un tiempo en los tratados de desarme como bombardero pesado potencialmente apto para armas nucleares.
Para cumplir con el tratado START y con el Nuevo START, se retiraron conectores específicos de armamento nuclear en las bodegas internas y se modificaron puntos de anclaje de pilones externos, de modo que el avión quedó certificado solo para armamento convencional. Ese proceso concluyó en 2011 y consolidó al B-1B como plataforma dedicada al empleo de grandes cantidades de munición guiada y de caída libre en misiones convencionales.

El B-1B se estrenó en combate en diciembre de 1998 durante la operación Desert Fox contra objetivos en Irak, con empleo de bombas de propósito general. En 1999, seis aparatos participaron en la campaña de la OTAN en Kosovo y lanzaron más de una quinta parte de la munición total con menos del 2 % de las salidas de combate. En Afganistán, durante los primeros seis meses de Enduring Freedom, ocho B-1B lanzaron cerca del 40 % del tonelaje total de bombas de la coalición.
Durante la invasión de Irak de 2003, los Lancer volaron menos del 1 % de las salidas de combate, aunque entregaron el 43 % de las JDAM utilizadas según estadísticas de la Fuerza Aérea. En años posteriores, el modelo mantuvo un uso intensivo en misiones de apoyo aéreo cercano y de ataque de precisión en Irak, Afganistán y Siria, con empleo reiterado de municiones guiadas de largo alcance y alta precisión.
Flota actual, despliegues recientes y futuro del B-1B Lancer estratégico
La flota de B-1B se redujo a medida que avanzó la modernización de la aviación de bombarderos. En 2016, la Fuerza Aérea citó 62 aparatos en servicio activo. A partir de 2021, el Mando de Ataque Global retiró 17 aeronaves con mayor deterioro estructural para concentrar recursos de mantenimiento en los ejemplares en mejor estado, una reducción que concluyó en septiembre de 2021 y dejó 45 bombarderos B-1B operativos en dos alas con base en Dyess, Texas, y Ellsworth, Dakota del Sur.
La planificación de largo plazo prevé la sustitución gradual del Lancer por el nuevo bombardero furtivo B-21 Raider. Informes del Departamento de Defensa y análisis del sector indican que la Fuerza Aérea pretende adquirir al menos un centenar de B-21 para relevar a los B-1B y B-2 durante la próxima década, dentro de una transición hacia una flota compuesta por B-21 y B-52 modernizados y con una retirada completa del B-1 entre principios de la década de 2030 y 2036.

Pese a esa perspectiva de relevo, el B-1B continuó desplegado en escenarios clave. En los últimos años, unidades del modelo participaron en misiones de presencia y ejercicios combinados sobre la península de Corea, y su llegada a Corea del Sur dio lugar a protestas formales de Corea del Norte en 2025. Ese mismo año, cuatro bombarderos B-1B se trasladaron a la base japonesa de Misawa dentro de la misión Bomber Task Force 25-2, con el objetivo declarado de reforzar la presencia estadounidense en el Indo-Pacífico y limitar el margen de maniobra de las fuerzas rusas en el Pacífico Norte.
La flota también protagonizó traslados masivos desde Ellsworth a otras bases, como Grand Forks, en Dakota del Norte, y Andersen, en Guam, relacionados con obras de modernización de infraestructuras para la llegada del B-21 y con un aumento de la capacidad de respuesta en regiones como el Indo-Pacífico. Registros oficiales atribuyen al B-1B cerca de medio centenar de récords mundiales de velocidad, carga, alcance y tiempo de ascenso en su categoría.
Esta combinación de velocidad máxima en torno a Mach 1,2, gran carga interna de munición convencional y alcance intercontinental mantuvo al Lancer durante casi cuatro décadas como el bombardero más rápido en servicio en Estados Unidos y como uno de los pilares de la capacidad de ataque de largo alcance de la Fuerza Aérea mientras se prepara la incorporación de su sucesor, el B-21 Raider.
