La casa de la única legisladora estatal judía de Georgia ha sido blanco de una oleada continuada de carteles antisemitas que han estado circulando por los suburbios de Atlanta.
El lunes, la nueva representante estatal demócrata Esther Panitch, de Sandy Springs, denunció los carteles en la Cámara de Representantes, rodeada de cientos de colegas que compartían su indignación.
Durante el pasado fin de semana, “me tocó a mí ser el blanco”, afirmó Panitch. Temer por la propia seguridad como judío en Estados Unidos no es, por desgracia, nada nuevo.
El domingo aparecieron los carteles, sellados en bolsas de plástico y cargados de granos de maíz, en las entradas de Sandy Springs y Dunwoody. La policía de ambos lugares ha confirmado que está investigando el asunto.
Recientemente, se han descubierto panfletos similares en varias ciudades de Georgia, como Acworth, Cartersville, Columbus y Kennesaw, así como en otros estados de Estados Unidos.
Panitch prometió tomar medidas decisivas. El proyecto de ley 30 de la Cámara de Representantes, que ella ha apoyado, convertiría en ley de Georgia la “definición de trabajo del antisemitismo” propuesta por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto. En pocas palabras, se define como actos de violencia verbal o física dirigidos contra los judíos. Sin embargo, “una crítica a Israel similar a la que se hace contra cualquier otro país no puede interpretarse como antisemita”, por lo que se incluye el “ataque al Estado de Israel”.
Una pena más severa para los delitos antisemitas en virtud de la ley de delitos de odio de Georgia podría derivarse de tal designación a partir del año 2020. A los ojos de los partidarios del movimiento, las respuestas de las autoridades a los incidentes antisemitas son, con demasiada frecuencia, débiles.
“Por favor, debemos escuchar a las comunidades para encontrar las soluciones que necesitan”, dijo Panitch. “No las descarten. No les digan que no importa o que no es necesario. Escúchenlos. Necesitamos su ayuda. Ya hemos tenido bastante. Esperamos que ustedes también”.
No hay pruebas de que Panitch fuera un objetivo específico ni de que los panfletos tengan algo que ver con la ley propuesta. Hay un centro comunitario judío no muy lejos de uno de los barrios atacados.
Los panfletos provocaron una indignación generalizada, e incluso el gobernador de Georgia, Brian Kemp, los condenó. El republicano añadió que los investigadores estatales ayudarían a la policía local si fuera necesario.
Kemp señaló el domingo que “este tipo de intolerancia no tiene cabida en nuestro estado” y que los autores “no comparten las creencias de Georgia”.
El director de una fábrica judía, Leo Frank, condenado por el asesinato de una niña de 13 años que trabajaba en una planta de Atlanta, aparecía en un folleto distribuido por la Liga de Defensa de los Goyim. Tras revisar las pruebas, los investigadores concluyen que la condena de Frank fue injusta. Después de que un gobernador de Georgia conmutara la pena de muerte de Frank por cadena perpetua, fue secuestrado del centro y linchado en Marietta en 1915.
Panitch declaró que ella y su familia han sufrido actos antisemitas en el pasado, como el dibujo de cruces gamadas en el dormitorio de su hija en la Universidad de Georgia y la proyección de mensajes antisemitas en el partido de fútbol americano Georgia-Florida del año pasado, al que asistieron dos de los hijos de Panitch.
Me siento frustrada porque sé que la cosa no acabará ahí. Panitch comentó: “Sigue habiendo judíos heridos y muertos”.