La administración del presidente Donald Trump instruyó a las agencias federales que finalicen contratos con la Universidad de Harvard, valuados en aproximadamente 100 millones de dólares. Esta medida intensifica la guerra entre el gobierno y la prestigiosa institución, considerada la más antigua y acaudalada de Estados Unidos.
Desde la Casa Blanca se han eliminado más de 2,600 millones de dólares en fondos federales destinados a investigaciones de Harvard, que se ha opuesto a las exigencias del gobierno para modificar sus políticas internas. Una directiva emitida por la Administración de Servicios generales, encargada de supervisar las contrataciones y propiedades federales, mandó a las agencias revisar los acuerdos con la universidad y explorar opciones con otros proveedores.
El diario The New York Times dio a conocer la existencia de esta carta. En el documento se identifican cerca de 30 contratos en nueve agencias federales, los cuales serán evaluados para su posible cancelación. Según un alto funcionario, que habló bajo anonimato, estos contratos incluyen servicios de capacitación ejecutiva para el Departamento de Seguridad Nacional, estudios sobre los efectos de bebidas energéticas en la salud y apoyo a investigaciones de posgrado.
Donald Trump ha acusado a Harvard de ser un centro de liberalismo y antisemitismo. La universidad respondió con una demanda presentada el 21 de abril, en rechazo a las presiones para alterar su dirección, gobernanza y criterios de admisión. Como consecuencia, el gobierno ha reducido significativamente los fondos federales, limitado la matrícula de estudiantes internacionales y amenazado con retirar la exención tributaria de la institución.
Las agencias con contratos esenciales recibieron la orden de no cancelarlos de inmediato, sino de preparar un plan para transferir los servicios a otro proveedor. La directiva se limita a los contratos federales y no afecta las subvenciones de investigación aún activas.
En redes sociales, Trump amenazó con desviar 3,000 millones de dólares adicionales de Harvard hacia escuelas de oficios en el país, sin precisar qué fondos serían reasignados. También acusó a la universidad de ocultar información sobre sus estudiantes extranjeros, afirmando que sus países de origen no contribuyen a su formación y que algunos son hostiles a Estados Unidos. En un mensaje, el presidente expresó: “Esperamos las listas de estudiantes extranjeros de Harvard para determinar, tras gastar miles de millones de dólares, cuántos radicales alborotadores no deberían regresar a nuestro país”.
Harvard sostiene que ha cumplido con las demandas del Departamento de Seguridad Nacional, que solicitó registros disciplinarios y datos relacionados con “actividades peligrosas” de estudiantes extranjeros. Sin embargo, la agencia consideró insuficiente la respuesta y decidió suspender la autorización de la universidad para inscribir a este grupo de estudiantes. Un juez federal en Boston bloqueó temporalmente esta sanción tras la demanda de Harvard.
En el ámbito internacional, Japón anunció medidas para apoyar a los estudiantes extranjeros afectados. La ministra de Educación, Toshiko Abe, comunicó que solicitará a las universidades japonesas diseñar planes de asistencia. La Universidad de Tokio evalúa recibir temporalmente a algunos estudiantes de Harvard. Instituciones en Hong Kong y otros países han extendido invitaciones similares.
Carson Durdel, estudiante de derecho en Harvard, expresó su apoyo a la postura de la universidad frente a Trump. Destacó que la independencia intelectual ha sido un pilar histórico de Estados Unidos. “Esa fortaleza nos convierte en un referente global. Debilitar eso es un error a corto y largo plazo”, afirmó.