Hace unos 120 mil años, los antiguos humanos del norte de Israel tuvieron la idea de adornar su cuerpo: recoger, pintar y ensartar conchas perforadas naturalmente para usarlas como collares. Un grupo de investigadores israelíes arrojó luz sobre este tipo de joyas prehistóricas en un artículo publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE el miércoles. El desarrollo de la técnica de encordado también podría haber abierto el camino a muchas evoluciones tecnológicas posteriores, argumentaron los estudiosos.
El estudio se basa en los hallazgos de diferentes cuevas. Las conchas de almeja agridulces acumuladas por los humanos que datan de al menos 160 mil años atrás fueron encontradas en la Cueva de Misliya en el Monte Carmelo, mientras que las conchas perforadas fueron encontradas en la Cueva de Qafzeh en la Galilea.
“Especulamos que el adorno no solo tenía la intención de expresar los sentimientos que los humanos tenían sobre las conchas, sino también expresar la identidad tribal o de clase o la afiliación con otras poblaciones”, manifestó la arqueóloga de la Universidad de Tel Aviv, Daniella Bar-Yosef Mayer, una de las autoras principales del documento, en un comunicado de prensa.
“El momento de la invención de las cuerdas tiene una importancia que va más allá del deseo de adornarse”, añadió. “La tecnología basada en las cuerdas permitió varios desarrollos significativos adicionales relacionados con la evolución humana, incluyendo la creación de trampas de caza y redes de pesca, el tiro con arco para la caza con flechas, la pesca con anzuelos, y otras diversas prácticas relacionadas con la navegación, por ejemplo, atar troncos de madera para crear balsas, así como varios usos relacionados con la ropa. Por el momento, no tenemos una confirmación directa de la existencia de estas tecnologías en este período antiguo, pero la evidencia microscópica de la existencia de fibras vegetales ha ido creciendo en los últimos años”.
Según el comunicado, Bar-Yosef Mayer e Iris Groman-Yaroslavski, de la Universidad de Haifa, recogieron las mismas especies de conchas perforadas y simularon el uso y desgaste potencial presente en las conchas originales en una serie de experimentos con conchas modernas de la misma especie: primero, sistemáticamente, desgastando las conchas contra diferentes materiales como el cuero, la arena y la piedra para investigar los patrones, luego usando cuerdas hechas de lino silvestre para simular el colgado de las conchas en el cuerpo humano y para identificar se crearon en las conchas suspendidas en una cuerda.
Los investigadores también encontraron pruebas de que las conchas estaban pintadas con ocre.