Arqueólogos de la Universidad de Bradley están utilizando datos del campo magnético terrestre para descubrir antiguos asentamientos europeos enterrados bajo el Mar del Norte.
Según un informe de la universidad, estos científicos están investigando concretamente Doggerland, una franja de tierra que antaño unía Europa continental con la costa oriental de Gran Bretaña. La página web de National Geographic explica que, hace aproximadamente 12.000 años, lo que hoy es el océano era una serie de colinas inclinadas, marismas, valles boscosos y pantanos.
La universidad ya cuenta con un equipo dedicado a estudiar Doggerland; su proyecto se titula “Las fronteras perdidas de Europa”. Tanto los datos del estudio como los de National Geographic coinciden en que los humanos se asentaron una vez en Doggerland basándose en evaluaciones de herramientas y otros artefactos incrustados en el fondo marino.
Dificultad en la recopilación de datos
La página web de National Geographic señala que muchos de los datos sísmicos utilizados por los investigadores proceden de las compañías petrolíferas que perforan en el Mar del Norte.
Ahora, no son las petroleras sino los parques eólicos con los que compiten los arqueólogos, según el informe de la universidad, y el estudiante de doctorado Ben Urmston está en el caso. Busca anomalías en los campos magnéticos, que podrían indicar la presencia de restos antiguos. Esto les permitirá a él y a sus colegas desenterrar nuevos datos sin tener que sumergirse en el Mar del Norte.
La magnetometría, el método de investigación que utilizará Urmston, se ha empleado hasta ahora sobre todo para “arqueólogos terrestres”, y éste será uno de los pocos intentos de utilizarla para examinar un paisaje submarino.
Doggerland
Los datos magnéticos, al igual que los sísmicos, son recogidos por quienes buscan extraer fuentes de energía del fondo marino con el fin de cartografiar el paisaje para su construcción. Según el informe de la universidad, las empresas de energía eólica marina también han empezado a competir por los terrenos de Doggerland.
El Reino Unido, junto con docenas de otras naciones, asumió el compromiso de las Naciones Unidas de llegar a cero emisiones netas de carbono para el año 2050. Parte de esa iniciativa consiste en ampliar la energía eólica marina, lo que, según el informe de la universidad, acabará provocando que partes de Doggerland sean totalmente inaccesibles para los científicos.
Por eso, los arqueólogos de la Universidad de Bradford colaboran con científicos e ingenieros especializados en el clima para recopilar todos los datos posibles mientras puedan.
¿Qué buscan los arqueólogos?
“Los pequeños cambios en el campo magnético pueden indicar cambios en el paisaje”, explicó Urmston, “como zonas de formación de turba y sedimentos, o dónde se ha producido erosión, por ejemplo, en los cauces de los ríos”.
Según el informe de la universidad, Doggerland fue una de las regiones más ricas en recursos y con mayor diversidad ecológica entre 20.000 a.C. y 4.000 a.C. aproximadamente. Quedó sepultada en el fondo del océano por el calentamiento global que marcó el final de la última glaciación.
Los artefactos descubiertos hasta ahora han sido encontrados en su mayoría por casualidad, explica el informe de la universidad, lo que significa que el conocimiento de los antiguos habitantes de Doggerland sigue siendo difícil de alcanzar.
“Como la zona que estudiamos solía estar por encima del nivel del mar, existe una pequeña posibilidad de que este análisis revele pruebas de la actividad de cazadores-recolectores”, afirma Urmston. “Eso sería el colmo”.
“También podríamos descubrir la presencia de muladares, prosiguió, “que son basureros formados por huesos de animales, conchas de moluscos y otros materiales biológicos, que pueden decirnos mucho sobre cómo vivía la gente”.