Beber vino era una práctica habitual en la antigua Roma, de la que disfrutaban no sólo los aristócratas y los emperadores, sino también los esclavos, los campesinos y los hombres y mujeres por igual, según ha revelado un nuevo estudio.
Aunque la existencia y la importancia del vino son bien conocidas por los estudiosos, hasta ahora se desconocía exactamente cómo los antiguos romanos conservaban su vino de forma segura y llena de sabor.
Un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE examinó tres ánforas romanas de 1.500 años de antigüedad (jarras utilizadas para transportar el vino) que se extrajeron de un depósito del fondo marino encontrado en San Felice Circeo, a unas 55 millas al sureste de Roma.
En el estudio, dirigido por la química Louise Chassouant, los científicos utilizaron métodos del floreciente campo de la arqueobotánica (el estudio de los restos de plantas) y pudieron determinar cómo los antiguos romanos elaboraban el vino y qué elementos utilizaban en el proceso.
En 2018, las notables mareas de tormenta de invierno han permitido identificar una enorme dispersión de diferentes hallazgos arqueológicos en un fondo marino cercano al moderno puerto de San Felice Circeo.
Desde entonces, la Oficina local del Ministerio de Cultura italiano ha llevado a cabo prospecciones arqueológicas subacuáticas periódicas.
Estas prospecciones, aún en curso, han revelado una representación cronológica ampliamente coherente, con hallazgos cerámicos que abarcan desde el periodo republicano, pasando por el periodo tardorromano, hasta el periodo postmedieval.
Ánforas recuperadas
La mayor parte de las ánforas romanas recuperadas pertenecen al tipo Dressel 1A de la época greco-itálica tardía, que data de la segunda mitad del siglo II a.C. hasta mediados del siglo I a.C.
El estudio determinó que el pino se utilizaba para crear una especie de alquitrán impermeabilizante para recubrir el interior de las tinajas, pero también se especuló que podría haberse hecho para aromatizar el propio vino.
El estudio también determinó que, dado que el pino no era autóctono de la región, debía ser importado, muy probablemente de Calabria o Sicilia, lo que añade credibilidad a las pruebas arqueológicas e históricas existentes de los vínculos comerciales entre las regiones hace 1.500 años.
Los investigadores destacaron que el uso de un enfoque multidisciplinar fue clave para sus hallazgos, afirmando que “han llevado la conclusión más lejos en la comprensión de las prácticas antiguas de lo que habría sido con un solo enfoque”.