Un ave primitiva del tamaño de una taza de té obtuvo su gusano utilizando una mandíbula rígida similar a la del gran y terrible T-rex, según informaron esta semana paleontólogos chinos. Más concretamente, tenía estructuras craneales similares a las de los dinosaurios ancestrales de los que surgió, grupo al que pertenecía el Tyrannosaurus rex.
La pequeña criatura, que podría haberse acomodado cómodamente en la palma de la mano y probablemente habría intentado morderla, vivió hace 120 millones de años junto a un paleolago en el actual norte de China. Conservaba la disposición arcaica de una mandíbula fija, como sus antepasados los dinosaurios terapeutas (un grupo que incluye a los velociraptores y al citado tiranosaurio), informaron investigadores del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias en Nature Communications.
En otras palabras, era una especie de intermedio entre el rígido, dentado y masivo cráneo de los dinosaurios y el ligero cráneo cinético de las aves actuales.
Las aves que conocemos y comemos tienen lo que los anatomistas llaman cráneos cinéticos, lo que significa que la mandíbula superior puede moverse independientemente del cerebro y la mandíbula inferior, explican los investigadores Min Wang, Thomas Stidham, Zhiheng Li, Xing Xu y Zhonghe Zhou.
El equipo observó que son raros los fósiles bien conservados de cráneos de aves primitivas. Sin embargo, éste se encontraba en un estado maravilloso, ya que aún poseía los elementos palatinos, lo que les permitió deducir el estado de su cinesis craneal. Para su sorpresa, la reconstrucción en 3D de su cráneo mostró que esta ave tenía una disposición acinética similar a la de los dinosaurios.
El ave, muerta hace tiempo, pertenecía al extinto grupo de aves llamado enantiornitinos, también conocidos como “pájaros opuestos”, que pululaban por el planeta en el apogeo de los dinosaurios en el Cretácico. Tuvieron un enorme éxito y sus restos se han encontrado en todo el mundo, pero ciertos yacimientos fósiles de China son famosos por la “calidad” de su conservación.
Los dinosaurios en la línea evolutiva hacia las aves, como los troodóntidos y los dromaeosaurios, también tenían mandíbulas cerradas. Resumiendo, este mini-proto-pájaro tiene estructuras craneales que incluyen un hueso pterigoide “exactamente como el del dromaeosaurio Linheraptor” encontrado en Mongolia, no como las que se encuentran en las aves actuales, que tienen mandíbulas cinéticas, benditas sean -de todo tipo de formas y maneras, porque las aves se diversifican enormemente, pero cinética en el cráneo, tienen.
Este pajarito no la tenía; tenía arcos óseos para la fijación de los músculos de la mandíbula como los que se encuentran en los dinosaurios y reptiles como los cocodrilos, explica el equipo. Estos arcos hacen que la parte posterior del cráneo sea rígida y resistente al movimiento entre los huesos.
“El ave fósil y los dinosaurios también carecen del contacto discreto entre el pterigoideo y el cuadrado cerca del paladar que se utiliza en la kinesis del cráneo en las aves vivas. En combinación con los huesos temporales ‘encerrados’, la diferencia en la estructura del paladar también apunta a la ausencia de kinesis entre las aves primitivas”, declaró Stidham, coautor del estudio.
Su estudio refuerza la tesis, ya ampliamente aceptada, de que las aves surgieron de los dinosaurios, son en realidad dinosaurios vivos, surgidos de la rama que incluía a todos, desde los troodóntidos leñosos y el microraptor de “cuatro alas” hasta El Grande.
“Tener un cráneo de ‘dinosaurio’ en un cuerpo de ave no impidió ciertamente que los enantiornitinos, u otras aves primitivas, tuvieran un gran éxito en lugares de todo el mundo durante decenas de millones de años durante el Cretácico”, declaró Wang.
Por último, el equipo llegó a la conclusión de que el ave murió joven: era una cría, a tenor de una serie de indicadores, como la fusión incompleta de los elementos de la rodilla y el tobillo. Y esa mandíbula rígida es solo uno de los muchos rasgos de dinosaurio que tenía. Sin embargo, su tierna edad puede explicar por qué su cabeza parece tan grande: Con el debido respeto a su linaje de dinosaurios, los bebés tienen cabezas grandes.