El movimiento islamista palestino Hamás no ha ocultado su deseo de ver al presidente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmoud Abbas enjuiciado por traicionar a los palestinos por su supuesta «colaboración» con Israel y las sanciones contra la Franja de Gaza.
El año pasado, un alto funcionario de Hamás, Ahmed Bahr, llamó a llevar a Abbas a juicio por «gran traición», un crimen que se castiga con la muerte. Abbas no solo se niega a hacer las paces con Hamás, sino que quiere que entregue sus armas a su gobierno, dijo Bahr . «Para eso, debe comparecer ante un tribunal popular y constitucional por cargos de gran traición».
Anteriormente, otro funcionario de Hamás, Marwan Abu Ras, pidió que se ejecutara a Abbas colgándolo de conformidad con la ley islámica, la sharia. Abu Ras, acusando a Abbas de «colaboración» con Israel, afirmó que el presidente palestino estaba privando a la Franja de Gaza de ayuda financiera internacional. «Abbas es el mayor traidor que la causa palestina ha conocido«, dijo . «Debería ser juzgado en el centro de la Franja de Gaza y condenado a muerte al cumplir con la ley de la sharia«.
Los líderes de Hamás están enojados con Abbas: dicen que reconoce el derecho de Israel a existir y que incluso está preparado para aceptar el próximo plan para la paz en el Medio Oriente del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, conocido como el «Acuerdo del siglo«.
También dicen que quieren ahorcar a Abbas porque sus fuerzas de seguridad realizan una coordinación de seguridad con Israel en Cisjordania y por las sanciones económicas que impuso en la Franja de Gaza. Las sanciones incluyen recortar los salarios de miles de empleados palestinos allí.
Sobre todo, los líderes de Hamás dicen que la organización no reconoce y no reconocerá el derecho de Israel a existir.
Además, parecen pensar que las posibilidades de ver a Abbas enjuiciado por sus supuestos «delitos» no son realistas hasta el punto de ser casi imposibles de lograr. Abbas está sentado en Ramallah, la capital de facto de los palestinos, donde está protegido no solo por sus fuerzas de seguridad, sino también por las Fuerzas de Defensa de Israel. Indudablemente, Abbas sabe que, de no ser por la presencia de Israel en Judea y Samaria, Hamás habría derrocado su régimen, arrastrándolo al centro de Ramallah y ahorcándolo por su supuesta traición a los palestinos.
Los partidarios de Hamás saben que Abbas no va a aparecer en la Franja de Gaza gobernada por Hamás en el corto plazo, si acaso alguna vez. Abbas tampoco está dispuesto a entregarse a Hamás y otros palestinos que claramente quieren juzgarlo por su traición.
Tan impacientes son los enemigos políticos de Abbas, sin embargo, que decidieron celebrar su propio juicio por «traidor» y «colaborador».
El 10 de marzo, un grupo afiliado a Hamás llamado Movimiento Popular para la Salvación Nacional llevó a cabo un juicio simulado para Abbas, de 83 años, en el Centro Cultural Rashad Shawa en la ciudad de Gaza. Cientos de palestinos, incluidos jefes de clanes, estudiantes universitarios y empleados cuyos salarios han sido recortados por Abbas, asistieron al «juicio». Muchos en la audiencia llevaban pequeñas señales que pedían a Abbas que «se fuera».
El «fiscal» de la corte leyó 17 cargos contra Abbas. Incluían «autoridad usurpadora desde 2009» (el mandato de cuatro años de Abbas expiró en enero de 2009), causar la muerte de decenas de palestinos al privarlos de tratamiento médico, recortar los pagos de asistencia social a huérfanos y viudas, cortando el suministro de electricidad (a la Franja de Gaza), y la complicidad con Israel al imponer un bloqueo al enclave costero gobernado por Hamás para evitar que Hamás importe armas.
Los que asistieron al «juicio» también acusaron a Abbas de «incitar» a Israel a lanzar ataques militares contra la Franja de Gaza, violar la Ley Básica Palestina, obstruir el trabajo del parlamento palestino, cometer crímenes de guerra contra el pueblo palestino y perpetrar cientos de actos de tortura contra detenidos palestinos. Además, la hoja de cargos contra Abbas lo acusó de conducir una coordinación de seguridad y promover la normalización con Israel, así como de abusar de su posición por intereses personales y familiares.
Al final del «juicio», el «tribunal» anunció su veredicto: culpable. El tribunal declaró a Abbas culpable de cometer deliberadamente todos los delitos que se le atribuyen y anunció que debería ser castigado con las penas más severas de conformidad con el Código Penal Palestino, una referencia a la sentencia de muerte.
Para algunos, el simulacro de juicio en la Franja de Gaza puede parecer trivial, o como una especie de acto de comedia bizarra. Sin embargo, el «juicio» es algo completamente distinto: está diseñado para enviar una señal no solo a Abbas, sino a cualquier palestino que incluso piense en hacer la paz con Israel o reconocer su derecho a existir. El «juicio» tiene como objetivo mostrar lo que le espera a cualquier palestino que se atreva a trabajar con Israel mediante la coordinación de seguridad o la normalización de los vínculos con él. Veredicto: cualquier palestino que acepte un plan de paz con Israel también será declarado culpable, y firmará su propia sentencia de muerte.