En griego, las palabras εὐλογητός (eulogetós) y εὐλογημένος (eulogeménos) suelen traducirse como “bendito”, pero poseen significados distintos.
Eulogetós (εὐλογητός) expresa que alguien es bendito por naturaleza, sin recibir esa condición de otro. En la Biblia, este término se reserva exclusivamente para Dios.
Eulogeménos (εὐλογημένος) indica que alguien ha sido bendecido por otro. Esta palabra nunca se aplica a Dios, sino a quienes han recibido su bendición.
Uso en los textos bíblicos
En Mateo 21:9, cuando la multitud recibe a Jesús en Jerusalén, exclama: “εὐλογημένος el que viene en el nombre del Señor”. Aquí, εὐλογημένος significa “bendecido”, lo que indica que Jesús ha recibido la bendición de Dios, pero no que sea bendito en sí mismo como Dios.
De manera similar, en Lucas 1:42, Isabel dice a María: “εὐλογημένος el fruto de tu vientre”, refiriéndose a que el hijo de María ha sido bendecido por Dios.
En contraste, cuando la Escritura habla de Dios, siempre emplea εὐλογητός. Un ejemplo claro es Romanos 9:5, donde se afirma: “Dios es εὐλογητός por los siglos”. Esto subraya que solo Él es bendito por naturaleza y fuente de toda bendición.
Un detalle importante es que Jesús nunca es llamado εὐλογητός. En Marcos 14:61, el sumo sacerdote le pregunta si es “el hijo del εὐλογητός”, es decir, el Hijo del Bendito (Dios). Este uso confirma que Jesús es reconocido como εὐλογημένος, es decir, alguien bendecido por Dios, pero no εὐλογητός, bendito en sí mismo.
Problema en las traducciones
Muchas versiones en español traducen ambas palabras simplemente como “bendito”, lo que puede llevar a confusión. En la mentalidad hebrea reflejada en estos textos, Dios es la única fuente de bendición, por lo que solo Él es bendito en sí mismo. Todos los demás, incluso figuras clave como Jesús o María, son bendecidos por Dios, pero no poseen esta bendición por sí mismos.
Distinguir estos términos permite comprender los pasajes bíblicos con mayor claridad y evitar interpretaciones erróneas.