El versículo Juan 3:13 declara: “Y nadie ha ascendido al cielo, sino el que descendió del cielo, el hijo del hombre”. En diversas versiones cristianas, aparece un añadido:
“que está en el cielo”, lo que ha llevado a interpretaciones sobre la divinidad de Jesús y su presencia simultánea en la tierra y el cielo. Sin embargo, los manuscritos griegos más antiguos no contienen esta frase. Textos como el Códice Sinaítico y el Códice Vaticano solo registran la versión más corta, lo que sugiere que la adición se introdujo posteriormente.
El contexto de este versículo es clave. En Juan 3, Jesús mantiene un diálogo con Nicodemo, un líder judío que lo visita de noche. Hasta el versículo 12, el intercambio se mantiene dinámico: Nicodemo formula preguntas y Jesús responde. Sin embargo, en el versículo 13, el tono cambia. El verbo principal en griego, anabebeken (“ha ascendido”), está en tiempo perfecto, lo que indica una acción pasada con efectos aún vigentes. Este detalle es crucial, ya que implica que el ascenso al cielo no es un suceso en curso, sino algo que ya ocurrió y mantiene su relevancia.
El uso del tiempo perfecto sugiere que esta afirmación no forma parte del diálogo directo de Jesús con Nicodemo, sino que se trata de una aclaración del autor del Evangelio. El propósito de esta intervención es destacar que el conocimiento divino no proviene de quienes intentan ascender al cielo por su cuenta, sino únicamente de aquel que “descendió del cielo”, es decir, el hijo del hombre. Esta expresión no indica un descenso físico, sino que es una manera idiomática judía de señalar a alguien que actúa con la autoridad de Dios.
En el pensamiento hebreo, expresiones como “venir del cielo” no deben interpretarse de manera literal. Se utilizan para referirse a individuos que cumplen un propósito divino. En este caso, el Evangelio de Juan resalta que Jesús posee un conocimiento único sobre Dios porque es su mensajero autorizado, no porque sea Dios en sí mismo. La frase añadida posteriormente, “que está en el cielo”, cambia radicalmente la interpretación del pasaje al sugerir la ubicuidad de Jesús y reforzar la idea de su divinidad. Sin embargo, su ausencia en los manuscritos más antiguos evidencia que esta idea no formaba parte del texto original.
El análisis del tiempo verbal confirma que esta no es una declaración de Jesús sobre su naturaleza divina, sino un comentario teológico del narrador. La estructura gramatical en griego sugiere que el autor del Evangelio interrumpe el diálogo para enfatizar que solo el hijo del hombre puede transmitir el conocimiento celestial. No se trata de una proclamación de Jesús sobre su propia divinidad, sino de una explicación sobre su papel como portador del mensaje de Dios.
En conclusión, Juan 3:13, en su forma original, no presenta a Jesús como Dios ni afirma su presencia simultánea en el cielo y en la tierra. La expresión “descendió del cielo” debe entenderse en su contexto cultural y lingüístico como una referencia a su misión divina, no a un movimiento literal. La ausencia de la frase añadida en los textos más antiguos confirma que cualquier interpretación que relacione este versículo con la divinidad de Jesús proviene de modificaciones posteriores y no del mensaje original del Evangelio.