DOHA, Qatar (AP) – El último enfrentamiento en la Copa Mundial entre Estados Unidos e Irán, hace 24 años, se considera uno de los partidos con mayor carga política de la historia del fútbol.
Esta vez, las connotaciones políticas son igual de fuertes y las relaciones quizás aún más tensas, ya que Estados Unidos e Irán se enfrentan de nuevo el martes en Qatar.
Las protestas nacionales de Irán, su programa nuclear en expansión y los ataques regionales e internacionales vinculados a Teherán han llevado el partido más allá del estadio y a la geopolítica.
Sea cual sea el resultado, es probable que las tensiones empeoren en los próximos meses.
El momento en que se agriaron las relaciones entre Estados Unidos e Irán depende de a quién se le pregunte. Los iraníes señalan el golpe de Estado de 1953, respaldado por la CIA, que consolidó el poder del sha Mohamed Reza Pahlavi. Los estadounidenses recuerdan la toma de la embajada de Estados Unidos en 1979 y la crisis de los 444 días de rehenes durante la revolución iraní.
En el fútbol, sin embargo, la línea de tiempo es mucho más sencilla, ya que ésta será sólo la segunda vez que Irán y Estados Unidos se enfrenten en la Copa Mundial.
La última vez fue en el torneo de 1998 en Francia, una época totalmente diferente en la República Islámica. Irán ganó por 2-1 en Lyon, lo que supuso un punto de inflexión para la selección masculina de Estados Unidos, mientras los iraníes lo celebraban en Teherán.
En aquel momento, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, elogió al equipo iraní, diciendo que “el fuerte y arrogante rival sintió el amargo sabor de la derrota”.
Pero fuera del terreno de juego, el entonces presidente de Irán, Mohammad Jatamí, trató de mejorar los lazos con Occidente y el resto del mundo. Dentro de Irán, Jatamí impulsó las llamadas políticas “reformistas”, tratando de liberalizar aspectos de su teocracia al tiempo que mantenía su estructura con un líder supremo en la cima.
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su administración esperaban que la elección de Jatamí fuera parte de un deshielo.
Los dos equipos posaron para una fotografía conjunta, y los jugadores iraníes entregaron flores blancas a sus oponentes estadounidenses. Estados Unidos regaló a los iraníes banderines de la Federación de Fútbol de Estados Unidos. Incluso intercambiaron camisetas, aunque los iraníes no se las pusieron. Más tarde jugaron también un amistoso en Pasadena, California.
24 años después, las relaciones son quizás más tensas que nunca.
Irán está ahora gobernado en su totalidad por partidarios de la línea dura tras la elección del presidente Ebrahim Raisi, un protegido de Jamenei, que participó en la ejecución masiva de miles de presos políticos en 1988 al final de la guerra entre Irán e Irak.
Tras el colapso del acuerdo nuclear de 2015 de Irán con las potencias mundiales, provocado por la retirada unilateral del acuerdo por parte del presidente Donald Trump, Teherán está enriqueciendo uranio hasta el 60% de pureza, un breve paso técnico desde los niveles de grado armamentístico. Los expertos en no proliferación advierten que la República Islámica ya tiene suficiente uranio para construir al menos una bomba nuclear.
Una guerra en la sombra de ataques con aviones no tripulados, asesinatos selectivos y sabotajes lleva años sacudiendo todo Oriente Medio en medio del fracaso del acuerdo. Mientras tanto, Rusia bombardea zonas civiles e infraestructuras eléctricas en Ucrania con drones de fabricación iraní.
Durante dos meses, Irán se ha visto convulsionado por las protestas masivas que siguieron a la muerte el 16 de septiembre de Mahsa Amini, una mujer de 22 años que había sido detenida anteriormente por la policía de la moral del país. En las protestas han muerto al menos 451 personas desde su inicio, así como más de 18.000 detenidos, según Human Rights Activists in Iran, un grupo de defensa de los derechos humanos que sigue las manifestaciones.
En el Mundial de Qatar, la victoria de Irán por 2-0 contra Gales supuso un breve momento de buenas noticias para los partidarios de la línea dura. Tras el partido, la policía antidisturbios de Teherán ondeó banderas iraníes en la calle, algo que enfureció a los manifestantes. El propio Jamenei reconoció que la victoria “despertó la alegría en el país”.
Sin embargo, el líder supremo advirtió que “cuando se celebra el Mundial, todas las miradas están puestas en él. El adversario suele aprovechar este momento de relajación para actuar”.
A medida que se intensifican las manifestaciones, Irán ha alegado, sin aportar pruebas, que sus enemigos en el extranjero, incluido Estados Unidos, están fomentando los disturbios. En un Mundial en el que los organizadores esperaban divorciar la política del terreno de juego, esas tensiones se han desbordado en los alrededores de los estadios con manifestantes pro y antigubernamentales que se gritan unos a otros.
Antes del partido del martes en el estadio Al Thumama, Irán ha publicado un vídeo de propaganda con niños pequeños cantando, entre ellos niñas con hijabs blancos, delante de un pequeño campo. Agitando banderas y con un ritmo de sintetizador atronador, los niños cantan: “Te apoyamos en las gradas, todos con una sola voz Irán, Irán”.
“Esperamos un gol, nuestro corazón late segundo a segundo por nuestro Irán”, añaden.
Esta victoria podría suponer un nuevo impulso para los partidarios de la línea dura. Ya han reaccionado airadamente a una protesta de la Federación de Fútbol de Estados Unidos, que borró brevemente el emblema de la República Islámica de la bandera de Irán en las redes sociales.
No está claro si algún funcionario del gobierno iraní o estadounidense estará presente en el partido. El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ya asistió al partido de Estados Unidos contra Gales al comienzo del torneo.