El primer ministro Naftali Bennett se reunió el domingo en la Oficina del Primer Ministro en Jerusalén con el ministro de Asuntos Exteriores griego Nikos Dendias.
Al comienzo de la reunión, el ministro de Asuntos Exteriores griego agradeció al primer ministro la ayuda que otorgó Israel en la extinción de los incendios forestales ocurridos en Grecia el mes pasado.
Ambos hablaron también del estrechamiento de las relaciones bilaterales y del aumento de la cooperación estratégica en cuestiones regionales, incluida la amenaza nuclear iraní.
El primer ministro Bennett y el ministro de Asuntos Exteriores griego, Dendias, hablaron de las formas de luchar contra el coronavirus en sus países, haciendo hincapié en la tercera dosis de la vacuna y su efecto en la pandemia, así como en el hecho de que Israel sea pionero a nivel mundial en el uso de la tercera dosis de la vacuna.
Ambos acordaron avanzar en una reunión trilateral entre Israel, Grecia y Chipre en un futuro próximo.
El ministro griego se reunirá también con miembros de la Asociación Griega de Supervivientes del Holocausto, tras lo cual visitará el Museo del Holocausto Yad Vashem.
Israel, Grecia y Chipre están construyendo una importante alianza en el Mediterráneo oriental, un ambicioso proyecto entre los tres países que está suscitando interés y debate sobre su viabilidad.
El gasoducto EastMed, que prevé la construcción de un gasoducto que transporte el gas natural de las reservas marinas israelíes y chipriotas para luego trasladarlo a Grecia y más allá, ha sido un tema de discusión frecuente durante las cumbres trilaterales.
En marzo, una cumbre en Jerusalén a la que asistieron Netanyahu, el ex primer ministro griego Alexis Tsipras y el presidente chipriota Nicos Anastasiades contó con la presencia del secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, que expresó su apoyo al proyecto.
El oleoducto, que podría extenderse 2.000 kilómetros y llegar hasta Italia, tiene el potencial de “atraer inversiones que maximicen estos recursos”, dijo Pompeo. Su coste estimado es de 7.000 millones de dólares. Sus partidarios, especialmente Washington, lo promocionan como una forma de que Europa diversifique su suministro energético, disminuyendo su dependencia de Rusia.