El Presidente Reuven Rivlin de Israel ha escrito al Príncipe Carlos de Gran Bretaña para tratar de obtener su ayuda y dar más peso a la petición de los padres de una niña de dos años que quieren que se les permita traer a su hija gravemente discapacitada para que reciba cuidados en Israel.
La niña de dos años Alta Fixler, de Manchester, tiene daños cerebrales permanentes desde su nacimiento y los médicos dicen que su estado nunca mejorará.
Según informan los medios de comunicación británicos, la niña nacida en el Reino Unido, cuyos padres son ciudadanos israelíes y llevan un estilo de vida judío ultraortodoxo, ha estado conectada a un respirador en el Royal Manchester Children’s Hospital desde su nacimiento.
Los médicos afirman que Alta no puede respirar, comer ni beber sin una sofisticada intervención médica que la mantenga con vida, no ven ninguna esperanza de mejora en su estado y quieren desconectar sus ayudas vitales. Sus padres, que son judíos observantes, se oponen totalmente a esta recomendación.
Al apelar a Carlos por razones humanitarias para que ejerciera su influencia a fin de que Alta pudiera ser llevada a Israel para recibir tratamiento, Rivlin escribió: “Sé que se han hecho gestiones ante el Gobierno de Su Majestad sobre este asunto, pero creo que las circunstancias únicas justifican una intervención personal de mi parte ante usted. Sería una tragedia que los deseos de estos padres no pudieran ser atendidos de una manera que respete tanto la ley como sus creencias religiosas”.
El caso también ha sido abordado por la Junta de Diputados de los Judíos Británicos y por otras organizaciones judías del Reino Unido, que están ofreciendo a los Fixlers apoyo moral.
El Manchester University NHS Foundation Trust, responsable del cuidado de Alta, apeló a una decisión judicial para determinar cuál sería el interés superior de la niña, y el Tribunal Superior falló a favor de la retirada del soporte vital. Los padres, que están luchando contra la sentencia, quieren llevar a la niña a Israel para que pueda seguir recibiendo tratamiento.
Incluso antes de que Rivlin se implicara en el asunto, el ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, apeló al secretario de Sanidad británico, Matt Hancock, para que permitiera traer a la niña a Israel.
Su petición iba acompañada de un dictamen jurídico según el cual, de acuerdo con la legislación israelí, el tratamiento podía continuar si los padres lo deseaban y se oponían a interrumpir los cuidados.