Hay muy pocas industrias en el mundo que se hayan visto tan afectadas o que vayan a enfrentarse a tantas consecuencias como la industria del petróleo y el gas en 2020. En un informe reciente, Fitch Ratings pronosticó que las empresas de exploración y producción de petróleo y gas perderían 1.8 billones de dólares en ingresos este año, lo que es seis veces más de lo que el sector minorista va a perder. Pero las consecuencias a largo plazo van a ser aún más devastadoras. Tal vez el cambio más visible que está teniendo lugar en la industria del petróleo y el gas son las drásticas medidas de reducción de costos que están tomando las grandes petroleras. BP se ha visto obligada a recortar 10.000 puestos de trabajo, o el 15 por ciento de su fuerza de trabajo, mientras intenta controlar los costes en este nuevo entorno de bajo precio del petróleo. Schlumberger ya había recortado los salarios y los puestos de trabajo a finales de marzo, mientras que Shell y Chevron han anunciado planes para reducir su fuerza de trabajo.
Y no es solo en la fuerza de trabajo donde estamos viendo recortes sin precedentes. La decisión de Shell de recortar sus dividendos por primera vez desde 1945 fue probablemente el mayor indicador del impacto a largo plazo que esta pandemia tendrá en la industria petrolera. Shell y sus colegas petroleros se enorgullecen de pagar dividendos sin importar las condiciones del mercado para mantener felices a sus accionistas. Su decisión de recortar sus dividendos marca un cambio de estrategia que sugiere que la empresa petrolera está ahora decidida a reducir su deuda en el futuro y a centrarse en la sostenibilidad financiera en lugar de limitarse a complacer a los accionistas.
Sigue sin estar claro si la demanda de petróleo volverá alguna vez a los niveles prepandémicos. Desde la destrucción de la industria de la aviación hasta la transformación de la dinámica del lugar de trabajo reduciendo los viajes diarios y las presiones gubernamentales por la energía renovable, la demanda de petróleo está siendo atacada por todos lados debido a COVID-19. Las grandes petroleras parecen haber reconocido este cambio global y están decididas a hacer que sus operaciones sean lo más eficientes y sostenibles posible.
El 2020 se perfila como el año más dramático en la historia de los mercados petroleros, con una década de cambio que parece tener lugar en solo 365 días.