Tras meses de bloqueo bajo la severa y muy denostada política de Covid, la economía china es un gigante dormido. A medida que la nación comienza y se detiene en su camino hacia la reapertura de los negocios, sigue sin estar claro qué impacto tendrá la segunda economía más grande del mundo en los actuales problemas de la cadena de suministro mundial. En medio de un crecimiento económico estancado y una crisis energética que se intensifica, añadir a China a la mezcla es una variable sin resultado claro. Por un lado, el aumento de la considerable capacidad de producción energética e industrial de China puede ayudar a aliviar la presión.
Por otro lado, la reapertura de la economía china también aumentará la demanda energética del país en el mercado mundial. “China ha sido durante mucho tiempo el mayor motor de la prosperidad mundial, contribuyendo con el 28% del crecimiento del PIB en todo el mundo entre 2013 y 2018, más del doble que Estados Unidos”, informó el Financial Times a principios de este mes, citando datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho, cuando el Banco Mundial anunció que recortaría su previsión de crecimiento del producto interior bruto (PIB) mundial para este año, citó los cierres en China -así como la guerra rusa en Ucrania– como las principales razones por las que las cosas estaban dando un giro hacia el pesimismo. El año pasado, el PIB mundial creció un 5,7%; este año, el FMI predice que apenas crecerá un 2,9%.
A finales de marzo, meses antes de que Pekín anunciara una relajación de las restricciones, Forbes ya calificaba de “fiasco” la política de cero Covid de China, ya que se calcula que la economía del país se estaba desangrando por valor de 46.000 millones de dólares como resultado directo de esta política, cuyo objetivo era reducir a cero el número de casos de Covid en el país, un objetivo que prácticamente todo el mundo, fuera del gobierno chino, considera imposible. La enormidad de esa pérdida ha tenido y tendrá consecuencias de gran alcance a escala mundial, al igual que la vuelta de China al redil económico. Sólo que aún no sabemos de qué manera y en qué grado. Simplemente, hay demasiadas variables.
Parte de la extrema complejidad de la situación actual se debe a que China se encuentra en medio de un periodo políticamente tumultuoso, ya que la política de Covid cero ha despertado el descontento y el escrutinio tanto en el país como en el extranjero. Las tácticas del gobierno chino para imponer el bloqueo han sido característicamente autoritarias, y los expertos predicen que la población china puede estar a punto de iniciar protestas a nivel nacional como reacción a las severas restricciones.
Encerrados en sus apartamentos, los residentes chinos han acudido a las redes sociales, especialmente a la aplicación WeChat, para expresar sus críticas a las medidas anti-Covid del gobierno. “A medida que el gobernante Partido Comunista Chino (PCC) continúa con los cierres a gran escala y de larga duración en las principales ciudades, el encarcelamiento masivo en campos de cuarentena y en los campus universitarios y de enseñanza superior, junto con la vigilancia digital general y el control de los movimientos de la gente, han comenzado a surgir algunos signos de descontento masivo”, informó Radio Free Asia a principios de este mes, citando incidentes de disidencia de estudiantes y del sector privado.
Además del descontento entre los ciudadanos chinos, las señales extremadamente contradictorias de Pekín han enturbiado cualquier predicción sobre lo que se avecina para la economía china -y, por tanto, mundial-. Y mientras el presidente Xi Jinping trata de caminar por la línea entre utilizar el cero-Covid como herramienta para reforzar el control público y político y perderlo todo cuando los ciudadanos chinos se irriten contra este autoritarismo, Pekín sigue impulsando su “revolución energética”. China intenta tenerlo todo mientras defiende la misma política que aplastó su economía, todo ello mientras intenta cumplir sus planes de crecimiento. “Con la creciente escasez de energía, la disminución del crecimiento y los peligros políticos, Xi parece querer tener su pastel y comérselo también a través de la más reciente ola de bloqueos rodantes a corto plazo”, escribe Forbes. Pero el simple hecho de declarar que la economía y el sector energético de China se recuperarán mejor que nunca no lo hace.