Durante la guerra entre Israel y Hamás, se han reportado escasez de alimentos en varias ciudades de Israel, afectando a supermercados como Shufersal, Osher Ad, Politzer, Carrefour y Rami Levi.
Los testigos mencionan la falta de pan, productos frescos, carne, huevos, papel higiénico, sopas instantáneas, fideos y conservas de pescado en algunos lugares, aunque no en todos.
Joseph Gitler, fundador y presidente de Leket Israel, la mayor organización sin ánimo de lucro de alimentos en Israel, señala que esta escasez alimentaria tras un conflicto no es algo nuevo. Compara la situación con tragedias como el huracán Katrina o el 11-S y explica que la infraestructura logística cotidiana no está preparada para lidiar con emergencias de este tipo. Soldados llegan a las bases sin suficiente comida, entregas no pueden realizarse en zonas bajo ataque, y trabajadores son llamados a la reserva, dejando vacíos en la producción de alimentos.
Gitler reconoce que la situación es un desafío logístico y que tomará tiempo resolverla. Destaca que en un estado de emergencia, la perfección no es realista y que la gente espera que todo funcione sin problemas. Sin embargo, considera que estos problemas son menores en comparación con la crisis en curso.
En cuanto al suministro de alimentos en Israel, Gitler descarta preocupaciones mayores, a menos que el mundo se vuelva en contra del país y no pueda importar alimentos. Israel es relativamente autosuficiente en muchos productos alimenticios, aunque admite que la situación en el sur, que es una importante fuente de alimentos para el país, podría verse afectada.
En última instancia, Gitler confía en que, a pesar de la escasez temporal, la situación se resolverá una vez que se estabilice el país militarmente. Aunque pueden faltar algunos alimentos en los estantes durante un tiempo, no se espera que la población pase hambre, y la normalidad debería regresar en el futuro.
El experto Gitler reconoce que estas preocupaciones son válidas, ya que decenas de miles de trabajadores de Gaza se desplazan diariamente para diversas labores, desde la agricultura hasta la construcción. La incertidumbre en la región podría prolongarse, lo que afectaría la disponibilidad de mano de obra.
En cuanto a los trabajadores extranjeros, la situación es menos drástica desde un punto de vista logístico. A pesar de que algunos de ellos están secuestrados por Hamás, la necesidad de enviar dinero a sus familias los motiva a seguir trabajando en Israel, aunque se requiera pagarles más.
Ante la reorganización temporal de la distribución, han surgido numerosas organizaciones en todo el país que recogen alimentos y suministros para enviar a las Fuerzas de Defensa de Israel y a los reservistas. La solidaridad de la población es evidente, con personas contribuyendo de diversas formas para aliviar la difícil situación.
Leket, una organización, ha lanzado una campaña para recaudar fondos y distribuir suministros en el sur de Israel, la zona más afectada por el conflicto. Muchos de los proveedores de alimentos de Leket, como agricultores y empresas de catering, están cerrados actualmente, lo que dificulta su capacidad para recoger alimentos. La campaña tiene como objetivo inicial recaudar 2 millones de dólares para comprar una variedad de alimentos, incluyendo comidas cocinadas, frutas, verduras, productos secos y artículos para bebés. Además, intentarán comprar productos de las áreas más afectadas para apoyar a los negocios locales.
Si bien es posible que algunos suministros lleguen a los soldados en los próximos días, el enfoque principal es asegurar que estos recursos lleguen a las personas necesitadas, incluyendo a aquellos que se han desplazado y a las familias que los acogen. La respuesta solidaria de la sociedad y las organizaciones como Leket son esenciales para mitigar los impactos del conflicto en el acceso a los alimentos y suministros básicos en Israel.