Uno de los logros del Israel de 74 años es ser independiente en el suministro de sus necesidades energéticas. Para ser precisos, todavía utilizamos carbón y petróleo importados para producir electricidad, pero si nos vemos obligados, Israel puede ajustarse rápidamente para generar toda la energía que necesita a partir de sus propios recursos, principalmente su gas natural.
Los cínicos pueden tachar esto de resultado trivial de una combinación en la que la naturaleza proporcionó gas natural al Mediterráneo oriental, un hombre cavó un agujero en el fondo del mar y conectó el pozo con un gasoducto hasta la costa, e Israel es independiente. El camino hacia esa independencia fue más complicado y las pruebas que quedan por delante no son sencillas.
Ha habido una sana, aunque amarga discusión sobre quién es realmente el dueño del gas natural: el Estado o el empresario privado. El Estado ganó y se pagan los derechos. Ha habido una sana, pero amarga discusión sobre qué cantidad de gas natural debe asegurarse para el consumo propio de Israel y qué cantidad puede exportarse. Aunque el Estado ha ganado, ha tenido que aceptar una limitación de las exportaciones.
Existe un sano y amargo debate sobre dónde ubicar las diversas instalaciones relacionadas con la extracción, transmisión y exportación del gas, pero este fluye tanto hacia los consumidores israelíes como hacia los vecinos Egipto, Jordania y la Autoridad Palestina.
Los cínicos también deberían mirar al Líbano. Está dotado de este tesoro natural en su parte económica del Mediterráneo, pero no ha conseguido extraer ni un solo metro cúbico de gas y se le considera un Estado en bancarrota, en el que la electricidad 24/7 es un bien desconocido.
La guerra de Ucrania ha acentuado la dependencia europea de Rusia como su principal proveedor de petróleo y gas. De los tres grandes motores económicos mundiales -Estados Unidos, Europa y China-, solo EE. UU. es autosuficiente, lo que se suma a su poderío como superpotencia. Para tratar de ayudar a Europa a reducir rápidamente su dependencia de Rusia, Estados Unidos se ha comprometido a transmitir 15.000 millones de metros cúbicos adicionales a Europa, en 2022.
Israel puede suministrar una gran parte de esta cantidad en función de la capacidad actual de las instalaciones de licuefacción en Egipto o de la capacidad de las empresas que extraen el gas israelí, concretamente el socio estadounidense Chevron, para trasladar una instalación flotante de licuefacción a los pozos israelíes.
Algunos países europeos ya se han dirigido a Israel en este sentido. Así, más allá de disfrutar de su independencia energética, Israel ha aprovechado su relativa riqueza en gas natural para reforzar sus relaciones geoestratégicas con sus vecinos de la región y de Europa.
Hacia los cien años de independencia, Israel tendrá que depender mucho más de las energías renovables, a medida que el mundo se aleja de las fuentes de energía fósiles. A falta de una revolución que reduzca drásticamente el espacio necesario para la producción de energía renovable, como la eólica o la solar, esto puede significar una interdependencia con los vecinos que suministran a Israel energía solar y eólica a cambio de agua desalada. La interdependencia puede tener el valor añadido de reducir la probabilidad de conflictos prolongados y violentos.
Oded Eran es investigador principal del Instituto de Estudios Estratégicos Nacionales (INSS), afiliado a la Universidad de Tel Aviv, y antiguo embajador de Israel en Jordania y la UE.