La Unión Europea y el Reino Unido han visto aumentar su dependencia de las importaciones de gas natural hasta el 80 por ciento en 2020, desde el 65 por ciento en 2010, al tiempo que la producción regional se desplomaba, según informó el viernes la Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos.
La elevada dependencia de las importaciones de gas y los bajos niveles de gas almacenado han sido los principales responsables de la crisis del gas y la electricidad en Europa, donde los costes energéticos se han disparado en los últimos meses.
En 2020, las importaciones de gas natural por gasoducto en la UE más la región del Reino Unido representaron el 74 por ciento de todas las importaciones de gas natural, y el GNL representó el 26 por ciento restante de las importaciones, según datos de la EIA.
El mayor proveedor de gas por gasoducto es Rusia, con más de un tercio de todo el gas que consumen el Reino Unido y los 27 Estados miembros de la UE.
A pesar de la construcción de nuevos gasoductos, las importaciones procedentes de Noruega -que no es miembro de la UE- se situaron en una media de unos 9 Bcf/d entre 2010 y 2020, ya que el desarrollo de nuevos yacimientos en el Mar de Barents de la plataforma continental noruega fue insuficiente para compensar el descenso de los yacimientos maduros del Mar del Norte, señaló la EIA.
El Reino Unido, uno de los principales productores europeos de gas natural junto a Noruega, podría ver caer su producción de gas en un 75% de aquí a 2030 a menos que se aprueben y desarrollen nuevos yacimientos en alta mar, según el organismo de la industria de alta mar OGUK.
Sin nuevas inversiones en nuevos yacimientos de gas en el Mar del Norte, el Reino Unido será más vulnerable a las crisis, como la actual entre Rusia y Ucrania, señaló la asociación del sector.
Según Fitch Ratings, los bajos inventarios, la reducción de las entregas del gigante ruso Gazprom y el aumento de las tensiones geopolíticas han contribuido al ya de por sí ajustado mercado europeo del gas y han impulsado la búsqueda de suministros adicionales.
“Aunque Europa seguirá dependiendo del suministro de gas ruso a corto plazo, a más largo plazo esto puede conducir a una base de proveedores más diversificada y a una transición energética más rápida”, dijo Fitch en un análisis esta semana.