Hace unos días se produjo un acontecimiento poco habitual en los mercados de divisas: por primera vez en dos décadas, el euro alcanzó la paridad con el dólar estadounidense. El épico desplome del euro ha hecho que se debilite casi un 12% en lo que va de año frente al billete verde, lo que le sitúa en uno de los peores años de su historia de 23 años, mientras la guerra de Rusia contra Ucrania agrava la mayor crisis energética mundial de los tiempos modernos.
El euro cotiza actualmente a 1,01 dólares. La última vez que el euro –la segunda moneda de reserva más popular del mundo después del dólar- cayó a estos niveles fue en 2015, después de que el Banco Central Europeo desencadenara un estímulo masivo. Pero los analistas advierten que podría ser mucho peor para el euro, con nuevas interrupciones en el suministro de gas natural del continente que probablemente lo hagan caer hasta 0,90 dólares.
Lamentablemente para el euro, es la hostil Rusia la que tiene su destino en sus manos en esta coyuntura.
El último revés del euro se produjo después de que el gasoducto ruso Nordstream 1 se cerrara durante 10 días por mantenimiento, cortando el flujo de gas natural de Rusia a Alemania y otros países de la UE. Sin embargo, se teme que si Moscú decide prolongar el cierre, obligue a Alemania -que ya se encuentra en la segunda fase de un plan de emergencia de gas de tres niveles- a racionar el combustible y a ejercer más presión sobre el euro. JPMorgan considera que el peor escenario es el cese total de los flujos de gas ruso a Alemania, en cuyo caso el euro podría desplomarse hasta los 0,90 dólares.
“Si el gasoducto que está cerrado desde hace 10 días no se reabre y tenemos más racionamiento de gas, en esa situación puede que no hayamos visto los niveles más débiles del euro”, ha dicho a Reuters Christian Keller, jefe de investigación económica de Barclays.
Euro/USD
El aumento de los costes de la energía
La escalada de los costes energéticos ya está pasando factura a las economías europeas. Alemania, la primera economía de la región, acaba de registrar su primer déficit comercial desde 1991, y el sentimiento de los inversores vuelve a caer en picado.
Según BNP Paribas, el euro tiende a sufrir más que otras divisas desarrolladas en tiempos de crisis energética, con una caída media del 4,5% en esos momentos. Esto sugiere que las actuales crisis energéticas son mucho peores que las medias históricas.
Para ser justos, los factores técnicos y los mercados de opciones probablemente estén desempeñando un papel importante a la hora de dictar la trayectoria del euro a corto plazo. En la actualidad, Reuters ha informado de que la semana que viene vencen opciones por valor de entre 1.000 y 1.500 millones de dólares, y crece el temor de que una paridad sostenida con el dólar desencadene órdenes de venta de más euros, lo que podría enviarlo a 0,95 dólares.
Pero esto tiene que ver, en gran medida, con la espiral de los precios de la energía unida a una inflación galopante.
Por ejemplo, los analistas de Citi han previsto que una interrupción del suministro por parte de Rusia hará que los precios del gas se disparen muy por encima de los niveles actuales, que rondan los 170 euros por megavatio hora. Los analistas prevén que el euro caiga a 0,98 dólares si el gas alcanza los 200 euros y a 0,95 dólares si los precios del gas se disparan hasta los 250 euros.
Y no espere que el BCE acuda al rescate del euro esta vez.
En teoría, el BCE podría aliviar parte de la presión vendedora sobre el euro vendiendo dólares para apuntalar la moneda, como ya hizo en el año 2000 cuando el euro se desplomó a 0,83 dólares. Sin embargo, ya ha señalado que no está dispuesto a intervenir directamente, posiblemente por el hecho de que el tipo de cambio “real” del euro sigue estando muy por encima de donde se encontraba la última vez que se alcanzó la paridad euro-dólar en 2002.
Por suerte, Europa podría evitar un colapso total gracias a la caída de los precios del petróleo.
En las dos últimas semanas, la subida de los precios del petróleo se ha enfriado considerablemente, y el crudo ronda actualmente los 100 dólares por barril, frente a los recientes máximos de 120 dólares por barril, en gran medida por el temor a una desaceleración económica mundial.
También pesan en los mercados los temores a una mayor destrucción de la demanda después de que Shangai y otras ciudades chinas empezaran a promulgar nuevas restricciones al COVID-19, que van desde el cierre de empresas hasta bloqueos más amplios, en un esfuerzo por controlar la propagación de la última variante del Covid-19.
La última venta ha ampliado la racha de pérdidas del sector energético y lo ha sumido en territorio bajista por primera vez en meses. También ha invertido una tendencia reciente en la que el sector superaba a todos los demás 10 sectores del mercado para pasar a una situación en la que está por debajo de todo. La venta ha sido tan profunda que los precios se han desplomado a lo largo de toda la curva de futuros. Por ejemplo, el Brent para diciembre de 2023 se desplomó un 8,8% el martes para cotizar a su nivel más bajo desde marzo, casi tanto como los precios cercanos. Los expertos del mercado también han interpretado la caída como una señal de que algunos productores de petróleo han estado vendiendo contratos a más largo plazo para cubrir sus suministros. Aunque estos volúmenes han sido hasta ahora bastante modestos, pueden agravar la presión sobre los futuros cercanos.
La fortaleza del dólar tampoco ha ayudado a los precios del petróleo y de las materias primas, ya que la principal divisa sigue siendo el refugio preferido del mundo en estos tiempos turbulentos.
“El capital que fluye hacia los dólares estadounidenses, que ha hecho que [el dólar] se dispare, parece estar poniendo un viento en contra de los precios de las materias primas”, dijo Colin Cieszynski, estratega jefe de mercado de SIA Wealth Management, a MarketWatch.
La mala noticia para los alcistas del petróleo es que hay poco respiro en el horizonte, ya que los últimos datos muestran que la inflación en Estados Unidos alcanzó un tórrido 9,1% en junio, la lectura más alta desde 1981, superando una vez más las expectativas y aumentando las probabilidades de que la Fed continúe con su agresivo régimen de subidas de tipos.
Pero esto podría ser una buena noticia para la economía europea, ya que los elevados precios de la energía son en gran parte responsables de la mala situación de la economía. De hecho, el Conference Board ha pronosticado que “lo más probable es que el PIB de la zona euro siga expandiéndose en la segunda mitad de 2022 y en 2023, escapando de una recesión a pesar de los vientos en contra generados por la invasión rusa de Ucrania”.