La relación entre las dos grandes potencias autóctonas de Oriente Medio -Arabia Saudita e Irán- se ha matizado considerablemente en las últimas semanas respecto a la pura enemistad que existía antes entre ambos países. Del lado saudí, el príncipe heredero Mohammed bin Salman declaró recientemente que busca “una relación buena y especial con Irán… No queremos que la situación de Irán sea difícil, al contrario, queremos que Irán crezca… y que empuje a la región y al mundo hacia la prosperidad”. Por parte de Irán, una delegación de alto nivel mantuvo largas reuniones con sus homólogos saudíes poco después de esta declaración, en una cumbre secreta celebrada en Bagdad con la mediación del primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi.
Irak, por su parte, está desempeñando un papel crucial en este acercamiento al anunciar, en paralelo a estos recientes acontecimientos, que Bagdad establecerá un fondo conjunto de 6.000 millones de dólares con Arabia Saudita y los EAU para invertir en diversos proyectos en Irak. A esto le siguió rápidamente la noticia de que una empresa petrolera saudí, con un importante apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos -Delta Oil Company-, está en conversaciones para desarrollar el estratégico yacimiento de gas de Akkas en Irak, junto con el gigante estadounidense de servicios petroleros, Schlumberger. Todavía no está claro si esta serie de anuncios significa que Arabia Saudita está dispuesta a unirse de forma decisiva a la esfera de influencia Irán-China-Rusia o que Irak se va a unir a la saudí-estadounidense, pero Irak ha anunciado en los últimos días otros vínculos de enorme importancia con Arabia Saudita.
Según un comentario del ministro de Petróleo iraquí, Ihsan Ismaael, la semana pasada se celebraron largas conversaciones entre él y su homólogo saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, sobre la mejor manera de permitir una participación mucho mayor de las empresas saudíes en los sectores del gas, la petroquímica y las energías limpias de Irak, incluida una inversión sustancial de las empresas saudíes en estas áreas. Las empresas concretas que participaron en las conversaciones eran pesos pesados en sus respectivos sectores. Saudi Aramco, SABIC y también ACWA Power participaron, mientras que la parte iraquí estaba compuesta por varios ministerios clave del gobierno y representantes de la Comisión Nacional de Inversiones.
Según una fuente de alto nivel que trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Petróleo de Irak, estas conversaciones comenzaron con la reiteración del interés saudí en desarrollar el estratégico yacimiento de gas de Akkas, en Irak, que ya había sido considerado por Rusia como un elemento clave de un triángulo de yacimientos de este tipo que atraviesa estratégicamente Irak y se adentra en Siria. Akkas no solo está situado en una zona controlada por la minoría suní de Irak, sino que también es un componente vital para que Irak optimice mejor sus propios recursos de gas con el fin de minimizar su dependencia de Irán para el suministro de gas y electricidad. Además, Arabia Saudita declaró que estaba muy interesada en desarrollar el yacimiento de gas de Ratawi, como parte de un plan más amplio para utilizar el enorme volumen de gas asociado producido en el desarrollo de los recursos petrolíferos de Irak que actualmente se quema.
El uso de este gas, ya sea capturándolo para la exportación (y proporcionando un impulso muy necesario a cubrir el agujero en el presupuesto de Irak) o utilizándolo para la generación de energía (y reduciendo la dependencia de Irak del vecino Irán para el suministro de gas y electricidad) ha sido durante mucho tiempo un objetivo de la política de Estados Unidos para Irak. Esto no solo significaría que Estados Unidos podría reducir su ayuda financiera a Irak, sino que también disminuiría significativamente una de las palancas clave de influencia que Teherán tiene sobre Bagdad.
En la actualidad, Irak sigue siendo uno de los tres países que más gas natural consume en el mundo, después de Rusia, ya que el año pasado quemó unos 16.000 millones de metros cúbicos de gas asociado. Esta práctica ha costado a la economía miles de millones de dólares en ingresos perdidos, ha contribuido a los frecuentes cortes de energía en Irak, especialmente durante los meses de verano, y también ha ido en contra del espíritu de la iniciativa de las Naciones Unidas y el Banco Mundial “Zero Routine Flaring”, destinada a poner fin a este tipo de combustión rutinaria para 2030, a la que Irak se unió en 2017.
Es cierto que Irak se comprometió a principios de este año a desarrollar finalmente sus recursos de gas quemado (y no quemado) en los próximos dos o tres años, con el Ministerio de Petróleo estudiando proyectos para desarrollar 1.200 millones de pies cúbicos estándar por día (scf/d) de gas asociado de los 2.700 millones de scf/d producidos como complemento a la excavación de petróleo.
También dijo que tenía previsto desarrollar una serie de yacimientos de gas independientes, empezando por la producción combinada estimada de 700 millones de scf/d de Akkas y Mansouriyah. Sin embargo, también es cierto que Irak ha estado diciendo estas cosas durante al menos los últimos 17 años con la intención de mantener la ayuda financiera de Estados Unidos mientras sigue sin hacer nada, excepto depender de Irán para mantener sus luces encendidas.
Sin embargo, a pesar de la inercia de las autoridades iraquíes, los progresos realizados en la utilización del gas, que de otro modo se quemaría, por las empresas extranjeras Royal Dutch Shell y Mitsubishi Corporation, que trabajan con la Compañía de Gas del Sur de Irak, en el proyecto de la Compañía de Gas de Basora (BGC), de 17.000 millones de dólares y 25 años de duración, animarían a los saudíes. Iniciada en 2013, la BGC capta actualmente el gas asociado de los tres principales yacimientos petrolíferos de Rumaila, West Qurna 1 y Zubair, y en diciembre de 2018, la BGC alcanzó una tasa de producción máxima de 1035 mmscf/d. Esta fue la más alta de la historia de Irak y el gas suficiente para generar aproximadamente 3,5 gigavatios (GW) de electricidad, suficiente para alimentar a tres millones de hogares. BGC suministra actualmente el 70% del GLP de Irak y, gracias a la ampliación de sus capacidades de exportación, contribuyó a que Irak pasara de ser un importador neto a un exportador neto de GLP a partir de 2017. Curiosamente, y como muestra de lo que se puede conseguir en Irak -dados los enormes recursos del país pero sin ninguno de los habituales manejos dudosos-, BGC y CitiBank firmaron un primer acuerdo de crédito en febrero de 2019, el primer préstamo comercial concedido por CitiBank a una entidad corporativa iraquí
Arabia Saudí también está en una posición ideal para avanzar en el uso del gas asociado, utilizando parte de ese volumen masivo de gas para poner en marcha el sector petroquímico de Irak, igualmente estancado desde hace tiempo. El proyecto clave aquí siempre ha sido el complejo petroquímico de Nebras, cuyo diseño original fue formulado entre Shell y el Ministerio de Petróleo y el Ministerio de Industria y Minerales de Irak en 2012 para un proyecto que podría producir al menos 1,8 millones de toneladas métricas al año (mtpa) de diversos productos petroquímicos. Esto lo convertiría en el primer gran proyecto petroquímico de Irak desde principios de la década de 1990 y en uno de los cuatro grandes complejos de parches de todo el país. Los otros -Khor al-Zubair, en el sur, Musayeb, cerca de Bagdad, y el complejo de la refinería de Baiji, en el norte- son explotados por la Compañía Estatal de Industrias Petroquímicas de Irak.
La principal ventaja que tendría Arabia Saudita para avanzar en el proyecto de Nebras -como dijo la semana pasada que quería hacerlo- es que los primeros planes de diseño del mismo proceden de las plantillas utilizadas por las empresas rusas en el desarrollo inicial del sector gasístico y petroquímico de Arabia Saudita, en particular en la creación de la emblemática ciudad industrial de Jubail. “El etano tiene que ser la materia prima inicial de las primeras plantas de Irak, del mismo modo que lo fue en el desarrollo del sistema maestro de gas de Arabia Saudita, que captaba el gas asociado, que luego se fraccionaba y se suministraba como materia prima primaria a la emblemática Ciudad Industrial de Jubail”, declaró en exclusiva a OilPrice.com el jefe de proyectos petroquímicos de una importante empresa petrolera internacional que opera en Irak. “La mayor concentración de etano [más del 10%] suele encontrarse en los flujos de gas asociados, de los que Irak dispone en gran cantidad, y el procesamiento del etano produce etileno con pocos subproductos [principalmente gas combustible] que procesar y gestionar”, dijo.
“Esto reduce el capital necesario para la construcción y minimiza la complejidad de los requisitos logísticos y de distribución, que serán factores importantes en la fase inicial de creación de una industria de petróleos viable en Irak, pero a medida que la industria y la infraestructura correspondiente crezcan, se podrán utilizar flujos de alimentación más pesados, como ocurrió con el uso de propano, butano y nafta en Jubail”, afirmó.
Una instalación a escala mundial de etileno -uno de los productos petroquímicos más demandados en el mundo, sobre todo desde China- se sitúa en el rango de 1,0 a 1,5 millones de toneladas de producción de etileno y una instalación de 1,0 millones de toneladas al año de etileno requeriría un suministro de aproximadamente 1,3 millones de toneladas al año de etano, destacó. “Además, este suministro debería ser sostenible y fiable durante al menos 20 o 25 años y, para construir todas las piezas necesarias para un sector de petróleos de categoría mundial que funcione en Irak, se necesitarían entre 40 y 50 mil millones de dólares”, concluyó.