A pesar de los sólidos resultados trimestrales, las principales compañías petroleras muestran una contención en la ampliación de su producción, generando preocupación en el sector.
La rentabilidad de los accionistas prima sobre el crecimiento
Las compañías petroleras continúan poniendo el énfasis en los rendimientos para sus accionistas en lugar de en el incremento de la producción, siguiendo la estrategia adoptada en el escenario pospandémico y de transición intermedia.
Este enfoque ha sido alabado por medios y analistas, pero ahora parece generar ciertas dudas. Las empresas Exxon, Chevron, BP, Shell y TotalEnergies han reportado una producción conjunta de 11,6 millones de barriles diarios en el segundo trimestre, el nivel más bajo en 15 años.
Aunque la transición energética sigue su curso, la demanda de petróleo y gas a nivel global sigue siendo alta. La disminución de la producción podría tener consecuencias negativas a nivel mundial.
Un giro en la política de las grandes petroleras
BP y Shell han mostrado recientemente un cambio de rumbo en sus compromisos de producción neta cero. Estas empresas habían establecido objetivos de reducción de producción de petróleo y gas, pero ahora parecen centrarse más en estos combustibles fósiles.
El director ejecutivo de Shell, Wael Sawan, ha señalado la necesidad de no desmantelar el sistema energético actual más rápido de lo que se puede construir el futuro sistema de energía limpia. Por su parte, Bernard Looney de BP también ha revisado a la baja los objetivos de recorte de la producción de petróleo y gas de la empresa para 2030.
Este cambio en la política de ambas empresas indica una posible tendencia hacia la reevaluación de los compromisos de producción neta cero a medida que la demanda de petróleo y gas sigue siendo alta.
El escenario de la producción futura causa preocupación
Actualmente, ni BP ni Shell tienen previsto aumentar su producción de petróleo. Además, los planes de expansión de la producción de Chevron y Exxon son modestos y principalmente centrados en el Pérmico, lo que podría no compensar los recortes de producción de BP y el estancamiento de Shell.
La subida de los precios de los hidrocarburos el año pasado demostró que hacen falta uno o dos beneficios récord para convencer a las grandes petroleras de que quizá no necesiten ir a por todas en la transición. Los precios de este año, aún fuertes, pueden reforzar esa convicción.
Además, TotalEnergies ha firmado un acuerdo multimillonario con Irak para la explotación de nuevos yacimientos petrolíferos.
La presión de inversores y activistas impacta en la producción
Las grandes petroleras no renuncian al petróleo ni al gas. Sin embargo, están siendo mucho más prudentes en cuanto al crecimiento de la producción y es probable que sigan siéndolo ante la presión de los inversores, gobiernos y activistas.
Esto implica que la oferta de las supergrandes podría estrecharse en los próximos años, especialmente tras su salida de Rusia y una escasez general de nuevas oportunidades de descubrimiento.
El descenso de la producción se debió, en parte, a esta salida y a la venta de activos. Sin embargo, la principal preocupación es que las empresas parecen reacias incluso a intentar descubrir nuevos yacimientos.