Una declaración de emergencia energética nacional, una promesa de aumentar la producción de petróleo y gas, y la amenaza de imponer aranceles al petróleo canadiense: estas son solo algunas de las primeras medidas de Trump en el ámbito energético desde que asumió la presidencia. Estas decisiones podrían tener implicancias para las empresas energéticas de todo el mundo, incluida Argentina, que recientemente registró un importante superávit comercial energético. Gracias a Trump, esta situación podría cambiar pronto.
El año pasado, Argentina logró un superávit comercial energético que fue el más alto en 18 años, con un aumento de las exportaciones del 22,3 % y una caída de las importaciones del 49,4 %. En términos monetarios, el superávit comercial energético de la nación sudamericana alcanzó los 5.668 millones de dólares. Esto fue posible gracias a tres factores: Vaca Muerta, el segundo yacimiento de shale más grande del mundo; una política proempresarial del gobierno de Milei; y la fuerte demanda de crudo por parte de China, que se posicionó como el mayor comprador de petróleo argentino.
Ese era el panorama mientras Biden impulsaba más subsidios para fabricantes de baterías de vehículos eléctricos y proyectos eólicos en alta mar en las costas estadounidenses. Ahora, con Trump de regreso en la Casa Blanca, no habrá turbinas marinas por un tiempo. En su lugar, según los planes, se facilitarán los permisos de perforación y se incrementará la producción de petróleo y gas, lo que inevitablemente presionará a la baja los precios, salvo que estalle una nueva guerra en Medio Oriente.
Al igual que la mayoría de los analistas, los argentinos coinciden en que la ambición de Trump de “Perforar, perforar, perforar” sería bajista para los precios internacionales del petróleo. Sin embargo, también coinciden en que la atención debería centrarse en el alcance de esa presión bajista, más que en el hecho de que Trump no tiene la capacidad de obligar a las petroleras a aumentar su producción. Según el periódico argentino Buenos Aires Herald, un aumento en la producción estadounidense podría llevar el precio del crudo Brent a 65 dólares por barril.
Esto podría reducir los ingresos de los productores de petróleo argentinos, al igual que los de cualquier otro país, aunque primero es necesario que ocurra dicho aumento. Además, las grandes petroleras no están realmente dispuestas a incrementar significativamente su producción, lo cual beneficia a los productores argentinos. En los últimos cinco años, la producción petrolera en Vaca Muerta se ha cuadruplicado, pasando de menos de 90.000 barriles diarios a casi 400.000 barriles por día (bpd) en el tercer trimestre de 2024, lo que representa un aumento anual del 35 %. Se espera que para finales de la década, la producción de crudo de Vaca Muerta alcance 1 millón de bpd.
Por supuesto, comparado con los más de 6 millones de barriles diarios que produce solo la cuenca del Pérmico en Estados Unidos, 400.000 bpd parecen insignificantes. Sin embargo, para Argentina no lo son, y las políticas de Trump podrían contribuir al crecimiento de la industria petrolera del país. Aunque el impacto de las políticas energéticas de Trump en los precios internacionales se percibe mayormente como negativo, su política exterior podría tener implicancias positivas para algunos productores de petróleo, como Argentina.
“Trump buscará reconfigurar los mercados energéticos en un orden mundial fragmentado. Su estrategia priorizará el dominio energético de Estados Unidos y el uso del petróleo y el gas como herramientas geopolíticas”, señaló un analista sénior de investigación de acciones en Adcap Grupo Financiero al Buenos Aires Herald. El uso de estas herramientas, por ejemplo, contra Irán y Rusia, podría llevar a un aumento en los precios, explicó Matías Cattaruzzi, aunque añadió que utilizar las exportaciones energéticas como herramienta de presión sobre Europa podría tensionar las relaciones entre Estados Unidos y Europa.
En este contexto, los proveedores alternativos de materias primas críticas podrían beneficiarse, y Argentina es uno de esos proveedores alternativos que está ansioso por exportar aún más de los recursos energéticos que produce. Cabe destacar, sin embargo, que Trump aún no ha impuesto sanciones ni a Rusia ni a Irán. Por ahora, parece centrarse en su vecino Canadá, provocando la ira de los políticos locales al declarar que Estados Unidos no necesita el petróleo canadiense. Sin embargo, el crudo argentino no puede ser una alternativa al petróleo canadiense que Estados Unidos dice no necesitar, porque, al igual que el shale estadounidense, el petróleo extraído de Vaca Muerta es ligero y dulce.
Aun así, la presidencia de Trump podría ser positiva en términos netos para la industria petrolera y gasífera de Argentina, incluso con una caída inicial en los precios internacionales. Primero, porque, como ya se mencionó, los productores de petróleo no aumentarían su perforación únicamente por orden de Trump. Segundo, porque la demanda global de petróleo sigue siendo bastante resistente a los experimentos en política energética. Y tercero, porque Trump acaba de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, lo que ya ha desencadenado una reacción en cadena.
Esta reacción en cadena comenzó incluso antes de que Trump asumiera el cargo, con la salida de media docena de grandes bancos de grupos industriales con objetivos de emisiones netas cero. El Partido Popular Europeo también se sumó, exigiendo un regreso a los objetivos de reducción de emisiones de la UE de 2019, que eran mucho menos ambiciosos que los de 2023. Incluso la Agencia Internacional de la Energía revisó al alza sus proyecciones de demanda de petróleo para este año, como evidencia de la resiliencia de la demanda. La presidencia de Trump puede ser un desafío para los productores de petróleo en términos de precios por un tiempo, pero, en última instancia, probablemente los beneficie.
Sobre la autora: Irina Slav es una escritora de Oilprice.com con más de una década de experiencia escribiendo sobre la industria del petróleo y el gas.